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Ébola, inmigración y prevención

Relacionar la inmigración con la epidemia de ébola es una actitud irresponsable. Sería un milagro que una persona enferma lograse culminar el trayecto a Europa

Foto: Inmigrantes y fuerzas de seguridad marroquíes en la valla de Melilla. (Reuters)
Inmigrantes y fuerzas de seguridad marroquíes en la valla de Melilla. (Reuters)

En los últimos días han venido apareciendo comentarios en algunos medios de comunicación sobre el supuesto peligro que la inmigración irregular representaría para una hipotética extensión del ébola a Europa. Que es adonde realmente nos preocupa que llegue, les faltaría añadir. El virus lleva meses matando personas en cuatro países africanos; pero allí son números, aquí compatriotas. De lejos, la enfermedad genera indiferencia, a lo sumo lástima. De cerca, azuzado por voces que buscan generar alarma de manera oportunista, provoca miedo.

Aunque la mayoría de los migrantes que intentan llegar a España no lo hace ni en patera ni siquiera por vía terrestre, es ahí donde el imaginario colectivo sitúa el peligro. Sin embargo, imaginen la posibilidad de que una persona gravemente enferma consiga atravesar medio continente africano, en una penosa travesía que suele durar meses o años, hasta alcanzar la valla de Melilla o las costas de Cádiz o Canarias. Sobrevivir a ese trayecto una semana sería una proeza; culminarlo, un milagro.

Relacionar la inmigración con la epidemia de ébola es irresponsable. Muchos se quedan por el camino, aunque sean personas sanas, mientras que los enfermos de esta fiebre hemorrágica apenas pueden tenerse en pie

Desde Médicos del Mundo creemos que relacionar el fenómeno de la inmigración de la frontera sur de Europa con la epidemia de ébola es una actitud irresponsable. Quien consigue terminar ese penoso viaje es un superviviente. Muchos se quedan por el camino, aunque sean personas sanas y fuertes, mientras que los enfermos de esta fiebre hemorrágica apenas pueden tenerse en pie.

Lo que sí pone de manifiesto este último brote de ébola es la importancia de la prevención y la sensibilización en dos vertientes: en Occidente para no generar en la opinión pública sospechas infundadas, y en las comunidades afectadas para cortar las cadenas de contagios; la única forma efectiva de acorralar a la enfermedad.

Prevenir ahora que aún estamos a tiempo

A partir del descubrimiento de los antibióticos y de las vacunas, se produjo en toda Europa un relajamiento de las medidas higiénicas, que fueron las que realmente contribuyeron a detener la difusión de las grandes epidemias que habían asolado el continente. No fueron los medicamentos, sino las 'ciudades jardín', la higiene, el suministro de agua potable y las cuarentenas las que evitaron que el cólera, la peste y otras enfermedades epidémicas siguieran diezmando periódicamente la población europea.

placeholder Taller de prevención en Koinadugu, Sierra Leona. (Foto: Médicos del Mundo)

El ébola, una enfermedad para la que no tenemos tratamiento ni por ahora vacuna, que causa una altísima mortalidad entre quienes la contraen y para la que no sirven ni los más sofisticados medios de soporte vital, pone de nuevo sobre la mesa la necesidad de retomar los viejos hábitos preventivos que a estas alturas pueden resultar algo 'anticuados', pero cuya eficacia está bien probada.

Si queremos detener el avance de la enfermedad, tendrá que ser –por ahora y hasta tanto se desarrolle una vacuna eficaz– identificando rápidamente a las personas enfermas, investigando los contactos que estas han tenido para evitar que a su vez infecten a otras, usando medidas higiénicas y de protección para disminuir la transmisión, etc.

Lo único que acabará con el brote es evitar la transmisión. Y la buena noticia es que es posible, ya que no es un virus de alta contagiosidad

Las medidas de prevención primaria son simples y no son caras, sobre todo si las comparamos con el coste de los tratamientos, muchas veces inútiles una vez que se ha establecido la enfermedad. Sin embargo, en los países donde se está desarrollando en estos momentos el brote de ébola, el establecimiento de estas medidas sencillas puede parecer utópico. Muchas de las comunidades carecen hasta del medio más primario de prevención: el cloro para rociar a los fallecidos, viviendas y objetos personales de los afectados o, simplemente, el agua y el jabón para lavarse las manos.

Es importantísimo que la comunidad internacional reaccione con fuerza apoyando a estos países para que puedan poner en marcha los protocolos de control, aislamiento y prevención de contagio necesarios para detener la difusión del virus. Y hay que hacerlo ahora que aún estamos a tiempo. Y hay que hacerlo allí.

* Teresa González es miembro de Médicos del Mundo Andalucía. Celia Zafra es responsable de comunicación de Médicos del Mundo España.

En los últimos días han venido apareciendo comentarios en algunos medios de comunicación sobre el supuesto peligro que la inmigración irregular representaría para una hipotética extensión del ébola a Europa. Que es adonde realmente nos preocupa que llegue, les faltaría añadir. El virus lleva meses matando personas en cuatro países africanos; pero allí son números, aquí compatriotas. De lejos, la enfermedad genera indiferencia, a lo sumo lástima. De cerca, azuzado por voces que buscan generar alarma de manera oportunista, provoca miedo.

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