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"Nos están robando": explota el debate sobre el antisemitismo en Reino Unido
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"Nos están robando": explota el debate sobre el antisemitismo en Reino Unido

Hay muchas personas de izquierdas en Gran Bretaña que consideran que la acusación de antisemitismo representa una campaña por parte de los medios de comunicación antilaboristas

Foto: El líder laborista británico, Jeremy Corbyn. (EFE)
El líder laborista británico, Jeremy Corbyn. (EFE)

El enorme escándalo sobre el antisemitismo en Gran Bretaña durante las últimas semanas —tanto Jeremy Corbyn como el partido laborista, que lidera, han sido acusados de ello— plantea cuestiones interesantes sobre la izquierda de hoy en el Reino Unido.

Hay muchas personas de izquierdas en Gran Bretaña que consideran que la acusación de antisemitismo representa una campaña por parte de los medios de comunicación antilaboristas. Según ellos, la conspiración tiene dos objetivos: socavar la popularidad de Corbyn (que parece estar aumentando, hasta el punto de que gran mayoría de los comentaristas asumen que va a ser el próximo primer ministro del país) y apagar las críticas del estado de Israel, que han estado creciendo recientemente. Sin embargo, hay que señalar que la actual "crisis del antisemitismo en el partido laborista" (que ahora hasta tiene su propia página de Wikipedia) es diferente a otras supuestas campañas, porque esta ha conseguido dividir a la propia izquierda. Por primera vez en los dos años del liderazgo de Corbyn, las figuras públicas que le apoyan —periodistas como Owen Jones y Paul Mason, o activistas como Jon Lansman y Aaron Bastani— se están distanciando de los militantes del partido laborista; comentan que esta vez es preciso reconocer que la izquierda tiene un problema de antisemitismo y que las acusaciones no deberían considerarse meras calumnias por parte del 'establishment' británico. ¿Cómo ha surgido el tema?

Nunca he leído tantas veces en un periodo tan corto la palabra "tropo". Es una palabra técnica que aprendí en la universidad pero ahora es como si todos los periodistas británicos se hubieran convertido en expertos aristotélicos de la tropología. Dicen que se están usando tropos antisemitas por todos lados en el discurso de la izquierda británica, y que en el fondo, el problema de antisemitismo consiste en no poder identificarlos. Jon Lansman, el jefe de la organización que se fundó específicamente para apoyar a Corbyn —Momentum— dice que se trata de "prejuicios inconscientes contra los judíos".

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De hecho, esta fase de la crisis del antisemitismo (ha habido otras) empezó cuando una diputada laborista encontró un comentario que Jeremy Corbyn hizo en Facebook en 2012, en el que defendió un mural pintado por el grafitero estadounidense Mear One en el este de Londres, mural que iba a ser destrozado porque supuestamente incluyó tropos antisemitas. Los motivos antisemitas que se encuentran en el mural son los de toda la vida: es una representación de lo que el artista considera el nuevo orden mundial, repleto con banqueros —algunos de ellos judíos famosos, con narices largas— que están sentados alrededor de una mesa que se apoya en las espaldas de los obreros. También hay referencias a la masonería y a los illuminati. Solo falta una rata y canibalismo de bebés para que la imagen sea considerada propaganda nazi. Es cierto que hay que ser bastante inconsciente para no darse cuenta de ello. En verdad, Corbyn no defendió el mural directamente, simplemente cuestionó la decisión de quitarlo, ya que había entendido, —sin pensárselo mucho—, que era una imagen anticapitalista: Corbyn no es muy fan del capitalismo.

A pesar de este error torpe de Corbyn (parece que no prestó mucha atención a la imagen), él no es un antisemita. Se trata de alguien que varias veces ha propuesto mociones en el parlamento británico condenando el antisemitismo, y su historia de activismo antirracista es muy conocida. Otra cosa es que apoye a los palestinos y que eso influya en las críticas. Una investigación confidencial del año pasado de Al Jazeera descubrió que había gente en Londres trabajando para la embajada israelí que se dedica tiempo completo a minar a los políticos británicos propalestinos. Pero esto no es nuevo. ¿Por qué entonces la sección más visible de los simpatizantes de Corbyn en los medios de comunicación ha reconocido que esta vez hay un problema que tiene que resolverse?

placeholder Detalle del cartel de un filme antisemita nazi.
Detalle del cartel de un filme antisemita nazi.

Veamos sus explicaciones. Es inusual presenciar en Inglaterra un debate público sobre la filosofía política pero esta vez sí ha ocurrido. Partiendo de la premisa de que el antisemitismo —un insulto al sentido común— debe eliminarse y asumiendo que hay gente —incluso en el partido laborista— que emplea (aunque sea sin querer) tropos antisemitas, los corbynistas en la prensa (en Inglaterra se usa una palabra cuasi-española —corbynista— para describir a sus simpatizantes; me da vergüenza, como inglés, reconocerlo, pero esto representa un prejuicio británico sobre la política en los países hispanoparlantes: la palabra misma representa un intento de socavar a Corbyn) argumentan que lo que hace falta ahora es un proceso de educación política dentro del partido laborista. ¿De qué tipo? Defienden que algunos militantes del partido no entienden que cuando se habla en términos de "conspiraciones", de "lobbies ricos poderosos", de "lobbies judíos", e incluso de "lobbies sionistas", o de "lobbies israelíes", se está flirteando con el antisemitismo. Incluso usar frases como "nos están robando" pueden levantar sospecha.

Me parece clave que Corbyn, durante el último año, haya empezado a utilizar un tipo de discurso populista. Ahora formula frases como: "Los poderosos tienen miedo de nosotros", "nos están robando", "ellos y sus amigos en la prensa quieren acabar con nosotros". Pues todas estas formulaciones podrían acusarse de ser "conspiranoicas" (por utilizar el neologismo) y, por lo tanto, implícitamente antisemitas. En rigor, hasta el título del programa laborista durante las últimas elecciones generales —"Para los muchos no para los pocos"— podría incluirse en la misma categoría. Lo interesante es que cuanto más ha usado frases de este tipo, más ha crecido su popularidad política. Digamos que este es su momento populista.

Puede concluirse que los corbynistas más visibles quieren limitar, de alguna manera, esta tendencia populista. Pero ¿qué es lo que más les ofende? ¿Es porque el populismo se basa en el antagonismo social: la idea de que la política es la guerra por otros medios (por parafrasear a Clausewitz)? Me parece que este no es el problema. La gente como Owen Jones siempre insiste en que los términos de la batalla política tienen que ser claros, y ellos mismos utilizan un lenguaje bastante bélico en sus comentarios públicos. Parece más bien que lo que denuncian es que los militantes del partido no entienden que sus problemas tienen causas estructurales, y no son causados por personas concretas (conclusión esta última que, ciertamente, tiene un aroma antisemitista).

Mientras que el antisemitismo sea un problema no podemos deducir que debería eliminarse ni el antagonismo político ni la responsabilidad personal

En realidad, la relevancia de las causas estructurales se propuso en la teoría continental hace 50 años (lo cual es un ejemplo de la indiferencia intelectual de los anglosajones con respecto a Europa). Imposible no mencionar aquí la manera en que filósofos europeos del siglo XX, como Althusser, Heidegger o Foucault, prácticamente intentaron abolir el sujeto —lo que arriba he llamado personas concretas— como categoría de sus teorías. Si estas teorías se aceptan, es cierto que se impide la "imputación de responsabilidad personal" que acompaña un cierto tipo de discurso populista. Que los británicos hayan llegado tan tarde a este debate conlleva, desde luego, una desventaja porque los sucesores de los pensadores europeos mencionados matizan estas teorías argumentando que si se prescinde por completo del sujeto y se atribuyen todos los fenómenos sociales a una mera serie de efectos estructurales, ya no hay ninguna persona (o grupo de personas) que pueda asumir la responsabilidad por estos. ¿Qué conclusión podemos sacar aquí?

Creo que es necesario asumir que mientras que el antisemitismo es un problema omnipresente en nuestras sociedades, no podemos deducir necesariamente de ello que debería eliminarse ni el antagonismo político ni la responsabilidad personal que a veces implica. Me parece que en algún momento hay que reconocer no solo que los problemas sociales son un efecto de intereses particulares sino también que alguien va a tener que asumir responsabilidad por ello. Una cosa son las causas generales y otra muy distinta las responsabilidades políticas. Uno puede no estar de acuerdo con estas conclusiones pero me es difícil imaginar una izquierda que no las acepte.

*Timothy Appleton, es doctor en Filosofía por la Universidad Complutense, y estudió retórica política en la Universidad de Essex, Inglaterra, con Ernesto Laclau.

El enorme escándalo sobre el antisemitismo en Gran Bretaña durante las últimas semanas —tanto Jeremy Corbyn como el partido laborista, que lidera, han sido acusados de ello— plantea cuestiones interesantes sobre la izquierda de hoy en el Reino Unido.

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