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Pilar Marcos

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El relato sin relator

En el mundo de los relatos victimistas hay siempre hueco a interpretaciones alternativas: el rechazo ahora al relator y su consecuencia, la más que probable devolución de los Presupuestos

Foto: Pedro Sánchez y Quim Torra, en su reunión de diciembre en Barcelona. (Reuters)
Pedro Sánchez y Quim Torra, en su reunión de diciembre en Barcelona. (Reuters)

Debimos haberlo previsto. En las escasas 150 palabras del comunicado de Pedralbes —sí, aquel comunicado conjunto, de igual a igual, que hicieron público Pedro Sánchez y Quim Torra tras su reunión 'bilateral' de diciembre—, ya estaba implícita la aceptación de mesas de partidos, mediadores, relatores y todo lo que fuese necesario para mantener vivo el relato del independentismo. Lo estaba en afirmaciones como que “ambos gobiernos coinciden en la existencia de un conflicto”, o que “deben seguir potenciándose espacios de diálogo”… Parecen palabras inocentes, pero los mediadores y relatores son actores habituales en conflictos, en especial después de sangrientas guerras, y las mesas de partidos son una alternativa a los parlamentos cuando estos o no existen o se les niega la legitimidad democrática. Son las inocentes palabras del relato separatista.

También era previsible que —en vísperas del inicio del juicio del 'procés'— se hiciera exhibición pública de todo lo que quedó oculto en aquella reunión de Pedralbes: los incalificables 21 puntos de Torra, que Sánchez dio por secretos para no hacer imposible la firma de aquella declaración con “conflicto” y “espacios de diálogo”. Era previsible la exhibición y exigencia de ligarlo todo (y todo incluye los Presupuestos) a la reclamación de gestos con los que seguir alimentando el relato. Porque el relato se alimenta de gestos, y el separatismo vive encerrado con su relato como único alimento.

Incluso, quizá, fuera previsible —para Sánchez y sus asesores de imagen— el enfado que aceptar mediadores, relatores y mesas de partidos iba a provocar en lo que ellos llaman “las derechas”. Puestos a prever, alguno quizás incluso barruntó que crujirían silentes la quilla y las cuadernas de lo que los socialistas conocen como el 'antiguo testamento' de su partido. Crujieron, y no precisamente silentes.

¿Qué más debimos haber previsto? Quizá, solo quizá, que a Sánchez le importe muy poco que sus Presupuestos sean devueltos al Gobierno en la votación del miércoles. Conviene no olvidar que en el 'manual de resistencia' de Pedro Sánchez todo es instrumental y sirve a un único objetivo: Pedro Sánchez.

En el juicio que empieza el martes, no se dirime ningún conflicto sino graves incumplimientos de la ley en nuestra democracia

Hoy, en la víspera del inicio del juicio del 'procés', la devolución (o eventual retirada) es más que probable y, en condiciones normales, tal cosa se entendería como una grave derrota a un Gobierno en una minoría de solo 84 escaños; una derrota que debería abocarlo, casi automáticamente, a convocar prontas elecciones. La devolución parece un escenario seguro tras el sorpresivo anuncio, a mediodía del viernes, de la “suspensión” (o el paripé de suspensión) de las negociaciones del Gobierno con los separatistas, que se apresuraron a acusarlo de plegarse a “las derechas” por “falta de coraje”. Pronto, uno y otro aclararon que su “suspensión” no da nada por roto… no vaya a ser.

¿Nos aboca tal suspensión a inmediatas elecciones? Quizá sí, y posiblemente no. Porque en el mundo de los relatos victimistas hay siempre hueco a interpretaciones alternativas: el rechazo ahora al relator, y su consecuencia inmediata, la más que probable devolución el miércoles de los Presupuestos (si no se retiran un minuto antes), se relatará como el resultado de la determinación de Sánchez de no ceder a las exigencias separatistas.

O sea, ¿que no cede? Más bien, que solo puede seguir cediendo si no se nota, si se hace con disimulo. Y, de momento, lo importante es que ahora hay relato para ambas partes: a los independentistas les permite iniciar el juicio del 'procés' con un duro gesto contra el Gobierno de España, y a los de Sánchez hacer como que asumen la grave derrota parlamentaria de perder sus Presupuestos por no haber cedido a las exigencias del relator separatista. Incluso concede relato a esos socialistas del antiguo testamento cuyo crujido, esta vez, no ha sido silente: Sánchez ha rechazado, gracias a ellos, a esos relatores que en tan comprometido lugar han dejado a su vicepresidenta Calvo. Un triple relato sin necesidad de relator y con el éxito añadido de la devolución de unos Presupuestos que contaban con el rechazo de todos los que tienen un mínimo de criterio en la materia.

Hay un cuarto destinatario del relato sin relator: la 'derecha', enfadada y en la calle. Porque el cuarto relato, sin duda el más querido para Sánchez y sus variados socios y exsocios, es el de señalar a una derecha enfadada sin motivo, y en la calle por su afán de crispar. Pero el enfado tiene motivo, porque jugar a aceptar “conflictos, mesas de partidos, mediadores y relatores” en una democracia equivale a jugar a rechazar los tribunales, jueces, leyes y parlamentos de esa democracia. Equivale, en definitiva, a poner en almoneda la Constitución y la institucionalidad que ella nos garantiza.

Decir ahora que no se cederá más es una forma de reconocer que se estaba cediendo hasta ese mismo instante

Porque en el juicio que empieza el martes no se dirime ningún conflicto sino graves incumplimientos de la ley en nuestra democracia. Porque las mesas de partidos, en democracia, son los parlamentos; los mediadores son los diputados elegidos en urnas con garantías democráticas, y los relatores, los diarios de sesiones y, también, los medios de comunicación.

Enfadada, y en la calle este domingo en Madrid, porque con la democracia no se juega, y ese motivo va más allá de la confianza en uno u otro partido, que se deposita periódicamente en las urnas. Y, también, porque decir ahora que no se cederá más es una forma de reconocer que se estaba cediendo hasta ese mismo instante. Por eso, la concentración de Colón se convocó sin siglas de partido y con voluntad de que fuera transversal.

¿Y después? Después, y tras el manido paréntesis de guerras de cifras y comparaciones, quedará lo importante: la defensa cotidiana, día a día, sin descanso, de la institucionalidad en las instituciones, del debate en los parlamentos y de la garantía del cumplimiento de la ley en los tribunales. Con toda la capacidad de convicción que cada uno tenga y con la seguridad de que defender la democracia constitucional española merece siempre mucho la pena.

El relato —ya sin relator, por suerte— deja, en todo caso, dos buenas noticias para todos. La primera es que seguirán vigentes los Presupuestos aprobados por el Gobierno de Mariano Rajoy y el Partido Popular. Y la segunda es que quizá, solo quizás, hoy estemos más cerca de la convocatoria de elecciones generales. Daría tiempo a convocarlas incluso en abril, o en el superdomingo del 26 de mayo, o en otoño o… ¿quién sabe?

*Pilar Marcos es diputada del PP por Madrid.

Debimos haberlo previsto. En las escasas 150 palabras del comunicado de Pedralbes —sí, aquel comunicado conjunto, de igual a igual, que hicieron público Pedro Sánchez y Quim Torra tras su reunión 'bilateral' de diciembre—, ya estaba implícita la aceptación de mesas de partidos, mediadores, relatores y todo lo que fuese necesario para mantener vivo el relato del independentismo. Lo estaba en afirmaciones como que “ambos gobiernos coinciden en la existencia de un conflicto”, o que “deben seguir potenciándose espacios de diálogo”… Parecen palabras inocentes, pero los mediadores y relatores son actores habituales en conflictos, en especial después de sangrientas guerras, y las mesas de partidos son una alternativa a los parlamentos cuando estos o no existen o se les niega la legitimidad democrática. Son las inocentes palabras del relato separatista.

Quim Torra Mariano Rajoy