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Tribuna
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Simple como el mecanismo del chupete: sin urnas ni papeletas no hay referéndum
Ha llegado el momento de recoger el hilo de la cometa que ha volado alto y lejos. ¿Cómo? Al estilo Mariano, sin ostentación ni gritos. Sin hacer casi nada en apariencia
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Marco general. El sistema favorece la formación de élites dentro de los partidos: el modo de ganarse la vida de los políticos, la fórmula infalible de crear problemas para justificar el trabajo, el boato y la arrogancia del poder han situado a Cataluña y a sus habitantes en el disparadero.
Desespañolizar Catalunya ('desespanyolitzar' Cataluña) ha sido un trabajo lento, pero como el chirimiri ha calado hondo hasta el sentimiento independentista que busca romper España. El Estado español lo ha permitido. El nacionalismo sirvió 30 años a los gobiernos del PSOE y del PP para gobernar España. Se transfirieron competencias: sanidad, educación, policía, impuestos… Hasta llegar a ser España el país más descentralizado de Europa.
El complejo centralista provinciano, la búsqueda de un relato identitario a contrapelo con los tiempos y mantener, a toda costa, el poder político —instituciones, cargos públicos, estatus social y económico— nos han abocado a vivir en un territorio que parece ser ingobernable.
La realidad supera a la ficción
La motivación personal de la mayoría de los políticos es honrada. Generalizar es errar. Igual que no todos los empresarios son ladrones ni los trabajadores vagos. A muchos políticos les falta formación, experiencia y estar viajados, pero la mayoría buscan el bien común. En cambio, las élites dirigentes de los partidos muestran su incapacidad para pactar, acordar, ceder y negociar. Una política en positivo, sin sobresaltos. Por desgracia, la práctica política es depredadora, busca la ruina del adversario.
Las élites dirigentes de los partidos muestran su incapacidad para pactar, acordar, ceder y negociar
Cataluña es mucho más, trasciende a los actuales dirigentes de la Generalitat y del conglomerado de asociaciones independentistas. Hay muchos españoles que desde siempre simpatizan con Cataluña y, en particular, con el Barça. Primeras figuras en arquitectura, arte, literatura, medicina, en los negocios. Una cultura abierta y europeísta con su conexión olímpica al mundo, tradiciones y un cierto sentido afrancesado en modales y costumbres. Catalunya, un gran territorio de carácter universal plasmado en la Sagrada Familia de Gaudí.
Un presidente a prueba de bombas, Mariano Rajoy. Más de 30 años en activo, desde concejal en Pontevedra a presidente del Gobierno en Madrid. Tan Incombustible como para que hoy todos los partidos de la oposición le quieran sacar de La Moncloa por tierra, mar o aire. Corrupción, Cataluña, salarios bajos, terrorismo yihadista. Cualquier condimento sirve para el potaje con el que se quiere tumbar a Mariano Rajoy.
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Pedro Sánchez es otro después de recuperar el liderazgo del PSOE. Las circunstancias le permiten ahora crecer con proyección como líder. Reconoce que su amenaza electoral es Podemos y que mejor tenerlos cerca que lejos para atarles en corto. Su posición contra el referéndum lo demuestra.
Lo mismo hizo José Luis Rodríguez Zapatero cuando firmó con José María Aznar el pacto antiterrorista que ilegalizó el aparato político de ETA, Herri Batasuna. Otegi entró en la cárcel. El plan Ibarretxe, que pretendía una independencia maquillada del País Vasco, también, fue desechado por socialistas y populares. Esta disposición de Zapatero por mostrar su capacidad de acuerdo consolidó su imagen como dirigente fiable.
Pedro Sánchez ha llegado a esta conclusión y lo demuestra su posición contra el referéndum independentista.
Magia potagia
Ha llegado el momento de recoger el hilo de la cometa que ha volado alto y lejos. ¿Cómo? Al estilo Mariano, sin ostentación ni gritos. Sin hacer casi nada en apariencia. En busca de que el tiempo y las circunstancias ayuden a resolver el problema.
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Las soluciones más fáciles casi siempre no son las más obvias. Cataluña es un ejemplo. El aparato del Estado y su actual Gobierno han cumplido con la legalidad y sus trámites como si se tratara de un caso teórico de derecho constitucional.
Ha llegado el momento de aplicar el refrán de “muerto el perro, se acabo la rabia”. En este caso, sin papeletas ni urnas no hay ni referéndum ni nada que se le parezca.
La Justicia tardará tiempo en hacer pagar las culpas con cárcel y patrimonios personales a los responsables de la Generalitat. Es más fácil confiscar papeletas y urnas de cartón que movilizar a la Guardia Civil y detener al 'president' Puigdemont. Los desmanes secesionistas se pagarán conforme a derecho en sus plazos, pero sin urnas ni papeletas no hay referéndum. Más simple que el mecanismo de un chupete.
*Carlos Taboada, periodista y productor de TV
Marco general. El sistema favorece la formación de élites dentro de los partidos: el modo de ganarse la vida de los políticos, la fórmula infalible de crear problemas para justificar el trabajo, el boato y la arrogancia del poder han situado a Cataluña y a sus habitantes en el disparadero.