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El lunes muchos herederos de aquel grupo heroico de combatientes por la libertad volvieron a escuchar el viejo mensaje de la libertad frente al oscurantismo

Foto:  Un hombre pasa ante unas Harley Davidson aparcadas en el Arenal de Bilbao. (EFE)
Un hombre pasa ante unas Harley Davidson aparcadas en el Arenal de Bilbao. (EFE)

Corre el año 1874. Bilbao está sitiado desde hace semanas por las tropas carlistas. El Botxo es una ciudad cosmopolita que se resiste a caer rendida a los pies del ejército fuerista. Una tropa agraria, absolutista y ultramontana que al grito de "Dios y leyes viejas" (Jaun Goikua eta Lege Zarra, lema del PNV) pretende imponer en España una monarquía absolutista de corte confesional. Caerán 5.369 bombas sobre la ciudad, pero Bilbao resistirá. Las tropas del Oriamendi, enemigas del liberalismo y de las luces. Tropas que incendiarán, en una de sus pocas incursiones en el interior de la capital, la librería Delmas. La acción es todo un símbolo del oscurantismo de quienes defienden la tradición.

A la sombra de un tilo, en el Arenal, se reúnen las tropas de la milicia liberal, con sus uniformes y gorras estilo inglés. Charlan despreocupados sobre el futuro de la batalla. Muchos perecerán antes de que esta acabe. De aquellas reuniones surgirá la Sociedad El Sitio, alma del liberalismo bilbaíno que no decaerá. El liberalismo en Bilbao lo ha soportado todo. Ha soportado a Primo de Rivera, la guerra, la dictadura y 40 años de asesinatos y silencios cómplices. El liberalismo es a Bilbao lo que la música a Salzburgo. Es parte de su alma.

Bilbao es una ciudad abierta al mar y al mundo, que mejora más cuanto más se abre al mensaje de la libertad. El mensaje de que todos somos iguales

El lunes, muchos herederos de aquel grupo heroico de combatientes por la libertad volvieron a escuchar el viejo mensaje de la libertad frente al oscurantismo. El mensaje de quienes creemos que los ciudadanos somos iguales ante las leyes. El mensaje de quienes creemos que los privilegios de la tradición perpetúan la injusticia. El mensaje de los que reivindicamos la Constitución como garantía de una sociedad de libres e iguales. Fernando Savater, Marta Martín, Paco Sosa y Albert Rivera ejemplificaron una tradición civil de resistencia liberal que permanece, siglo tras siglo,en la ciudad que vio nacer a mi madre. La ciudad de la ópera y del hierro. La ciudad que amó tanto a la Inglaterra liberal que utilizó su idioma para nombrar a su equipo de fútbol, el Athletic. Hasta los nacionalistas sucumbieron a la seducción de la Union Jack para diseñar su bandera. La ciudad que paseaba mi abuelo y en la que jugaba a pelota haciéndose llamar Arisquetez I (con la aviesa intención de provocar, con ese ez final tan 'Martínez', a sus rivales nacionalistas).

Bilbao es una ciudad abierta al mar y al mundo, una ciudad que mejora más cuanto más se abre al mensaje de la libertad. El mensaje de que todos somos iguales, que no hay privilegio alguno en el hecho de nacer tras unas montañas. El mensaje de que con el Rh no se asigna más que un antígeno, un antígeno que no lleva aparejada superioridad intelectual o moral alguna. Bilbao es la ciudad de Unamuno, de Arrupe, de Achúcarro, hombres universales del pensamiento, espiritualidad y la cultura.

Nuevamente el sitio vuelve a levantarse. Los barcos de la libertad vuelven a romper las cadenas de la ría y navegan, lentamente esta vez, hacia puerto seguro. Ese puerto hoy libre del mineral y libre del plomo que anegó de sangre, durante demasiados años, las calles y plazas de Euskadi. Los hombres que han continuado pensando y hablando bajo el tilo de la libertad tienen hoy una nueva oportunidad. Bilbao y el País Vasco tienen este fin de semana la oportunidad de abrirse nuevamente al mundo. La oportunidad de comenzar un giro que les devuelva a su mejor tradición universal sin necesidad de perder sus raíces. La oportunidad de virar la nave, aunque sea lentamente, hacia Europa y la libertad o permanecer en el rumbo circular y ensimismado del nacionalismo. Ciudadanos de Bilbao, ciudadanos del País Vasco, ciudadanos del mundo. Españoles del norte, Europeos del sur, ciudadanos de centro.

*Francisco Igea Arisqueta, diputado de Ciudadanos.

Corre el año 1874. Bilbao está sitiado desde hace semanas por las tropas carlistas. El Botxo es una ciudad cosmopolita que se resiste a caer rendida a los pies del ejército fuerista. Una tropa agraria, absolutista y ultramontana que al grito de "Dios y leyes viejas" (Jaun Goikua eta Lege Zarra, lema del PNV) pretende imponer en España una monarquía absolutista de corte confesional. Caerán 5.369 bombas sobre la ciudad, pero Bilbao resistirá. Las tropas del Oriamendi, enemigas del liberalismo y de las luces. Tropas que incendiarán, en una de sus pocas incursiones en el interior de la capital, la librería Delmas. La acción es todo un símbolo del oscurantismo de quienes defienden la tradición.

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