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El empresario y los valores

Me parece que, aun aceptando los fallos del sistema, el actual posicionamiento de muchos partidos y sectores sociales contra el mundo empresarial es muy perjudicial para nuestro futuro

Foto: Bolsa de Madrid. (EFE)
Bolsa de Madrid. (EFE)

Hace unos días, un compañero de carrera asistió en Ginebra al funeral por un amigo banquero y de religión calvinista. Volvió de la ciudad suiza con un shock emocional. El pastor calvinista, en su homilía, ensalzó la vida del banquero que en su actividad profesional había ayudado al desarrollo de muchas empresas, algunas de las cuales habían alcanzado un reconocido prestigio internacional. La posición económica de la que gozaba el banquero, en palabras del pastor calvinista, no era sino la recompensa que Dios le había dado por haber coadyuvado a su acción creadora.

En España y también en algunos sectores de los países europeos de nuestro entorno, tal posicionamiento resultaría impensable tanto en la sociedad civil como en los mismos púlpitos eclesiales. Le comenté que la mala reputación de los empresarios, en especial de los banqueros, se debía, a mi entender, a actuaciones individuales no éticas y a la insuficiente reacción ante los problemas sociales, salariales y ecológicos, temas muy sensibles en la sociedad de nuestros días. Le indiqué, sin embargo, que la mayoría luchaban por mantener sus empresas y/o mejorar su eficiencia para poder responder adecuadamente a las exigencias crecientes de la sociedad.

Foto: Oficinas de bancos españoles

Aun aceptando mis razonamientos, mi amigo insistía en denunciar lo que, en su opinión, era el espejo de una sociedad donde la envidia y la hipocresía eran santo y seña. Una sociedad acomodaticia y sin ganas de superación. Me acuerdo —me decía—, de una serie de dibujos animados infantiles de gran éxito emitidos en España hace unos pocos años en la que los 'malos' siempre eran los empresarios, los banqueros con su puro y los militares.

Tienes razón, le repliqué, pero también hay que reconocer que una parte de los empresarios se ha olvidado de aplicar sus propios valores: creación de riqueza, creación de puestos de trabajo, compromiso por resolver las necesidades de su entorno, por visiones cortoplacistas vendiendo sus empresas o posiciones e invirtiendo en actividades más especulativas. No todo el mundo son 'ortegas' o 'roigs'…

Interrumpimos aquí nuestra conversación repetitiva y contradictoria pero personalmente me ha servido de tema para la reflexión. Me parece que, aun aceptando los fallos del sistema, el actual posicionamiento de muchos partidos, órganos de prensa, y sectores sociales contra el mundo empresarial y la economía liberal que rige en los países desarrollados económicamente es muy perjudicial para nuestro futuro.

El actual posicionamiento de muchos partidos y sectores sociales contra el mundo empresarial es muy perjudicial para nuestro futuro

Estas actitudes provocan falta de vocaciones empresariales y que comunidades antes de ejemplo de industrialización se hayan convertido en criadores de funcionarios que, si bien necesarios, no son creadores de riqueza.

Valores como el trabajo, el espíritu de superación, la iniciativa, la reciedumbre para superar las situaciones difíciles, son términos que a buena parte de nuestra juventud ni les suena.

Wiston Churchill decía que se ganan las guerras con "sangre, sudor y lágrimas". De no tenerlo en cuenta la actual situación económica española a corto plazo podría cambiar rápidamente a muy peligrosa.

*Jorge Soley Sans es profesor de IESE Business School.

Hace unos días, un compañero de carrera asistió en Ginebra al funeral por un amigo banquero y de religión calvinista. Volvió de la ciudad suiza con un shock emocional. El pastor calvinista, en su homilía, ensalzó la vida del banquero que en su actividad profesional había ayudado al desarrollo de muchas empresas, algunas de las cuales habían alcanzado un reconocido prestigio internacional. La posición económica de la que gozaba el banquero, en palabras del pastor calvinista, no era sino la recompensa que Dios le había dado por haber coadyuvado a su acción creadora.

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