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Precariedad, impuestos y Bárcenas

En el debate pudimos ver que la España de Rajoy tiene más paro, más impuestos, muchos recortes, menos salarios y menos derechos que la España que heredó

Foto: El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy. (EFE)
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy. (EFE)

Pocas ocasiones existen en que la diferencia sea tan clara. Pasado y futuro se veían las caras en este debate del estado de la nación y en el cara a cara entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez.

Como siempre, habrá opiniones para todos los gustos, pero algunas cosas están claras. El discurso de Rajoy, y la estrategia del PP, tienen dos pilares: la recuperación económica, y el miedo al cambio. El presidente del Gobierno utilizó una sola cifra a su favor: las previsiones sobre la evolución del PIB, porque todas las demás están en contra.

Rajoy llegó al Gobierno para atajar el problema del paro, pero hoy hay más parados y mucha menos gente trabajando. Aquel “cuando yo gobierne bajará el paro”, se ha convertido en cuando acaben los cuatro años de mi legislatura en España habrá el mismo paro que cuando llegué al Gobierno”. Cuatro años perdidos, aún peor, cuatro años retrocediendo, porque habrá menos gente trabajando y en muy peores condiciones tras la mayor caída de los salarios en nuestra historia y la mayor pérdida de derechos de los trabajadores. Es el fruto cultivado por una reforma que ha sido el eje vertebral de la política del PP: la reforma laboral, eficaz para lo que fue concebida: abaratar el coste del trabajo. Lo dijo Rajoy en Japón, aunque lo niegue aquí: “Vengan ustedes a invertir en España, tenemos trabajadores más baratos”.

En el debate pudimos ver que la España de Rajoy tiene más paro, más impuestos, muchos recortes, menos salarios y menos derechos que la España que heredó

En el debate pudimos ver que la España de Rajoy tiene más paro, más impuestos, muchos recortes, menos salarios y menos derechos que la España que heredó. Por mucho que dedicara hora y media a intentar edulcorar una realidad que, por inmensamente amarga, es imposible endulzar. Es así.

Frente al autobombo de la recuperación para el 10% de la población para la que trabaja este Gobierno, y que aburría hasta la propia Celia Villalobos, que prefirió una partidita de Candy Crush en su tablet mientras Rajoy hablaba, pudimos ver a un Pedro Sánchez mucho más pegado a la realidad que su rival.

El líder socialista puso a Rajoy en su sitio, frente al espejo, para resumir su gestión en tres palabras: precariedad, impuestos y Bárcenas. No pudo ser más descriptivo. Rajoy es el presidente de la precariedad laboral, es el que ha llevado la deuda pública hasta el 100% del PIB, a pesar de sus recortes, y el que será recordado por mandar mensajes al móvil de un delincuente que entraba en la cárcel para decirle: aguanta Luis, sé fuerte.

Acertó Pedro Sánchez con el baño de realidad que le dio a Rajoy; tanto que llegó a perder los papeles de forma impropia en un presidente de Gobierno, e intentó hacer del Parlamento su cortijo para decir al líder de la oposición que no volviese a hablar. Ahora entiendo la ley mordaza que ha impulsado. No le gusta escuchar las verdades en el Congreso y tampoco en las calles.  

placeholder El líder del PSOE, Pedro Sánchez. (Reuters)

Para Sánchez, sin duda, hubiera sido muy sencillo hacer un debate como los que hacía Rajoy en la oposición, argumentos hay de sobra para la crítica y los demostró ampliamente el líder de la oposición, pero optó por escuchar a la calle, trasladar lo que la gente dice de este Gobierno en bares y cafeterías, y mostrar a los ciudadanos que, pese a Rajoy, hay una salida segura por la izquierda que es el PSOE que Sánchez representa. En este debate ha quedado claro: mostró con pasión a los españoles que hay alternativa a las políticas de la derecha.

Fue un duelo entre el pasado y el futuro, pero también entre el miedo y la esperanza, entre la continuidad y el cambio. Hay que agradecer a Pedro Sánchez que en tiempos tan confusos haya sido tan claro y que, frente a la resignación de Rajoy, haya demostrado ambición y ganas; que haya mostrado contundencia y determinación. Rajoy lleva demasiados debates del estado de la nación y el problema es que sigue pareciendo el jefe de la oposición, de la oposición a Zapatero o al Gobierno de Andalucía.

Seguramente algunos no compartan este diagnóstico, a ciencia cierta les digo que son muchos los que sí lo hacen. Frente a la España en blanco y negro de Rajoy, hemos visto una alternativa sólida y clara, realista pero ambiciosa. Una alternativa socialista y la única posible y necesaria. Es socialista y se llama Pedro Sánchez. 

 

*Óscar López. Secretario General del Grupo Socialista del Senado 

Pocas ocasiones existen en que la diferencia sea tan clara. Pasado y futuro se veían las caras en este debate del estado de la nación y en el cara a cara entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez.

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