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Andalucía, patrimonio mundial de la irregularidad
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Andalucía, patrimonio mundial de la irregularidad

Me cuesta aceptar el conformismo de los andaluces, la falta de exigencia hacia los que gestionan nuestro dinero. Debemos pedir la responsabilidad política de los hechos objetivos

Foto:  El exvicepresidente andaluz Gaspar Zarrías, en el Tribunal Supremo. (EFE)
El exvicepresidente andaluz Gaspar Zarrías, en el Tribunal Supremo. (EFE)

Hace unos días comenzó a circular por las redes sociales un magnífico vídeo que muestra los diferentes espacios que tienen en España la consideración de Patrimonio de la Humanidad. Para los andaluces, es un privilegio situarnos en la primera posición mundial, con el mayor número de espacios patrimonio de la humanidad gracias a la reciente y merecida incorporación de los dólmenes de Antequera. Un privilegio y una gran responsabilidad. Un valor que, sin lugar a dudas, nos debería dar una ventaja competitiva para captar un turismo de calidad y la consiguiente mejora económica para nuestra tierra.

No solo eso, claro, esa lista inmensa de espacios andaluces que con patrimonio de la humanidad explican el magnetismo eterno de Andalucía; cómo no íbamos a enamorarnos de Andalucía los que llegamos de fuera y decidimos quedamos para siempre, cómo no íbamos a tener ese orgullo andaluz que defendemos cada vez que salimos de nuestras fronteras. Esta debería ser nuestra bandera: Andalucía como un espacio especial y diferente donde la historia ha ido dejando una herencia única en el mundo.

Sin embargo, no es esta la imagen ni la bandera que exhibe Andalucía en estos tiempos. Lejos de que el reconocimiento internacional del patrimonio andaluz sea la noticia que ocupa las portadas de los diarios, un nuevo caso de irregularidades en la Junta de Andalucía ha vuelto a estallar en la justicia española. Una nueva macrocausa amenaza con volver a mostrar la calidad de la gestión de nuestro Gobierno regional. Primero, asistimos a la interminable causa de los ERE, cuyos delitos, casualmente, empiezan a prescribir. Vino luego el vergonzoso caso de irregularidades en la formación a los parados y ahora nuevas anomalías en lo único que podría sacar a Andalucía del pozo económico en el que se encuentra: la innovación.

Foto: El expresidente de la Junta de Andalucía José Antonio Griñán. (EFE)

“Fraude masivo en los fondos a la innovación en Andalucía” serán los titulares que vuelvan a despertarnos estos próximos días, los mismos titulares de hace unos meses y de hace unos años porque lo único que cambia es el apellido de la corrupción política, los ERE, la formación o la innovación. Dirán algunos que, al final, como ha ocurrido recientemente con los cursos de formación, esos grandes titulares se desinflan y se quedan en nada. No es así, entre otras cosas porque la consideración judicial de un escándalo no agota la responsabilidades por una gestión irregular, marcada por el despilfarro, la opacidad y el clientelismo.

Si un juez considera que el hecho de que 38 empresas relacionadas con el PSOE, que reciben ayudas millonarias, no suponen muestra suficiente, vale, de acuerdo, respetemos a la Justicia aunque mantengamos diferencias de criterio. Pero lo que es incuestionable es que la propia Comisión Europea, debido a las graves irregularidades que registraban los expedientes andaluces, paralizó las ayudas en formación para el desempleo a la región de Europa con mayor tasa de desempleo. Eso ya no se recupera, esas son oportunidades perdidas que han afectado a miles de parados andaluces que no han podido formarse en estos últimos cinco años para volver a la actividad laboral.

Lejos de que el reconocimiento internacional del patrimonio andaluz sea la noticia, un nuevo caso de irregularidades en la Junta vuelve a estallar

Desde el punto de vista del interés de Andalucía, casi da lo mismo que los escándalos se desinflen en los tribunales porque los tribunales consideren que lo ocurrido no tiene una correspondencia en el Código Penal, pero que no exista delito no repara las oportunidades perdidas ni repone el dinero despilfarrado. Ya puede determinar la Justicia que lo ocurrido son meras ‘faltas administrativas’ en vez de delitos, porque lo que nunca se va a borrar es la imagen de un Gobierno que, en vez de pensar en las necesidades de los parados y de las empresas, tiraba el dinero en inservibles cursos de cocina para entretener a los parados y enriquecer a unos cuantos, los líos familiares de la cuñada, de la prima de no sé qué consejero, los pagos de alquiler de sindicatos a unos locales que le cedía gratuitamente la Junta de Andalucía.

Lo que no se borra, en fin, es la imagen de ese delegado provincial del Gobierno andaluz que arengaba a los trabajadores para que tuvieran dedicación exclusiva con el Partido Socialista. “Si el PSOE no gana, os quedáis sin trabajo". Se quedan atrás cinco años de inactividad, de dejación de las funciones de un Gobierno autonómico que ha dejado desamparados a miles y miles de desempleados que durante cinco años, cinco largos años, no han tenido la opción de reciclarse, de tener una nueva oportunidad que les devolviera la dignidad y la tranquilidad de trabajar, de tener un sueldo que les permitiera mantener a sus familias.

La Justicia puede determinar que lo ocurrido son 'faltas administrativas' en vez de delitos, porque la imagen que dejó el Gobierno no se borrará

¿Quién es el responsable de la gestión y control de estos últimos cinco años? ¿A quién deberán pedirle explicación los parados que no han tenido opción a la formación? Si la Justicia no ve suficientes indicios, los ciudadanos debemos pedir la responsabilidad política de los hechos objetivos. La única consecuencia objetiva, real, demostrable, irrefutable y segura es que la formación a los desempleados desapareció durante cinco años por la mala gestión de la Junta de Andalucía. Por su falta de control, por el nulo interés en proteger a quienes más lo necesitaban, a quienes perdieron su empleo durante la peor crisis que ha sufrido nuestro país.

Durante 10 años tuve la suerte de compartir muchas horas de estudio y aprendizaje con casi 200 alumnos dentro de la formación para el empleo. 10 años en los que pude profundizar con ellos en el interiorismo y en el diseño. 10 años en los que muchos de jóvenes encontraron una salida profesional y que nos aportaba a los que trabajábamos en el área de la formación un enorme enriquecimiento personal. Esa era la riqueza inmensa que se recibe cuando se enseña lo que se sabe, pero entre todos nosotros era ‘vox populi’ en aquellos años del ‘boom formativo’ que había quien se estaba enriqueciendo de otra forma muy distinta.

Estoy enamorada de Andalucía; lo sabe todo el que me conoce. No podría vivir en otro sitio. Pero precisamente por esa dependencia sentimental y vital, me revuelvo contra las oportunidades perdidas y la aparente indiferencia de los andaluces. Solo me cuesta aceptar el conformismo de los andaluces, la falta de exigencia hacia los que gestionan nuestro dinero. La permisividad para aquellos que se han hecho con el patrimonio mundial de la irregularidad. “Oh hermano mío, tú./ Dios, que te crea,/ será quien comprenda/ al andaluz”. Lo escribió Cernuda y no podemos quedarnos ahí: el conformismo no puede formar parte del carácter universal de los andaluces.

* Sol Cruz Guzmán es arquitecta y consejera del Consejo Social de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

Hace unos días comenzó a circular por las redes sociales un magnífico vídeo que muestra los diferentes espacios que tienen en España la consideración de Patrimonio de la Humanidad. Para los andaluces, es un privilegio situarnos en la primera posición mundial, con el mayor número de espacios patrimonio de la humanidad gracias a la reciente y merecida incorporación de los dólmenes de Antequera. Un privilegio y una gran responsabilidad. Un valor que, sin lugar a dudas, nos debería dar una ventaja competitiva para captar un turismo de calidad y la consiguiente mejora económica para nuestra tierra.

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