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Sexo deseado, expresado y negociado
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Sexo deseado, expresado y negociado

Nos sorprendemos en pleno siglo XXI, reflexionando sobre cuestiones tales como la imposibilidad real de algunas mujeres para oponerse a relaciones que no desean

Foto: Manifestación en Sevilla contra la sentencia de La Manada. (EFE)
Manifestación en Sevilla contra la sentencia de La Manada. (EFE)

En los últimos meses se ha abierto un debate social en nuestro país, en torno a cómo debe ser el consentimiento que presten las mujeres en sus relaciones heterosexuales, y hasta qué punto este debe ser respetado.

Y así, nos sorprendemos en pleno siglo XXI, reflexionando sobre cuestiones tales como la imposibilidad real de algunas mujeres para oponerse a relaciones sexuales que no desean, o discutimos acerca de si es prescindible que las mujeres expresen —con palabras o actos concluyentes— su voluntad de querer mantener una relación sexual. E incluso, asistimos a la introducción de términos nuevos en el debate social, como el de negociación, referido al acuerdo de voluntades para que todas las partes de una relación sexual sean tenidas en cuenta, en condiciones de igualdad.

Todas estas reflexiones, en la medida que vayan poniendo el foco en los derechos y libertades de la población femenina, servirán para alimentar la conciencia social de la autoridad de las mujeres, como titulares de los mismos derechos, libertades y oportunidades que los hombres. Sin embargo, también están generando inquietud en una parte de la población masculina que, a través de las redes sociales y los distintos medios de comunicación, han manifestado abiertamente que la exigencia de un consentimiento expreso no encaja en sus experiencias sexuales habituales con mujeres e incluso, llegan a confesar abiertamente, que esta condición de expresividad, amenaza con que sus encuentros sexuales disminuyan.

Foto: 'Match Point'. Opinión
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En mi opinión, ese consentimiento expreso (entendido como palabras o acciones concluyentes, incluso en el propio acto sexual) es algo natural y consustancial a las relaciones igualitarias. De hecho, estoy convencida de que la convicción inequívoca de que existe un consentimiento mutuo es la única vía que posibilita la licitud de estas relaciones.

Máxime, en el seno de una sociedad como la nuestra, en la que se trivializa tanto con la violencia sexual que se confunde el consentimiento con el deseo, se normaliza el consentimiento viciado e incluso se confunde el consentimiento tácito con la parálisis y el bloqueo propio de aquellas mujeres que son objeto de una violación.

Este consentimiento expreso permitiría acompasar con mucho mayor rigor que hasta ahora, la realidad judicial a la ansiada igualdad real, también en la práctica sexual. Pues debemos tener presente que conforme a la regulación actual y a su desarrollo jurisprudencial, se puede negar la violentación sexual de un acto no consentido por la mujer, en aquellos casos en los que el autor del hecho hubiera actuado en la confianza de que sí fue otorgado.

'No hables en público', 'no seas ordinaria gritando', 'no gesticules', 'cierra las piernas', 'no tomes la iniciativa sexual'...

Por ello, porque efectivamente la ausencia de consentimiento por parte de la víctima es un elemento del tipo que ha de ser captado por el dolo del autor, nada mejor que exigir la normalidad del día a día de cómo funcionan las relaciones sexuales dotadas de ese convencimiento inequívoco, que solo puede conformarse a través del consentimiento expreso.

De hecho, nuestro país siempre se ha inspirado en una regulación en la que se ha considerado que cuanto mayor sea el valor de aquello que está en juego, más inequívoco debe ser el consentimiento otorgado. Quizá sea la poca importancia que tradicionalmente se le ha dado a la libertad sexual de las mujeres, lo que ahora toca revertir.

Foto: La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, a su llegada este 10 de julio a la Comisión de Igualdad del Congreso. (EFE)

Por eso, una modificación en el código penal que tipifique la falta de consentimiento expreso, como elemento del delito de violentación sexual, será un paso más hacia la normalización de cómo se manejan las relaciones sexuales en el ámbito de la igualdad real.

Devolviéndonos a las mujeres, para siempre, la voz y la expresión arrebatadas —"no hables en público", "no seas ordinaria gritando", "no gesticules", "cierra las piernas", "no tomes la iniciativa sexual", "no contestes si no se te pregunta"....—.

Y así, de la mano del consentimiento expreso se cambiará el paradigma desde el que se van a entender las relaciones sexuales en las nuevas generaciones. Alumbrándose las relaciones igualitarias con sexo deseado, expresado y negociado.

*Inés Herreros es fiscal, miembro de la Unión Progresista de Fiscales y vocal del Consejo Fiscal

En los últimos meses se ha abierto un debate social en nuestro país, en torno a cómo debe ser el consentimiento que presten las mujeres en sus relaciones heterosexuales, y hasta qué punto este debe ser respetado.

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