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La plaga del plagio llega a La Moncloa

La cuestión es doble en mi opinión: por un lado, se desprecia la verificación y la comprobación de los hechos, y aún más, se falsifica la propia actividad en varios ámbitos

Foto: Pedro Sánchez, César Luena y la exministra de Sanidad Carmen Montón. (EFE)
Pedro Sánchez, César Luena y la exministra de Sanidad Carmen Montón. (EFE)

Sufrimos una plaga, que no es de ahora, pero que es noticia porque ha llegado a La Moncloa. Se ha generalizado la mala práctica del copiar y pegar sin indicar fuente y autor; algo muy sencillo, sí, un clic, un arrastre de texto o imagen de una web, que con solo un maquillaje de diseño y maquetación muestra un digno trabajo personal. Falso. El tema tiene más calado que la simple cita mal recogida.

Lo de las falsificaciones siempre ha tenido su gracia y aceptación popular. Un bolso de Gucci, unos Adidas falsos, un polo Lacoste por pocos euros. Falsedades que no nos hacen más ricos, sí algo más 'cool', pero también un poco más tontos.

Foto: Carmen Montón, acompada de su equipo y del secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, este 11 de septiembre. (EFE)

También los bulos y desinformaciones (que hoy se bautizan como 'fake news') parten de esa esencia: me invento, copio sin comprobar o, simplemente, pateo la realidad, porque da igual, pocos se fijan o contrastan. Twitter y también nuestros wasaps certifican alguna que otra tontería. Y si no nos preguntamos nada, nos hacemos más tontos.

La cuestión es doble en mi opinión: por un lado, se desprecia la verificación y la comprobación de los hechos, y aún más, se falsifica la propia actividad en el trabajo, en la universidad, en la vida pública, lo que es compatible con sostener flagrantemente la buena voluntad. Y es lo que está en la base de todos los casos de corrupción financiera, de narcotráfico o inmobiliaria: siempre hay que falsear algo.

Twitter y también nuestros wasaps certifican alguna que otra tontería. Y si no nos preguntamos nada, nos hacemos más tontos

Algunas tertulias de radio y televisión se extrañaban hoy de que cueste tanto hacer un TFM, porque con el caso Cifuentes ya llueve sobre mojado. Sí, claro que cuesta. Periodistas y académicos que nos dedicamos a escribir: rellenar un folio, citarlo bien, en hipertexto o en pie de página, lleva mucho, mucho tiempo. Hacer un TFM (trabajo fin de máster), y por supuesto corregirlo y evaluarlo, es tarea ímproba. Y sé de lo que hablo, dirijo un máster en la Complutense que, como el 99% de los títulos universitarios, hace honor a su categoría, aunque no se cacaree tanto.

La dimisión de la ministra que vivimos este martes es un precipitado más, no tanto por un máster que se le ha puesto facilito sino por el plagio, que amén de un delito, es una falta de ética y autenticidad, de mayor relevancia por su condición de autoridad.

Plagio versus cita

Plagiar es apropiarse de la autoría de una obra ajena, o de un fragmento o idea. Es copiar y pegar sin indicar el autor y la fuente. No es un pequeño error u omisión. Cuando son negocios que se basan en eso son redes delictivas, pero también hay daño moral y patrimonial cuando hay alumnos, profesores, empresarios, cantantes o políticos que plagian a otros olímpicamente.

El artículo 270 del Código Penal castiga el plagio, como la piratería, cuando hay “ánimo de obtener un beneficio económico directo o indirecto y en perjuicio de tercero”, que no es el caso aquí ni en los trabajos de poca monta que se defienden en las universidades, pero se considera falta, y grave, en profesiones intelectuales. Los trabajos han de ser originales.

Foto: Carmen Montón. (EFE)

La cita es otra cosa. Es incorporar en texto u obra algún fragmento u obra ajenos (así lo dice el artículo 32 de la Ley española de Propiedad Intelectual), siempre que se incluya al autor y su fuente (libro, web, película, etc.). Es lícita, e incluso puede haber muchas citas en una obra, bien justificadas, porque se comentan o critican. La ciencia no empieza de cero cada vez, ni un TFM debe ser una grandísima creación, pero sí debe ser honesto, respetar la verdad, atribuir las ideas, las intuiciones a aquellos de los que lo aprendimos, y aportar conocimiento. No es un 'remix'.

Escribía hace unos días a las autoridades de mi facultad por algunos trabajos de fin de grado (TFG) de alumnos con un alto porcentaje de citas y fuentes sin reseñar. Unos programitas de 'software' nos facilitan identificar de dónde viene cada párrafo. Es patético tener que hacerlo, y más en una facultad de futuros periodistas, pero es una realidad. En mi caso, me obligó ya hace unos años a eliminar los trabajos escritos como parte de la nota, me llevé demasiados disgustos, además de muchas horas, buscando en Google párrafos sospechosos. Ahora los exponen oralmente en clase, donde no se puede mentir. O al menos hay que preparárselo, pero los TFG y los TFM forman parte del plan de estudios y son obligatorios en España, nos gusten o no.

La cita es otra cosa. Es incorporar en texto u obra algún fragmento u obra ajenos siempre que se incluya al autor y su fuente. Es lícita

También la reputación de universidades de élite, que no sabemos pronunciar bien del todo (Oxford o Cambridge), está en entredicho por falsificaciones en el Reino Unido, como informaba 'The Guardian' en abril de este año. Corruptelas de la vida ordinaria, vamos.

No siempre es fácil defender la originalidad de las propias ideas (ninguno de nosotros es demasiado original), pero sí la autenticidad de las citas, y la comprobación de las fuentes, es “elemental, querido Watson”, como diría Sherlock. Perdón, Doyle, el creador de Sherlock, de Sherlock Homes.

Trabajemos mejor, que las tecnologías, por favor, no nos hagan más tontos.

*Loreto Corredoira es profesora de Derecho de la Información en la Universidad Complutense de Madrid.

Sufrimos una plaga, que no es de ahora, pero que es noticia porque ha llegado a La Moncloa. Se ha generalizado la mala práctica del copiar y pegar sin indicar fuente y autor; algo muy sencillo, sí, un clic, un arrastre de texto o imagen de una web, que con solo un maquillaje de diseño y maquetación muestra un digno trabajo personal. Falso. El tema tiene más calado que la simple cita mal recogida.

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