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Por una política migratoria racional y compatible con los Derechos Humanos
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Beatriz Becerra

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Por una política migratoria racional y compatible con los Derechos Humanos

Hay racismo y xenofobia en la política europea y los Derechos Humanos están siendo cuestionados, tal vez no de forma abierta, pero sí respecto a los valores liberales que los justifican

Foto: Fotografía facilitada por Save the Children de la llegada de refugiados a la costa de la isla griega de Lesbos. (EFE)
Fotografía facilitada por Save the Children de la llegada de refugiados a la costa de la isla griega de Lesbos. (EFE)

Si se pregunta a los líderes políticos europeos si son racistas o xenófobos, ninguno dirá que lo es. Si preguntamos si rechazan la entrada de cualquier migrante o refugiado, todos dirán que no, que solo están en contra de la inmigración ilegal. Y si la pregunta es si creen en los Derechos Humanos, todos dirán que sí. Y, sin embargo, hay racismo y xenofobia en la política europea y los Derechos Humanos están siendo cuestionados, tal vez no de forma abierta, pero sí respecto a los valores liberales que los justifican.

Los nacional-populistas han encontrado un lenguaje y una retórica para hacer política xenófoba. Sin entrar en el uso que hacen de la desinformación, repiten todo el tiempo que solo se oponen a la inmigración ilegal. Destacan con alarma toda estadística que habla del aumento de los flujos, mientras ocultan las que destacan que dicen lo contrario. Cuando un extranjero comete un delito, lo pregonan a los cuatro vientos, pero ocultan los beneficios de la inmigración para las sociedades occidentales. Han encontrado una bendición en los términos “corrección política” y “buenismo”, que permiten descartar cualquier valoración ética que no les dé la razón. Así pueden olvidarse de que 30.000 personas han muerto tratando de llegar a Europa como si no fuera con ellos.

No hay duda de que la izquierda ha abonado el campo para todo esto, con sus políticas de identidad y con su afán de censura. De inmigrantes y refugiados habría que hablar con franqueza y ateniéndonos a todos los hechos, no solo a los que nos convienen. Cuando dejamos de hacerlo, damos alas a los extremistas.

Creo que la respuesta de la democracia liberal debe ser realista, sin idealizar ni demonizar al migrante y siempre respetuosa con los Derechos Humanos y la legalidad internacional. No podemos eludir la cuestión moral ni perder el sentido de la realidad. En este sentido, creo que ha sido positiva la aprobación en el Parlamento Europeo de una iniciativa que solicita a la Comisión Europea un visado humanitario para que los posibles refugiados puedan solicitar asilo en las embajadas y consulados de los países de la Unión. Esto permitiría, por una parte, que los posibles refugiados viajaran de forma segura al país en el que solicitan ser acogidos, evitando caer en manos de las mafias y perder la vida en viajes extremadamente peligrosos. Por otra parte, el flujo de refugiados estaría más controlado, evitaríamos rumores interesados sobre cuántos están entrando y reduciríamos el efecto de las teorías de la conspiración.

La izquierda ha abonado el campo para todo esto, con sus políticas de identidad y su afán de censura. De inmigrantes habría que hablar con franqueza. Cuando no lo hacemos damos alas a extremistas

La iniciativa se aprobó en la Eurocámara por amplia mayoría, pero hubo casi 200 votos en contra, una cantidad nada despreciable. El exministro belga de inmigración Theo Francken (conocido en España por su apoyo al expresidente autonómico Carles Puigdemont) dijo que la medida supone ampliar las fronteras europeas hasta sus embajadas y consulados, lo que haría aumentar las llegadas. Es obvio que el número ideal de refugiados en Europa para Francken es igual a cero. Sencillamente, él y sus parientes políticos no quieren extranjeros en Europa bajo ningún concepto.

¿Es “buenismo” el derecho de asilo? ¿Es corrección política señalar las decenas de miles de muertos en el Mediterráneo? No. Es mirar la realidad cara a cara y asumir la responsabilidad que nos corresponde. No solo de forma abstracta, sino por los compromisos internacionales que hemos asumido. Debemos explicar a los ciudadanos europeos que es posible gestionar los flujos migratorios de una forma racional. Y que si permitimos que los Derechos Humanos se conviertan en letra muerta, entonces también lo serán para nosotros, dejándonos desprotegidos ante la arbitrariedad de Estados y gobiernos.

Los visados humanitarios nos enseñan el camino para hacer posible una política migratoria y de asilo racional y controlada. No es suficiente, por supuesto. Necesitamos también una política migratoria común que haga responsables a todos los países de la Unión. Pienso en eso cada vez que veo a Salvini de la mano de Orbán. Italia es un punto de entrada de migrantes y Hungría es un país que se niega a acoger a los que llegan. Tienen intereses opuestos y terminarán chocando gravemente. Es el destino de los nacionalistas.

La cuestión migratoria pasa por una Unión Europea más fuerte y más capaz de defender sus intereses y sus valores. Trabajemos con seriedad y rigor

Más a largo plazo, la cuestión migratoria pasa por una Unión Europea más fuerte y más capaz de defender sus intereses y sus valores. Capaz, por ejemplo, de evitar una guerra civil en Siria que conduzca a una crisis humanitaria. O de convencer a ciertos países de que no permitan el negocio de las mafias que trafican con personas. La política de defensa y seguridad europea, bien articulada y dotada de los medios suficientes, podría ayudar también a controlar los flujos migratorios a largo plazo.

Debemos dar los pasos correctos y al mismo tiempo combatir el lenguaje mentiroso de los nacional-populistas. No podemos envilecernos aceptando su marco discursivo ni alejarnos tanto de la realidad que les demos argumentos. Trabajemos con seriedad y rigor en medidas prácticas y eficaces, que permitan a los países tomar decisiones sobre los flujos migratorios y que sean compatibles con los Derechos Humanos.

* Beatriz Becerra es vicepresidenta de la subcomisión de Derechos Humanos en el Parlamento Europeo y eurodiputada del Grupo de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (ALDE). Acaba de publicar Eres liberal y no lo sabes (Deusto).

Si se pregunta a los líderes políticos europeos si son racistas o xenófobos, ninguno dirá que lo es. Si preguntamos si rechazan la entrada de cualquier migrante o refugiado, todos dirán que no, que solo están en contra de la inmigración ilegal. Y si la pregunta es si creen en los Derechos Humanos, todos dirán que sí. Y, sin embargo, hay racismo y xenofobia en la política europea y los Derechos Humanos están siendo cuestionados, tal vez no de forma abierta, pero sí respecto a los valores liberales que los justifican.

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