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Cómo democratizar la economía
Los individuos movilizados en defensa de sus libertades necesitan disponer de los conocimientos adecuados para no ser presa fácil de la manipulación y no caer en el error de sustituir unas élites por otras
Decíamos en nuestro articulo La continuación de la Historiapublicado en este mismo medio que la contradicción social que mueve la historia es la tensión permanente entre el individuo y el poder, y decíamos también que la falta de control sobre el poder es un atentado contra la libertad, la igualdad y la fraternidad al permitir a unos pocos dirigir el destino de muchos en beneficio propio y en contra del bien común.
Entendemos que la tendencia natural a la acumulación excesiva de poder, sea este económico, político, o de cualquier otra índole, otorga al individuo el derecho, y en ocasiones la obligación, de luchar para defender sus libertades.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que los individuos movilizados en defensa de sus libertades necesitan disponer de diversos recursos, en especial de los conocimientos adecuados y no ser presa fácil de la manipulación para no incurrir en el error de sustituir unas élites por otras, con los mismos objetivos que la sustituida: acumulación excesiva de poder.
En este sentido, pretendemos aportar algunos elementos que permitan dotar a nuestros lectores de las herramientas necesarias para democratizar la economía y así poder realizar elecciones individuales racionales en este campo. Queda para otros aportar elementos para democratizar las instituciones y limitar la acumulación, a veces obscena, de poder político.
Democratizar la economía
Una economía democrática es aquella en la que, supervisada y gobernada por la ciudadanía, el estado actúa para hacer cumplir aquellas normas y medidas que garantizan el beneficio colectivo, la gestión responsable de los riesgos económicos y el buen funcionamiento de los mercados, acorde con los intereses de la mayoría y no de una casta más o menos institucionalizada.
El ciudadano empoderado para tomar decisiones racionales sobre el gobierno económico y la supervisión del funcionamiento de los mercados, se enfrenta a la doble tarea de comprender los mecanismos de gobierno económico y asumir la responsabilidad sobre las decisiones colectivas.
Esta doble tarea, debido al riesgo inherente de la actividad económica, implica que el individuo debe tener acceso a una información veraz y suficiente para tomar sus decisiones.
Las políticas de la austeridad
Cuando uno escucha hablar de políticas de austeridad es inevitable tener presente los devastadores efectos que ha tenido sobre la población (desempleo masivo, pérdida de cohesión social, desmantelamiento del Estado de Bienestar…) la imposición de políticas económicas de austeridad sobre economías intervenidas por el poder económico reinante, especialmente en el sur de Europa.
Estos devastadores efectos no deben impedirnos el análisis objetivo de la situación económica de hace unos años y que ha dado lugar, creemos que premeditadamente, al estado en el que nos encontramos.
El primer lugar consideramos que las economías modernas disponen de un mecanismo de autocorrección natural, es decir, tienden a salir de la recesión por sí mismas sin la intervención activa de ningún agente económico. El problema de este mecanismo es que resulta excesivamente lento (puede tardar varios años en completarse), y no evita los efectos de una recesión prolongada: empobrecimiento de las capas sociales más vulnerables y destrucción de instrumentos de permeabilidad y seguridad social. Ilustramos este mecanismo con del siguiente diagrama.
Podemos observar, en este diagrama, dos elementos principales:
El PIB potencial: Es la producción de una economía cuando el 100% de sus trabajadores están empleados.
El PIB real: es la producción real de una economía para los niveles de demanda y oferta en una economía real. El PIB real sucede cuando la producción de las empresas y la demanda de los consumidores se encuentran en equilibrio (en el diagrama, el punto donde se cortan las líneas de la oferta y de la demanda).
Observamos también que el PIB real es menor que el PIB potencial. Esto significa que el nivel de trabajadores empleados es menor al 100%, o en otras palabras, hay desempleo, y la economía se encuentra en un periodo de recesión.
Si ningún agente económico interviene activamente, la competencia entre trabajadores favorece la caída de los salarios y por ende de los costes de producción, que a su vez estimulan una mayor oferta. A largo plazo, la deflación (caída de los precios) erosiona la brecha entre el PIB real y el PIB potencial.
El mecanismo de autocorrección sucede muy lentamente, no aborda el problema del desempleo de forma eficiente, genera una caída en el nivel de los salarios y finalmente deflación de los precios.
Sin embargo, el estado puede optar por no permanecer inactivo ante un escenario de recesión: puede intentar provocar un desplazamiento de la oferta o la demanda hacia afuera y así erosionar la brecha de forma más rápida. El estado puede desplazar la curva de la demanda hacia afuera mediante una política fiscal expansiva (incrementando el gasto y elevando la demanda), o la curva de la oferta mediante una política monetaria expansiva (incrementando la cantidad de dinero en la economía).
Las condiciones económicas para que el estado pueda implementar una de estas políticas, o una mezcla de ambas, son simples. Una política fiscal expansiva es posible cuando el estado puede endeudarse, mientras que una política monetaria expansiva ortodoxa[1] es posible cuando los tipos de interés no son cercanos a 0. Ninguna de las dos condiciones se cumplía para las economías del sur de Europa cuando entramos en recesión.
El que no padezca de una corta memoria recordara el plan B del gobierno de Zapatero (incremento el gasto del estado en 50.000 millones de euros), la posterior privatización de algunos recursos públicos y finalmente los primeros recortes en un intento desesperado por financiar al estado y controlar el déficit público que dieron paso a una crisis de deuda abierta, el crecimiento galopante de la prima de riesgo y el colapso del sistema bancario. El resto de la historia también es conocido: rescate y, de nuevo, recortes.
Cabe preguntarse si el BCE ha intentado implementar políticas de expansión monetaria (ortodoxas) ya que dicha rama de la política económica se entregó al organismo europeo al adoptar la moneda común y, en su caso, por qué no han surtido el efecto esperado en nuestra economía. Para responder a la primera pregunta, nos vamos a apoyar en un diagrama sobre la evolución oficial de los tipos de interés marcados por el BCE, que habla por sí solo.
La falta de efectividad de la política monetaria expansiva del BCE se puede explicar debido al colapso del sistema bancario. Dicho colapso tuvo un efecto importante en la absorción del rescate (que generó deuda pero no gasto) y la actualización de las reservas bancarias, pero además endureció las posiciones crediticias de los bancos: un banco no financia a quien no le puede devolver el préstamo. La política expansiva del BCE simplemente ha sido demasiado conservadora para surtir efecto en el ambiente económico europeo.
En contrapartida a la aproximación conservadora en Europa, la administración Obama implementó una política monetaria expansiva agresiva y heterodoxa. La Reserva Federal, en un movimiento altamente controvertido, inyectó crédito en diversos niveles de la economía, incluyendo a través de la adquisición de bonos de empresas para garantizar el flujo de liquidez. La conclusión del envite de la Reserva Federal es clara: EEUU ha salido de la crisis más rápido, con un alto crecimiento y generando empleo a buen ritmo.
En cambio, en Europa, la gestión económica conservadora se encuentra abocada al estancamiento, o con suerte, a un crecimiento muy débil. Finalmente, una economía en crecimiento débil se encuentra con serios problemas para devolver sus deudas y los intereses, o en otras palabras: devolver su deuda y los intereses impide el crecimiento.
El fracaso del conservadurismo europeo y el fin de las políticas de austeridad
Como acabamos de describir, la estrategia económica del conservadurismo europeo encabezado por Merkel nos lleva a un callejón sin salida: un crecimiento económico minúsculo que se ahoga en el pago de la deuda y los intereses que genera.
Romper con la trayectoria económica de crecimiento endémico implica romper con sus causas: o el BCE toma medidas drásticas e implementa una política monetaria expansiva (o en su defecto, se recupera la soberanía monetaria), o se rompe con las políticas de austeridad y control del gasto, o se deja de pagar la deuda.
Cualquiera que sea la apuesta para salir definitivamente de la crisis, debe supeditarse a la voluntad expresa de la ciudadanía y no al interés de una pequeña élite responsable en un porcentaje muy alto de la situación actual.
Cualquiera que sea la fórmula elegida debe ampararse en un elevado respaldo social que debe conseguirse con una explicación clara de las consecuencias y efectos de tal o cual elección, teniendo en cuenta que de acuerdo con la premisa inicial se saldrá de la crisis si o si. La decisión debe tener en cuenta cómo repartir las consecuencias de tan ardua tarea y si, como hasta ahora, esta situación desembocará en un incremento del poder económico en cada vez menos manos con los efectos ya descritos de pérdida de libertad y autonomía.
Hasta aquí la información básica para decidir. En la segunda parte explicaremos como la lucha contra el fraude fiscal es la herramienta que, sin haberla nombrado hasta el momento, constituye la piedra angular de una verdadera política económica que no arremeta contra los más desfavorecidos y que mejor contribuye al control del poder económico excesivo por parte de unos pocos y por tanto al disfrute de la libertad y autonomía que una sociedad democrática debe ofrecer.
Decíamos en nuestro articulo La continuación de la Historiapublicado en este mismo medio que la contradicción social que mueve la historia es la tensión permanente entre el individuo y el poder, y decíamos también que la falta de control sobre el poder es un atentado contra la libertad, la igualdad y la fraternidad al permitir a unos pocos dirigir el destino de muchos en beneficio propio y en contra del bien común.