Tribuna
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Otra vez “el mal menor”
Un suspiro nos ha durado la fiebre regeneradora, cuando se nos prometía abrir un gran boquete en el régimen político surgido de la Transición, en el que se había acabado votar con la nariz tapada
Era el ruido que se escuchaba de fondo a los pocos minutos de suscribirse: el acuerdo entre Ciudadanos y el PSOE, para que éste gobernara en Andalucía, era “el mal menor”. No llegó el momento del cambio, ni tranquilo ni por asalto, a la vista de los pactos de gobierno postelectorales, sino de “el mal menor”, es decir, de seguir como estábamos.
Optar por “el mal menor”, quién nos iba a decir que llegaríamos tan rápido al mismo punto de partida. Un suspiro nos ha durado la fiebre regeneradora, cuando se nos prometía abrir un gran boquete en el régimen político surgido de la Transición, en el que se había acabado votar con la nariz tapada o siempre más en contra que a favor de algo. No le quito valor a los acuerdos de gobierno a los que se ha llegado en los últimos días, pero me parecen faltos de ambición.
Ha faltado ambición de país. Muchas generalidades, algunas propuestas positivas, sin duda, y otras sorprendentes; como la de PSOE y Ciudadanos, en Andalucía, de crear oficinas autonómicas de representación en el extranjero, profundizando en el proceso de conversión de las autonomías en diecisiete miniestados, en lugar de revertirlo. Podemos, por su parte, ha centrado su estrategia en no facilitar el gobierno “de los ERE” en Andalucía, y, por supuesto ni pensar dárselo al PP “de la Gürtel” en Madrid, pero no por más audaz ha sido más exigente de grandes reformas.
Hemos entrado en el selecto grupo de naciones de la OCDE con más desigualdad, más que el Reino Unido, y en pobreza superamos a Reino Unido y a todos los países del este de Europa. España es el país donde el 10% más pobre ha perdido más renta disponible, y el 10% más rico, sin embargo, no ha perdido renta. Pues bien, cualquiera diría que los políticos elegidos el pasado 24 de mayo se han olvidado de que los reajustes de desequilibrios sociales se hacen también con política. No hay en los pactos medidas estructurales contra la desigualdad.
Tampoco las hay sobre la sanidad. Como piden los expertos, sobre la sanidad hay que debatir en público y a fondo. Los desequilibrios de la sanidad pública son también estructurales y por tanto debe haber una regeneración radical que garantice la viabilidad del sistema, con una reforma seria precedida de un debate político también serio. No se ha planteado un debate serio sobre la educación, que es sin duda la herramienta más útil para la igualdad de los ciudadanos de un país y su desarrollo futuro.
Nadie ha pedido que se abra este debate, primero, y ejecutar después, no ya cambios menores, cosméticos o paliativos de los defectos del sistema sanitario o educativo, sino las medidas que resulten necesarias para reformar de raíz estos sistemas.
Me surgen preguntas casi manriqueñas sobre qué se hizo de aquel trovar, de aquéllas músicas que se tañían día sí y día también, en tertulias, columnas de opinión y editoriales, sobre la regeneración de la vida pública, la necesaria reforma urgente del régimen político español que estableciera una verdadera separación de poderes, controles efectivos sobre el poder político, o la reforma de la ley electoral. Eso, tampoco se ha tocado en esta ocasión.
En una coyuntura histórica en la que estaban en juego gobiernos autonómicos y locales, y a la vuelta de la esquina unas elecciones generales, hubiera estado bien forzar al PP y al PSOE a iniciar ya esa transformación que requiere nuestro país, a cambio de darles apoyo.
Estamos escuchando cómo los que se han hecho, de nuevo, con el poder, presumen de que sus programas coinciden con los puntos de los acuerdos firmados con los partidos emergentes, si no van más allá, y se puede observar cómo las encuestas recientes van concentrando los votos en los dos grandes y viejos grupos políticos de siempre.
Seguro que de todo esto sacamos algo bueno, que no sea por falta de optimismo, pero en España se juega lo importante, otra vez, en la prórroga, cuando quiera que llegue.
*JesúsPatiño es abogado y miembro del consejo político de UPyD.
Era el ruido que se escuchaba de fondo a los pocos minutos de suscribirse: el acuerdo entre Ciudadanos y el PSOE, para que éste gobernara en Andalucía, era “el mal menor”. No llegó el momento del cambio, ni tranquilo ni por asalto, a la vista de los pactos de gobierno postelectorales, sino de “el mal menor”, es decir, de seguir como estábamos.