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Rajoy, Sánchez y el Parlamento de los novatos
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Rajoy, Sánchez y el Parlamento de los novatos

Sin un Podemos firme, tendríamos a Pedro Sánchez haciendo la política de Rajoy y de la gestora. Es una cuestión de honestidad reconocerlo

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (i), y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se reúnen en el Palacio de la Moncloa. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (i), y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se reúnen en el Palacio de la Moncloa. (EFE)

Fue José Luis Ábalos durante la moción de censura el que dijo que hay un nuevo PSOE. Uno de los principales elementos que marcaban esa epifanía pasaba por entender que Ciudadanos no era un partido con el que se pudiera construir una agenda social. Que no se puede estar con los bancos que desahucian y con los desahuciados. Con los que venden preferentes y con los abuelos preferentistas, con las eléctricas y con los que sufren el corte de la luz. En la misma dirección se manifestó Pedro Sánchez: hay un nuevo PSOE y la novedad tiene que ver con un marcado compromiso con las mayorías y los valores socialdemócratas abandonados. No es poca cosa.

¿Por qué es de nuevo Pedro Sánchez secretario general? Evidentemente, por dos razones: primero, porque sus militantes le han escogido en una gesta heroica contra la vieja guardia, contra PRISA y contra los señores de compañía de esa misma lógica. En segundo lugar, porque Pablo Iglesias y la militancia de Podemos se mantuvieron firmes al no aceptar un acuerdo con el viejo PSOE. Con el que se había echado en brazos de Ciudadanos, con el que ha hecho presidente del Gobierno a Rajoy, con el que no estaba dispuesto a cuestionar las políticas de ajuste en Europa. Si Podemos hubiera cedido a las presiones del poder económico y mediático, Sánchez estaría buscando trabajo o, de estar en el poder, no habría políticas de izquierda. Mi amiga Margarita Robles debe entender que hay un nuevo PSOE porque la firmeza de Podemos ayudó a que la militancia socialista, como ha ocurrido en otros lugares de Europa, exigiera abandonar la deriva neoliberal y recuperar el músculo socialista. Podemos, a todas luces, ha devuelto al PSOE a la izquierda.

Si Podemos hubiera cedido a las presiones, Sánchez estaría buscando trabajo o, de estar en el poder, no habría políticas de izquierda

Sánchez no está ahí por sus cualidades intrínsecas. Ahora mismo es un depósito del coraje de la militancia socialista que ha entendido que España ha cambiado. Todas sus decisiones deben entenderse desde ese depósito. Sin un Podemos firme, tendríamos a Pedro Sánchez haciendo la política de Rajoy y de la gestora. Es una cuestión de honestidad reconocerlo. El coraje siempre se paga caro, y es de justicia que a todos los que han tenido coraje les sea reconocido el valor.

El nuevo PSOE y el Podemos salido de Vistalegre, liberado de las cuitas internas, tienen la obligación de explorar nuevos rumbos. Podemos va aprendiendo y ha roto esa displicencia de Rajoy que desdeñaba a los nuevos diputados por su condición novata. Cuando tuvo que salir a intentar responder a Irene Montero durante la moción de censura con el discurso que traía preparado para Iglesias, demostró que empezaba a preocuparse. Es un dislate que Rajoy sea presidente del Gobierno con menos del 30% de los votos. No es extraño que el grueso de la 'Brunete mediática' siga insistiendo en la división y la fragmentación. Ese 70% tiene que estar hecho pedazos para que el 30% parezca un ejército imponente. Y hay espacio para entenderse.

El PSOE no puede ser rehén de la voluntad de nadar y guardar la ropa. Quiere votantes por la izquierda sin que se le marchen por la derecha a Ciudadanos. Dará la imagen de superficial. Se equivocará pensando así, pues estamos en un momento político donde la clave no es adaptarse a las demandas, sino ayudar a que las demandas estén dispuestas a afrontar los cambios que necesita España para salir de la noche neoliberal. Ese error es lo que llevó a la socialdemocracia a abrazar la tercera vía. Ajustar el pensamiento a lo construido por la hegemonía mediática. El resultado está a la vista en toda Europa.

El principal problema que ha tenido el PSOE es que, como los violinistas, ha cogido el violín con la izquierda y lo ha tocado con la derecha

Hoy, un joven en España ya no sabe lo que es un convenio colectivo. Ganar 1.000 euros se ve como un privilegio, y las mujeres corren el riesgo de cargar sobre sus espaldas el nuevo modelo donde los derechos sociales son vistos por Bruselas y Berlín —incluido el SPD— como una reliquia del pasado. El PSOE y Podemos tienen que remar conceptualmente en la misma dirección, no viendo uno en el otro un competidor, sino entendiendo, como cuando emergieron grandes religiones en el siglo III o formaciones obreras en el siglo XIX, o en un símil más vulgar, cuando abren bares o zapaterías o tiendas de electricidad en la misma calle, que lejos de ser competencia se están ayudando mutuamente. Como hacían los artesanos, hay que abrir una amplia avenida de la Emancipación, y ahí van a caber muchas formaciones políticas porque el tiempo del bipartidismo se ha acabado.

Los equilibrios del PSOE son complicados. Si no entiende la plurinacionalidad, será una fuerza residual anclada en lo viejo. La nueva España es plurinacional. Tiene, en cualquier caso, que abrir el debate. Sánchez ganó las primarias hablando de plurinacionalidad. Es pronto para desdecirse. Hay 180 votos en el Parlamento español, una mayoría, para abrir una comisión que discuta —simplemente discutir— sobre la plurinacionalidad. Será un gesto muy poderoso frente al falso referéndum de Puigdemont que mucha gente abraza simplemente porque no ve otra manera de decirle al inmovilismo del PP que le resulta insoportable su comportamiento arrogante y retrógrado. Y será un mensaje acerca de las posibilidades que se abren con los nuevos diálogos. Quien se quede fuera tendrá que dar explicaciones. Incluido Ciudadanos, que tendrá que aclarar por qué ya no tiene prisa en aprobar, por ejemplo, una nueva ley electoral, una de las más terribles herencias del franquismo, cuando era uno de los asuntos en campaña que aunaba a las nuevas fuerzas emergentes.

Rajoy se frotará las manos recordando que a la derecha le unen los intereses y a las fuerzas del cambio les separa su inconsistencia

Un nuevo PSOE tiene que demostrar que es nuevo, atreverse a ser nuevo, sacar las consecuencias correctas de su novedad. Si cae en el tacticismo, la decepción de su militancia no tendrá tasa. Sánchez debe mirar a Corbyn, no a Macron, aunque aquellos a los que ha derrotado y los que nunca le votarán le digan que el futuro es el que marca el joven banquero y es a él a quien debe imitar. El principal problema que ha tenido el PSOE es que, como los violinistas, ha cogido el violín con la izquierda y lo ha tocado con la derecha. Enfrente ya tiene a Unidos Podemos y las confluencias, 71 diputados, que han permitido a Sánchez regresar con un discurso socialista. Es tiempo de escuchar esa avenida abierta por la coherencia ideológica y la firmeza de los inscritos de Podemos y el coraje de la militancia socialista.

No creo que si Sánchez decide cambiar de rumbo y transitar viejos caminos vaya muy lejos. Y volveremos a fragmentar el 70%. Rajoy, entonces, se frotará las manos recordando que a la derecha le unen los intereses y a las fuerzas del cambio les separa ya no su ideología, sino su inconsistencia. Rajoy volverá a reírse de los novatos. Cuando lo que estamos viendo es que al presidente del Gobierno, en la víspera de su comparecencia como testigo de la corrupción en su partido, se le está poniendo cara de registrador de la propiedad pillado con las manos en la masa.

Fue José Luis Ábalos durante la moción de censura el que dijo que hay un nuevo PSOE. Uno de los principales elementos que marcaban esa epifanía pasaba por entender que Ciudadanos no era un partido con el que se pudiera construir una agenda social. Que no se puede estar con los bancos que desahucian y con los desahuciados. Con los que venden preferentes y con los abuelos preferentistas, con las eléctricas y con los que sufren el corte de la luz. En la misma dirección se manifestó Pedro Sánchez: hay un nuevo PSOE y la novedad tiene que ver con un marcado compromiso con las mayorías y los valores socialdemócratas abandonados. No es poca cosa.

Pedro Sánchez Mariano Rajoy Ciudadanos