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Una calle sin salida es un 'cul de sac' y parece más una ironía o un sarcasmo simbólico del 'procés' que otra cosa. Sin salida. Podría ser el lema de cuatro años de política catalana

Foto: Miles de personas protestan en Barcelona en apoyo de los cargos electos investigados por los tribunales. (EFE)
Miles de personas protestan en Barcelona en apoyo de los cargos electos investigados por los tribunales. (EFE)

Artur Mas, expresidente de la Generalitat que fue sacrificado en los altares del 'procés' por la CUP, partido antisistema-capitalista-europeo, es el presidente mártir de la futura independencia. Su sacrificio 'last minute' evitó la convocatoria de nuevas elecciones y encumbró a Puigdemont, pata negra del independentismo, como nuevo 'president'.

Artur Mas es el gran artífice del colapso del sistema político y de partidos en Cataluña. Sus decisiones han sido decisivas para implosionar el sistema. Todo empezó en 2012, después de la masiva manifestación del 11 de septiembre. Mas, como un émulo de Saúl camino de Damasco, vio la luz verdadera del camino hacia la independencia y se convirtió.

Nada ha sido igual desde esa fatídica fecha. Los dos partidos hegemónicos, CiU y PSC, entraron en crisis. Cuatro años después, la coalición CiU ya no existe. UDC es un partido extraparlamentario y CDC ha cambiado de nombre y de casa. El otro partido, el socialista, ha menguado en tamaño y en electorado. Los republicanos y los comunes han sido los grandes beneficiados de los escombros del viejo sistema.

Los nacionalismos, español y catalán, se necesitan y se retroalimentan y crecen a costa de los moderados de cada lado del Ebro. Ser moderado no está de moda

El sistema se ha radicalizado y la política gubernamental prefiere el choque de trenes y la confrontación antes que el diálogo. Bien es cierto que el Partido Popular ha hecho mucho para convertir a muchos moderados en independentistas. Los nacionalismos, español y catalán, se necesitan y se retroalimentan y crecen a costa de los moderados de cada lado del Ebro. Moderado no es una palabra de moda.

El 9 de noviembre de 2014 fue la culminación del desafío del sector independentista al Gobierno español. Era la fecha perfecta para celebrar los 25 años de la caída del muro de Berlín, con un 'referéndum' simbólico para hacer caer el muro de España.

Dos años después, el municipio de Montoliu de Lleida pidió al expresidente Artur Mas que inaugurara, el pasado sábado 19, una calle con el nombre de '9 de noviembre'. Cien metros de calle, pero sin salida. Una calle con muro incorporado. Esto se llama ser original o surrealista.

Nadie pensó en Montoliu que una calle sin salida es un 'cul de sac' y parece más una ironía o un sarcasmo simbólico del 'procés' que otra cosa. Sin salida. Podría ser el lema de cuatro años de política catalana.

La sociedad catalana está dividida en dos bloques casi simétricos. Este empate técnico solo tiene una solución: el pacto dialogado

Las encuestas del ICPS y del CEO lo confirman. La sociedad catalana está dividida en dos bloques casi simétricos. Este empate técnico, según los datos, solo tiene una solución: el pacto dialogado. Cierto, pero ¿querrán los soberanistas renunciar a su referéndum sí o sí? ¿Se atreverá el Gobierno del PP a abrir el diálogo?

El 'procés' ha entrado en la fase Matrix de la política. Los independentistas viven en un mundo virtual, el suyo, que no tiene nada que ver con la realidad. De momento, no sabemos si los actores de esta película se han tomado la pastilla azul o roja que les ha ofrecido Morfeo. Esperemos que sea la correcta. Pero nunca se sabe en cuestión de pastillas y de muros.

*Gabriel Colomé, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Artur Mas, expresidente de la Generalitat que fue sacrificado en los altares del 'procés' por la CUP, partido antisistema-capitalista-europeo, es el presidente mártir de la futura independencia. Su sacrificio 'last minute' evitó la convocatoria de nuevas elecciones y encumbró a Puigdemont, pata negra del independentismo, como nuevo 'president'.