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Robocop, el votante de acero independentista
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Isidoro Tapia

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Robocop, el votante de acero independentista

Porque da igual que llueva, truene o haya cargas policiales, los votantes independentistas de octubre de 2017 son los mismos que los de noviembre de 2014

Foto: Un grupo de personas muestran papeletas en los alrededores del colegio Ramón Llull de Barcelona durante el referédum (EFE)
Un grupo de personas muestran papeletas en los alrededores del colegio Ramón Llull de Barcelona durante el referédum (EFE)

Después de varios días de retraso, la Generalitat ha publicado por fin los resultados completos del referéndum celebrado el pasado 1 de octubre (se pueden consultar aquí)

Un análisis detallado de los mismos deja algunas curiosidades y pinceladas sobre el perfil del votante independentista:

-Empecemos por decir que apenas hay votos nulos. Es habitual que en cualquier proceso electoral los haya. El 9-N, por ejemplo, hubo unos 70,000 votos nulos, un 3% del total de votos emitidos. La Generalitat reconoce unos 20,000 votos nulos (alrededor del 1% del total), pero por algún motivo estos desaparecen cuando se ofrece el recuento por provincia o veguería. En cualquier caso, llama poderosamente la atención que sea un número tan bajo: hubo forcejeos, la policía se llevó urnas llenas de votos, y sin duda muchos votantes que no sabían si su voto estaba o no en manos policiales, votaron de nuevo. Además, al admitirse el “censo universal”, los ciudadanos podían depositar su voto en cualquier colegio, con el riesgo de que algunos lo hicieran en más de uno, aunque se supone que estas irregularidades quedarían subsanadas posteriormente por la Generalitat al cruzar los censos. En definitiva, dado el relativo caos de la jornada y las particularidades del “censo universal”, lo normal es que los votos nulos se hubiesen multiplicado respecto al 9N, no que se redujesen al mínimo.-un segundo aspecto llamativo es lo parecido del resultado al 9N en cuanto a la movilización. El 9-N participaron un total de 2,3 millones de ciudadanos, mientras el 1-O lo hicieron 2.29 millones, es decir, prácticamente los mismos.

Hubo forcejeos, la policía se llevó urnas llenas de votos, y sin duda muchos que no sabían si su voto estaba o no en manos policiales, votaron de nuevo

-Las similitudes con el 9-N no se agotan en las cifras agregadas de participación, sino también a nivel provincial. Los votos emitidos son prácticamente idénticos a los de 2014 en cada una de las provincias. Este hecho es llamativo porque aunque el censo teórico de la Generalitat haya sido el mismo (debido a la falta de colaboración del INE, la Generalitat ha tenido que utilizar el censo de la última cita electoral), el censo real no ha estado quieto en tres años (hay defunciones, ciudadanos que cumplen la mayoría de edad, desplazamientos de población, etc.).

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-Además, los (ligeros) cambios en la participación entre el 9-N y el 1-O son en cierto modo contra intuitivos. No hace falta decir que el 1O no fue una jornada electoral normal en Cataluña. Hubo despliegue policial, enfrentamientos en muchos colegios electorales, y una cifra de heridos que va desde el millar (si atendemos las cifras oficiales de la Generalitat) a cuatro (que fueron las personas que, también según la Generalitat, ingresaron en centros hospitalarios). Pero la presión policial no fue uniforme en toda Cataluña. Debido a la escasez de efectivos, las intervenciones se concentraron en las zonas más densamente pobladas, principalmente el área metropolitana de Barcelona y en menor medida Girona. La Generalitat reconoció que cerca de doscientos colegios no abrieron sus puertas, y según se puede ver en el siguiente gráfico, también de la propia Generalitat, la mayor parte de los colegios que no pudieron abrir estaban situados precisamente en Barcelona o sus alrededores.

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Por este motivo lo normal hubiese sido que el comportamiento de los votantes fuese muy distinto en Tarragona (con menos presión policial) que en Barcelona (donde la tensión adquirió tintes dramáticos). Sin, embargo, las cifras dicen lo contrario. Como indicaba, los votos son prácticamente idénticos a los de 2014, pero es que además crecieron ligeramente en Barcelona y cayeron, también ligeramente, en Tarragona (es decir, precisamente lo contrario de lo esperado). En resumen, los independentistas mimetizaron su comportamiento de 2014 a nivel agregado (pese a los tres años transcurridos) y, a nivel provincial, pese a que en Barcelona llovía y había cargas policiales, y en el resto de provincias lucía el sol y la presencia policial era mucho menor, votaron más en Barcelona y menos en Lleida y Tarragona.

-Sigamos con las coincidencias: la participación, según la propia Generalitat, en Girona y Lleida fue del 53% (la misma en cada una de ellas), mientras en Barcelona y Tarragona fue del 41% (también la misma). Otra simple curiosidad.

Los independentistas mimetizaron el 2014 a nivel agregado (pese a los tres años transcurridos) y, a nivel provincial, pese a que en Barcelona llovía

-El apoyo al “Sí”, incluso a nivel de “veguería”, también reproduce casi milimétricamente el observado el 9-N de 2014, salvo en el caso de Barcelona, donde el 1-O hubo un mayor número de votos en blanco (aunque debe decirse que la comparación aquí es complicada, dado que en 2014 hubo hasta tres opciones, “Si-Si”, “Si-abstención” y “Si-No”, al dividirse en dos las preguntas sobre el derecho de autodeterminación la independencia de Cataluña).

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-Y, finalmente, hay una larga serie de cuestiones llamativas. Por ejemplo, que la Generalitat fuese capaz de completar el recuento electoral en el mismo tiempo que en una jornada electoral convencional (la rueda de prensa de Turull fue alrededor de las 00:30 de la noche), a pesar de las dificultades técnicas, con el sistema informático caído, el recuento manual en muchas mesas y la necesidad de contrastar la identidad de los votantes para evitar los votos múltiples. O que se informase del recuento no de forma progresiva, sino que directamente los resultados saltasen al 95% del escrutinio.

También llama la atención que entre los resultados anunciados por Turull el domingo (según dijo, al 95% escrutado) y los definitivos publicados el viernes hay apenas 20,000 votos de diferencia (cuando el 5% de 2.3 millones son más de 100 mil), o que los votos en blanco contabilizados en Barcelona hayan pasado de 34,000 el domingo a 33,500 el viernes (quizás el primer caso de la historia electoral en el que los votos menguan al avanzar el recuento), o que en muchos municipios (de forma parcial se ha publicado el resultado de algunos de ellos) el total de votos emitidos superase el censo (si la respuesta es que había muchas mesas cerradas en Barcelona, esto hace todavía más enigmático el incremento de la participación en la capital catalana).

En definitiva, lo más llamativo del referéndum del 1O es que dibuja un perfil del votante independentista que podríamos describir como el de Robocop, el votante de acero. Porque da igual que llueva, truene o haya cargas policiales, los votantes independentistas de octubre de 2017 son los mismos que los de noviembre de 2014. Dados los estándares de democracia, transparencia y respeto a las reglas que hasta ahora ha demostrado el procés, es impensable ninguna explicación alternativa a la alineación de astros, la simple casualidad. Pero como en todos sitios hay malpensados, y como además el Parlament catalán está a punto de declarar la independencia catalana basándose precisamente en los resultados del referéndum del 1O, tal vez la Generalitat debería, por aquello de la mujer del César, resolver algunas de las cuestiones señaladas. Al menos, hacer público el recuento por mesa electoral y aclarar el destino de los votos nulos. Como diría el President Puigdemont, el pueblo catalán se ha ganado este derecho.

Después de varios días de retraso, la Generalitat ha publicado por fin los resultados completos del referéndum celebrado el pasado 1 de octubre (se pueden consultar aquí)

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