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Los medios colonizaron la política
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Juanma del Olmo

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Los medios colonizaron la política

El 'reality show' es un género televisivo que no precisa de guion, porque se basa en retransmitir el comportamiento de las personas que participan en él

Foto: Plató de 'Al rojo vivo'.
Plató de 'Al rojo vivo'.

Alucinaba estas Navidades cuando pasaba tiempo con mi familia al comprobar cómo nos atrapa a todos, desde mis abuelos hasta los más pequeños, el hecho de sentarnos delante de la televisión viendo a niños batir huevos o freír patatas. El 'reality show' es un género televisivo que no precisa de guion, porque se basa en retransmitir el comportamiento de las personas que participan en él; y puede decirse que lo que, hasta hace poco tiempo, era tan solo un género televisivo se ha convertido en la proyección de la nueva realidad virtual: nuestras propias vidas.

En esta nueva realidad virtual, te relacionas en entornos donde muestras cómo te gustaría ser en vez de mostrar quién eres. Es una de las diferencias fundamentales entre la relación presencial y la relación virtual. Hablamos de Facebook, de Twitter, de WhatsApp… ¡y de Tinder!, una red social de relaciones fugaces donde todo es mentira, una actuación constante por ver quién se lleva el gato al agua, o más gatos al agua, mostrando lo que intuyes que el otro quiere ver para convencerlo de tener una cita y, si hay suerte, con sexo. En el fondo, se trata de un concurso de popularidad y de comprobar quién es más habilidoso para ser elegido y llevarse el premio. La mejor foto, el mejor enganche, y comienza la partida. Generas contenido en la red y esta favorecerá tus posibilidades de conseguir el objetivo; en un par de horas (depende de los concursantes), vuelta a empezar. Instagram viene a inaugurar la posibilidad de ser el director de televisión de tu propia vida, de contarla como una serie, como una película o como tu propio 'reality show'. Tú también puedes ser el protagonista. Lo que aún nos queda por ver.

Se trata de una vuelta de tuerca a la evolución de nuestras formas de vida. El neoliberalismo descubrió que si en vez de privar el acceso, todos podemos acceder a la sala de pantallas del 'Gran Hermano', es un gran negocio y a la vez estamos más atrapados.

La política, fundamentalmente mediática, está atrapada por el 'reality show', que se la ha comido hasta tal punto que es presentada como concurso

La política no es ajena a esto. El campo mediático ha colonizado el campo político. La política, que es fundamentalmente mediática, se ha visto atrapada por el 'reality show', el cual se la ha comido hasta tal punto que es hoy presentada como un concurso. Siempre han sido los programas con más audiencia, por lo que era cuestión de tiempo que los formatos que mejor funcionan se extendiesen a los demás y, de este modo, comenzaron a emitir la política como un 'reality show', porque lo importante es conseguir audiencia. La colonización del campo político por el campo mediático ha transformado también a los propios partidos políticos en partidos-medio de comunicación. La política lleva ya mucho tiempo siendo, fundamentalmente, política mediática; y los discursos y la batalla de ideas se diseñan pensando en este formato.

Programas como 'Al rojo vivo', 'LaSexta noche', las desaparecidas 'Las mañanas de Cuatro'… son pantallas que retransmiten el reality show. El particular estilo de Antonio Ferreras, o el de Javier Ruiz, formatean la actualidad política para convertirla en reality: ahí radica una parte de su éxito.

Foto: Manifestación del 15M en Madrid. (Reuters) Opinión
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Todo esto podría no parecer novedoso, si no tuviéramos en cuenta dos elementos introducidos recientemente, y que son decisivos: la aceleración en la publicación de encuestas y sondeos, y la aceptación de los medios a dialogar con las redes sociales. Cada día aparecen nuevas encuestas y nuevos sondeos que permiten transformar la actualidad política con el ingrediente principal del 'reality show': el concurso, porque no puede existir un buen 'reality' si no hay un concurso. Y se refuerza la sociedad de la competencia frente a la de la cooperación. No es que interese más la política hoy, es que han encontrado el formato en el que hacerla digerible. También saboreamos comida basura conscientes de que no es la preferida, pero el capitalismo siempre encuentra una forma de que consumas. Todo se puede llegar a consumir. Nos estamos comiendo también el planeta. Hoy se consume el relato político atravesado por el 'reality show' y, por lo tanto, los actores que participan en su elaboración también lo hacen conscientes de que su efectividad está determinada por este formato. Pero esto no es exclusivo de la televisión: los diarios digitales, las radios y el resto de medios de comunicación son parte de un ecosistema que ya gira en la misma dirección. Las redes sociales permiten una emisión 24x7 y la participación del público, además de brindar el espacio para que puedan colarse comentaristas o protagonistas ocasionales.

La narración de las diferencias internas en los partidos parece contada por un guionista de 'Juego de Tronos'. Las primarias son momentos especiales, cuando todos los ingredientes están reunidos. Popularizar perfiles diferentes de los personajes para que el público pueda elegir: esto será determinante en las peleas internas de los partidos o para ver quién tiene razón y que, al final, la audiencia decida. Lo que es efectivo para un partido político, es aburrido para el espectador. Es aburrido que los partidos debatan, que lleguen a acuerdos y que todos sus portavoces defiendan lo mismo sin polémicas entre ellos. Eso no genera tanta audiencia como la conspiración, la venganza o la traición; lo sabe cualquier programador. Y así se rompe la posibilidad colectiva de los partidos y estos se desnaturalizan, al mismo tiempo que el miedo a la retransmisión del conflicto o a la desunión inhabilita, poco a poco, los espacios de reflexión de los partidos.

Es aburrido que los partidos debatan, que lleguen a acuerdos y que todos sus portavoces defiendan lo mismo sin polémicas entre ellos

Por un lado, vemos reapariciones constantes de veteranos de la política. No hay semana que no tengamos a algún veterano o retirado de cualquier partido comentando detalles del concurso; y esto es así porque fueron referentes para el público. Y, por otro, observamos también cómo se invade la vida privada de los 'concursantes', lo que no se ve dentro del concurso pero que alguien te ofrece. Qué importan los derechos de los concursantes (ellos han elegido estar ahí) si se puede conseguir audiencia y entretenernos a todos y todas un rato. Total, la vida está llena de momentos difíciles y cualquiera merece un momento para que le distraigan, aunque sea a costa de otros. Menudo mensaje de mierda hay por debajo.

Y se puede estropear todo mucho más, porque no es un asunto sólo de formatos. ¿Quién puede parar a un personaje como Eduardo Inda, compañero de operaciones del comisario Villarejo? "Si es un delincuente, hay que denunciar y actuará la Justicia", diría cualquier persona con dos dedos de frente. Pues no, pregunten a Risto Mejide, que es un producto inteligente del 'reality', y sabe cómo funciona nuestro mundo.

En la vorágine acelerada del 'reality show' desviamos la atención para escuchar ruido, que nos quita tiempo para leer a Víctor Sampedro, quien, en su libro 'Dietética Digital', ya nos alertaba de que Donald Trump, antes de ser presidente de Estados Unidos, protagonizó un 'reality show'.
Lo que explota en Estados Unidos acaba salpicando al resto.


*Juanma del Olmo es autor del libro ‘La política por otros medios’ y secretario de Comunicación de Podemos.

Alucinaba estas Navidades cuando pasaba tiempo con mi familia al comprobar cómo nos atrapa a todos, desde mis abuelos hasta los más pequeños, el hecho de sentarnos delante de la televisión viendo a niños batir huevos o freír patatas. El 'reality show' es un género televisivo que no precisa de guion, porque se basa en retransmitir el comportamiento de las personas que participan en él; y puede decirse que lo que, hasta hace poco tiempo, era tan solo un género televisivo se ha convertido en la proyección de la nueva realidad virtual: nuestras propias vidas.

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