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Elogio de la cultura financiera
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Juan Manuel Moreno-Luque

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Elogio de la cultura financiera

La obra de Sánchez Asiaín como banquero, como humanista y académico no puede entenderse sin comprender la cultura financiera que con tanto entusiasmo practicó

Foto: Los Reyes, junto al exministro José Ignacio Wert y el exsecretario de Cultura, José María Lassalle, entregan el premio 'Historia de España' a Sánchez Asiaín. (EFE)
Los Reyes, junto al exministro José Ignacio Wert y el exsecretario de Cultura, José María Lassalle, entregan el premio 'Historia de España' a Sánchez Asiaín. (EFE)

José Ángel Sánchez Asiaín pensaba que la inteligencia y la ética no solo eran necesarias sino posibles en el sistema financiero. Su obra como banquero, como humanista y como académico no puede entenderse sin entender la cultura financiera que con tanto entusiasmo practicó y con tanta generosidad compartió. Una cultura como forma de conocimiento abierta a la incertidumbre e incompatible con el mito de la 'gran moderación' y como forma de comportamiento responsable incompatible con las formas observadas en los banqueros en los últimos tiempos.

Foto: Sánchez Asiaín, junto a la reina Sofía, en junio de 2009. (EFE)

Sánchez Asiaín fue el primero que anticipó las consecuencias que habrían de seguirse de la gran transformación que se hizo de la banca española en los años setenta y la importancia de la especialización, y la jerarquía de cada banco en la banca, y de la banca en los mercados de capitales. Era tiempo de proyectos.

En los años setenta el sistema financiero español era uno de los más rígidos e ineficientes y de los más y peor reglamentados de la OCDE. El sistema hacía imposible cualquier política monetaria activa que redujera la inflación y lograra un cierto margen de estabilidad económica y, además, era un sistema inseguro y con escasa solvencia pues su supervisión era prácticamente imposible por la ausencia de auditorías, por las importantes limitaciones en todos los órdenes del Banco de España y por la inexistencia de un fondo de garantía de depósitos. Con la reforma el sistema financiero español dejó de ser diferente y pudo comenzar a participar en las transformaciones que en las funciones y en la estructura se producía en los sistemas financieros de las economías avanzadas.

Nadie había anticipado las consecuencias que seguirían a la gran transformación que se hizo de la banca española en los años setenta

Sánchez Asiaín, que había obtenido la cátedra de Hacienda Pública y Política Fiscal de la Facultad de Ciencias Económicas de Bilbao en 1962, después de cuatro años de desempeño y de una oposición con seis duros ejercicios a los que obligaba, para asegurar la excelencia en la función docente, el todavía vigente decreto de Fernández de los Ríos, incorporó a la cultura financiera el rigor y la reflexión teórica propia de la universidad. Como los grandes pensadores de su tiempo, Prigogine en el campo de la química, Wallerstein en el campo de la historia o Mynski en el campo de la economía, todos ellos preocupados por los sistemas que se alejan del equilibrio, pensaba que el orden siempre existe por un tiempo pero que inevitablemente se deshace y que es imposible determinar 'a priori' la opción que escogerá el sistema frente a la bifurcación. No es que el conocimiento sea incompleto es que el conocimiento 'a priori' es imposible y, por tanto, hay que estar muy atentos a lo que pueda acontecer en el futuro. No en vano un trabajo sobre los procesos de disipación consiguió el Premio Nobel de Química en 1977. Un ejemplo de lo dicho son los bancos.

A partir de los setenta el entorno de los bancos cambió profundamente. Eran tiempos felices pero no fáciles. Diversos factores entre los que cabe destacar graves problemas de control de los riesgos que gestionaban y variaciones extremas de los tipos de interés hicieron muy peligrosa la transformación de riesgos que realizaba la banca, y las crisis bancarias sancionaron la incapacidad de la lógica exclusiva de intermediación de riesgos por transformación de los balances bancarios. Los años 1970 y 1980 en los países anglosajones y la primera mitad de los años 1990 en la Europa continental han conocido crisis bancarias cuyos costos sociales han sido enormes.

Los bancos, entonces, se embarcaron en una lógica totalmente diferente, sostenida por los inversores institucionales, y apoyada por la ingeniería financiera. Se trataba de disociar los riesgos complejos para, una vez disociados, diseminarlos entre los inversores. La descomposición del riesgo ofrecía a los bancos soluciones para enfrentarse a las disfunciones de la intermediación, pero las interdependencias creadas por este complejo proceso hacían al sistema financiero vulnerable a la desaparición brutal de la liquidez. Con esta lógica financiera que se enfrenta a serios problemas y contradicciones, tan propicia a los excesos y a la infravaloración del riesgo y de las incertidumbres, las finanzas entraron en el siglo XXI con los resultados que todos conocemos.

Creía que el orden existe pero se acaba yendo y que es imposible determinar 'a priori' la opción que escogerá el sistema frente a la bifurcación

Sánchez Asiaín, que ingresó en el Servicio de Estudios del Banco de Bilbao en 1954, y lo dejó como presidente honorario del entonces BBVA, 45 años después, no participó como banquero en los tristes acontecimientos de nuestra reciente historia financiera, en que saltaron por los aires las cuentas de resultados como consecuencia de los incentivos perversos que enriquecieron a los banqueros y empobrecieron a la sociedad.

En la introducción de su libro sobre la financiación de la guerra civil española, que se publicó en 2014, nos confesó que cuando estaba preparando sus oposiciones a cátedra quedó impresionado por una nota de Schumpeter que afirmaba que la historia fiscal de un pueblo es sobre todo una parte esencial de su historia general: el espíritu de un pueblo, su nivel cultural, su estructura social, su política; todo esto y más está escrito con claridad en su historia fiscal y sin retórica de ningún género. Sánchez Asiaín creía que esto mismo podría aplicarse a la historia financiera.

Tras 45 años en el BBVA, Asiaín no participó como banquero en los tristes acontecimientos de nuestra reciente historia financiera

La historia de nuestra guerra civil, según la investigación llevada a cabo durante más de 20 años por Sánchez Asiaín, es sobrecogedora, como también es sobrecogedora nuestra reciente historia financiera. La guerra y la posguerra generaron la mayor catástrofe financiera en la España del siglo XX, pero la última depresión que se incuba en 2001, que explota en 2007 y que hoy permanece abierta, es la más profunda después de la de 1931-1951 e, incluso, puede llegar a superarla.

Si exigió tiempo la investigación de la historia financiera de nuestra guerra civil porque la información económica y financiera de la época era manifiestamente insuficiente, nuestra reciente historia también lo exigirá por la abundancia de contrainformación y por la ausencia de autocrítica y reflexión.

Si como dice Sánchez Asiaín todo está escrito con claridad en nuestra historia financiera, ¿qué habremos de concluir, a la vista de los últimos acontecimientos financieros…, sobre nuestro nivel cultural, sobre nuestra estructura social y sobre nuestros poderes públicos? Es tiempo de historia.

Foto: Oficina de empleo en Madrid. (Reuters)

Todo lo acontecido en nuestro país en el siglo XXI es inconcebible pues es inconcebible que un sistema financiero con todos los instrumentos de un sistema financiero moderno incumpla de forma sistemática las funciones que tiene asignadas y se dedique al expolio y ensañamiento judicial contra sus clientes, que se han enfrentado a un rico y poco motivado repertorio de argumentos y soluciones judiciales que han asegurado la indemnidad de los banqueros y la desconfianza de los ciudadanos en los poderes públicos. El coste social, moral y económico, esta vez, ha sido inconmensurable.

La historia financiera tiene, sin lugar a dudas, un lugar reservado para José Ángel Sánchez Asiaín, no solo como protagonista de su larga etapa de banquero en que iluminó las luces de la banca, sino como artífice de una cultura financiera que se disipó en el siglo XXI pero que es indispensable, como ya se ha dicho, si se desea la recuperación del equilibrio y de la confianza en nuestro sistema que exige que la banca en una democracia avanzada se justifique en el servicio a sus clientes y a su sociedad.

José Ángel Sánchez Asiaín pensaba que la inteligencia y la ética no solo eran necesarias sino posibles en el sistema financiero. Su obra como banquero, como humanista y como académico no puede entenderse sin entender la cultura financiera que con tanto entusiasmo practicó y con tanta generosidad compartió. Una cultura como forma de conocimiento abierta a la incertidumbre e incompatible con el mito de la 'gran moderación' y como forma de comportamiento responsable incompatible con las formas observadas en los banqueros en los últimos tiempos.

José Ángel Sánchez Asiaín