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'El Yunque' y el búnker

En las últimas semanas parece haberse extendido en ciertos ámbitos una infamia que venía fraguándose desde tiempo atrás

En las últimas semanas parece haberse extendido en ciertos ámbitos una infamia que venía fraguándose desde tiempo atrás, a saber: que VOX, el partido político de los Valores, está infiltrado por una organización secreta llamada ‘El Yunque’.

El infundio de la relación Vox/’El Yunque’ no había pasado de ser una especie de chascarrillo de cenáculo al que le dedicábamos poca atención y alguna mofa -hasta ayer-. Porque ayer un colaborador de El Confidencial (no merece el título de Periodista) tuvo la osadía de publicar literalmente que VOX estaba en manos de “sectores fuertemente vinculados a ‘El Yunque’ a través de su nuevo presidente, Santiago Abascal, y su mano derecha, Iván Espinosa de los Monteros.” Incluso se permitió el lujo de preguntar: “¿Por qué ha acabado VOX también en manos de ‘El Yunque’?”, para a continuación ofrecer una explicación onírica que incluía las acusaciones de que defendemos una ideología “xenófoba” y “rayana con el fascismo.”

Antes de continuar, apartemos toda duda: negamos taxativamente tener ningún tipo de relación con ninguna secta; ni con ‘El Yunque’, ni con ninguna otra, ni pública ni secreta, ni como VOX, ni como individuos. Aquí es donde procedería añadir que ‘estudiaremos acciones legales contra el autor.’ Efectivamente, las estudiaremos, aunque nuestro departamento jurídico está para cosas más serias, como las acciones legales que hemos anunciado hoy mismo contra Artur Mas por sus actividades contrarias al Estado de Derecho.

En circunstancias normales, todas estas acusaciones publicadas en un medio serio como El Confidencial resultarían enormemente preocupantes; pero al saber que el autor de dicho artículo es Federico Quevedo, el nivel de preocupación cae en picado y de forma proporcional al nivel de su credibilidad: a cero. Sus lectores saben que el Sr. Quevedo no tiene fuentes, sino dictantes; y que no publica ni información ni opinión, sino las consignas del poder, y además de forma muy poco sutil.

Así que nos gustaría emplear este espacio de réplica que gentilmente nos cede El Confidencial para manifestar lo que sí somos: somos el partido de los valores. ¿Qué valores son esos? Los mismos que defiende la derecha en todos los países occidentales: la defensa de la libertad del individuo frente a las intromisiones del Estado, la importancia de la familia, la defensa de la vida, la protección de los más débiles, la igualdad de derechos y obligaciones de todos los ciudadanos, la seguridad jurídica, la honradez en el manejo de lo público, una Justicia eficiente, la apreciación de nuestra Historia y de nuestra civilización, la unidad de la nación, el respeto por las peculiaridades locales, un sistema de educación exigente, una red social que proteja a los desamparados… y sí, también la austeridad en el gasto público, la reducción del déficit, un entorno de impuestos bajos, la reducción al mínimo de la burocracia, el desmantelamiento de las barreras al comercio, la generación de un ecosistema orientado a la creación de riqueza, y todo ello como única fórmula para dinamizar la Economía y generar empleo. ¿Todo esto es fascismo, como dice el Sr. Quevedo?

Ya sabemos que leer estas cosas puede resultar muy doloroso para aquellos que han renunciado irremediablemente a defender estos valores. Nos referimos a los miembros de la auténtica secta, que es esa pequeña cúpula actualmente en el poder y que ha secuestrado unas siglas y unos votantes que no les pertenecen. Esta secta está formada por líderes de talla encogida y cortas miras que nos han engañado a todos, pero especialmente a los millones de españoles que pensábamos en 2011 que defendían nuestros valores. La secta está conformada también por los voceros extraoficiales de su cúpula, los esbirros cuya supervivencia depende de su alineamiento con la doctrina establecida, y que desconocen el significado de la palabra rigor o independencia. Como en toda secta, actúan de manera sectaria, intentando silenciar o destrozar a cualquiera que revele su secreto.

¿Y cuál es ese secreto? El que muchos votantes están descubriendo, a pesar de los esfuerzos de la cúpula del poder por evitarlo: que en esa secta no creían en nada, y sobre todo, en nada de lo que creíamos sus votantes. Ahora que ya hemos identificado a la secta, y hemos desvelado el secreto, conocemos la terrible consecuencia: que hemos sido víctimas de un gran engaño. Ahora vamos todos entendiendo poco a poco que sólo creen en el poder por el poder en sí mismo, y no como instrumento para transformar España.

Los acontecimientos de esta semana han precipitado la ruptura de buena parte del electorado con esa secta. En realidad este estallido se veía venir desde hace tiempo, pero la retirada de la ley de reforma del aborto ha sido para muchos la gota que ha colmado el vaso. Y esto ha coincidido, tras meses de silencio mediático, con la refundación de VOX en su congreso de la semana pasada para concentrarnos en gente decente con valores claros. La rebelión del electorado que la secta creía tener controlado, justo en este momento, está volviendo a meter el miedo en el poder.

Hay ahora mucha gente tornando su mirada hacia VOX, una iniciativa que se nutre de ciudadanos que en su mayoría nunca habían militado en un partido político, y que han decidido organizarse para defender los valores que la secta ha abandonado. Y lo que más inseguridad genera a los de el poder por el poder es que tenemos algo que no pueden entender: fe absoluta en la superioridad de nuestros valores. Desmontamos las mentiras de los nacionalistas, denunciamos el peligro de la izquierda, y además atacamos frontalmente el relativismo de los que ya no saben defender nada. Algunos han olvidado, o quizá no hayan sabido nunca, que la defensa de los valores es un músculo que hay que ejercitar. Sí, es un esfuerzo. No es tan cómodo como el arriolismo, que equivale a quedarse sentado en el sofá. Pero la inapetencia ideológica ha acabado atrofiando ese músculo. Por eso ya no defienden nada; porque no tienen la fuerza necesaria, ni recuerdan cómo se hacía. Se limitan a buscar conspiraciones o sectas que infiltran otros partidos.

Y así es como han llegado a construir su búnker. Un búnker en el que se pacta con nacionalistas, mientras en nuestro rincón está prohibido hacerlo, por estatutos. Desde el búnker se sueltan terroristas, asesinos, violadores y pederastas para que se reinserten. Nuestra propuesta será la cadena perpetua para que no reincidan. El búnker tiene Jaguars desconocidos por sus dueños y SMS pidiendo al delincuente que sea fuerte. Nuestro afán será acabar con la corrupción de la endogamia. La cúpula del búnker ignora a la familia y desprecia el derecho a la vida. Nosotros defendemos ambas cosas como base de nuestra sociedad.

Federico, cuando pasen los años y miremos hacia atrás, los historiadores no serán benignos con vosotros. A la actual cúpula del PP y a sus lacayos se os recordará por el gran potencial desperdiciado: los años del poder pero no querer. Y es que habéis sacrificado todas las ilusiones de quienes aspirábamos a que transformarais España. Vosotros, Federico Quevedo. Desde vuestro búnker.

En las últimas semanas parece haberse extendido en ciertos ámbitos una infamia que venía fraguándose desde tiempo atrás, a saber: que VOX, el partido político de los Valores, está infiltrado por una organización secreta llamada ‘El Yunque’.

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