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La crisis humanitaria en Venezuela es una operación política
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La crisis humanitaria en Venezuela es una operación política

Gracias a esta crisis, el régimen puede usar los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción) para comprar adhesiones y votos en las elecciones fraudulentas que organiza

Foto: Ciudadanos venezolanos cruzan el Puente Internacional Simón Bolívar hacia Colombia. (EFE)
Ciudadanos venezolanos cruzan el Puente Internacional Simón Bolívar hacia Colombia. (EFE)

Desde el año 2005, más de dos millones de venezolanos han dejado su país. Según ACNUR, el 60% de ellos se encuentran en situación irregular. Los motivos de la emigración fueron políticos y económicos desde el principio, pero la crisis que vive el país ha acentuado de forma dramática las salidas por pura voluntad de sobrevivir. Creo que ya lo sabe todo el mundo, pero vale la pena recordarlo: Venezuela sufre un terrible desabastecimiento de todo tipo de productos, incluidos la comida y los medicamentos. Cada día, miles de personas cruzan la frontera con Colombia y —en menor medida— con Brasil. Algunos se quedan allí, otros regresan después de comprar, con el poco dinero que les queda, los productos de subsistencia que necesitan.

He podido comprobar esta situación sobre el terreno durante la misión que el Parlamento Europeo ha enviado a Cúcuta, en la frontera colombiana.

Foto: Inmigrantes venezolanos cruzan a Brasil en el paso fronterizo de Pacaraima, en noviembre de 2017. (Reuters)

La situación es tremendamente delicada, y si no se ha agravado más todavía es por la generosidad y esfuerzo de Colombia, cuyas autoridades están poniendo todo de su parte para atender al creciente número de personas desplazadas. Cuentan con la ayuda de otros países americanos y de organismos internacionales. La Unión Europea confirmó hace unas semanas un fondo dedicado de más de 35 millones de euros para ayuda humanitaria, y el comisario del ramo, Christos Stylianides, me acaba de confirmar que se plantea ampliar esta cantidad.

placeholder Fotografía cedida por el diario 'La Opinión' del Puente Internacional Simón Bolívar. (EFE)
Fotografía cedida por el diario 'La Opinión' del Puente Internacional Simón Bolívar. (EFE)

Por desgracia, se necesitaría un esfuerzo mucho mayor para atender a todos los venezolanos que lo necesitan, desde los niños que sufren desnutrición severa hasta las mujeres que no pueden dar a luz en mínimas condiciones de seguridad e higiene. Se han incrementado en un 60% las muertes en el parto. Pero es lo que se puede hacer mientras el régimen de Nicolás Maduro, atrincherado, se niegue a la apertura de un canal humanitario. El dictador y su régimen son responsables de lo que está ocurriendo.

Un informe de la OEA considera este chantaje y la propia crisis humanitaria como el más grave e inhumano de los siete delitos de lesa humanidad

En parte, lo son por incompetencia: se nombra a los responsables por su afinidad ideológica, y no por su conocimiento o experiencia. En parte, por su corrupción, cuyo más reciente hito es la incautación en Estados Unidos de 800 millones de dólares a Diosdado Cabello, hombre fuerte del narco-régimen. Pero, principalmente son culpables de la crisis por su voluntad decidida de imponer su dominio sobre un pueblo debilitado, hambriento y enfermo, un pueblo que dedique las pocas fuerzas que le quedan a sobrevivir en lugar de a combatir a la tiranía que los oprime.

Afirmo que la crisis humanitaria de Venezuela es una operación política planificada. Gracias a esta crisis, el régimen puede usar los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción) para comprar adhesiones y votos en las elecciones fraudulentas que organiza. Esto no son especulaciones: un informe de la Organización de Estados Americanos lo da por probado, y considera este chantaje y la propia crisis humanitaria como el más grave e inhumano de los siete delitos de lesa humanidad por los que se debería procesar, juzgar y condenar a Maduro y a su régimen. El nuevo presidente de Colombia, Iván Duque, ha anunciado que llevará el caso a la Corte Penal Internacional.

placeholder El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro junto a la primera dama, Cilia Flores. (EFE)
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro junto a la primera dama, Cilia Flores. (EFE)

Maduro es un tirano, pero no es original. Esta situación recuerda a las vividas en la Unión Soviética bajo los mandatos de Lenin primero y de Stalin después. Ambos indujeron hambrunas en su territorio con objetivos políticos, pero la de Stalin produjo un mayor número de víctimas porque se negó a pedir ayuda humanitaria. El régimen chavista parece en este sentido antes estalinista que leninista. En todo caso, se comprueba otra vez que el socialismo del siglo XXI se parece mucho al del siglo XX.

Debemos insistir y usar todas nuestras herramientas políticas y diplomáticas para conseguir que Venezuela recupere la democracia

El régimen ha liquidado el Estado de derecho, ha reprimido brutalmente a los opositores, tiene responsabilidad en casos de asesinato y tortura y es culpable de usar la falta de comida y medicinas contra su propio pueblo. Contra esto, la Unión Europea ha reaccionado con duras sanciones contra los jerarcas, pero no podemos detenernos aquí. Debemos insistir y usar todas nuestras herramientas políticas y diplomáticas para conseguir que Venezuela recupere la democracia, la prosperidad y el futuro que le han arrebatado. Y, por supuesto, ejercer el papel que asumimos como firmantes del Estatuto de Roma para activar sin dilación el sistema de justicia internacional del que nos hemos dotado precisamente para eso: para que los tiranos rindan cuentas de sus crímenes ante el mundo, sin subterfugios ni escapatorias.

* Beatriz Becerra es vicepresidenta de la subcomisión de Derechos Humanos en el Parlamento Europeo y eurodiputada del Grupo de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (ALDE)

Desde el año 2005, más de dos millones de venezolanos han dejado su país. Según ACNUR, el 60% de ellos se encuentran en situación irregular. Los motivos de la emigración fueron políticos y económicos desde el principio, pero la crisis que vive el país ha acentuado de forma dramática las salidas por pura voluntad de sobrevivir. Creo que ya lo sabe todo el mundo, pero vale la pena recordarlo: Venezuela sufre un terrible desabastecimiento de todo tipo de productos, incluidos la comida y los medicamentos. Cada día, miles de personas cruzan la frontera con Colombia y —en menor medida— con Brasil. Algunos se quedan allí, otros regresan después de comprar, con el poco dinero que les queda, los productos de subsistencia que necesitan.

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