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¿Puede la matanza de Nueva Zelanda producirse en España?

Ningún estado puede mantener los niveles de delincuencia a cero. Lo que sí puede es adecuarlos a cotas socialmente aceptables y concebirlos como algo natural e inevitable

Foto: Un devoto musulmán reza en un monumento improvisado en la mezquita de Al Noor en Deans Rd., Christchurch (Nueva Zelanda). (EFE)
Un devoto musulmán reza en un monumento improvisado en la mezquita de Al Noor en Deans Rd., Christchurch (Nueva Zelanda). (EFE)

Desde que Brenton Tarrant, un australiano de 28 años con claros vínculos con la extrema derecha, masacrara dos mezquitas en la ciudad neozelandesa de Christchurch y dejara la friolera de 50 asesinados y 48 heridos, la mayoría inmigrantes o refugiados, son muchas las dudas que se plantean, máxime después de saber que en los cargadores de las armas del terrorista había inscripciones con la leyenda Pelayo, en referencia al rey de Asturias (718-737) e icono de la reconquista, y Josué Estébanez, el asesino de Carlos Javier Palomino. Breton Tarrant, además, realizó un viaje a España y Portugal. ¿Cómo es posible que una sola persona tenga tanta capacidad destructiva? ¿Nadie del entorno del asesino pudo advertir del peligro? ¿Es posible que suceda lo mismo en España?

Lamentablemente ningún estado puede mantener los niveles de delincuencia a cero. Lo que sí puede es adecuarlos a cotas socialmente aceptables y concebirlos como algo natural e inevitable. Obviamente un ataque de estas características no sería admitido en ningún país democrático. Lo mismo ocurre con la radicalización violenta, el terrorismo de baja intensidad y su máximo exponente, el terrorismo global, que ya no entiende de ideología, ni religiosa, ni política, ni de otra naturaleza. Este último solo es posible comprenderlo como un todo, radicalización. Varios autores explican el proceso de evolución del terrorista. Hablan de que en sus inicios se considera un simpatizante/seguidor. Posteriormente evoluciona hacia un activista de la misma causa. Después pasa a ser un radical. Y finalmente se convierte en terrorista. Es precisamente en esa perspectiva en la que debemos comprender la mutación del terrorismo actual, sin género, como una amenaza despiadada sea cual sea su origen.

Entre la fase de radicalización y la de terrorista se podría añadir un nuevo escalón denominado radicalización violenta, diferenciando entre los que se expresan de forma agresiva y aquellos que no materializan sus ideas. En España desgraciadamente por propia experiencia sabemos combatir el terrorismo y sus múltiples formas. Y, lo que es más importante, hemos logrado mantener la paz social ante cualquier amenaza generando siempre una respuesta institucional que nos ha hecho crear mecanismos de defensa ante cualquier ataque. No podemos olvidar que desde junio de 2015 el nivel de alerta antiterrorista en nuestro país es 4, sobre un máximo de 5, y además se ha visto reforzado hasta el máximo posible, lo que conlleva una implicación integral de todos los actores sociales.

Ante este fenómeno de la radicalización violenta, que no es nuevo para los servicios de inteligencia de nuestro país, en enero del año 2015 la Secretaría de Estado de Seguridad, dependiente del Ministerio del Interior, aprobó en Consejo de Ministros el Plan Estratégico Nacional de Lucha contra la Radicalización Violenta (PEN-LCRV) al que le corresponde coordinar, desarrollar e implementar todas las medidas relativas a estos procesos y su detección temprana. Bajo el paraguas del PEN-LCRV se creó el proyecto Stop radicalismos, que desarrolla un instrumento especializado en dicha materia, el Centro de Coordinación de Información sobre Radicalización (CCIR), que permite el flujo de la información e implica y conecta a los ciudadanos con el citado plan.

En España el nivel 4 reforzado de la amenaza antiterrorista nos mantiene en alerta y en una tensión controlada ante cualquier desafío

¿Puede la matanza de Nueva Zelanda producirse en España? Sí, la seguridad total no existe. ¿Estamos preparados ante una amenaza de estas características? Sí, en España el nivel 4 reforzado de la amenaza antiterrorista nos mantiene en alerta y en una tensión controlada ante cualquier desafío. ¿Es posible detectar la radicalización de un individuo? Sí, la sociedad y su implicación juegan un papel fundamental que a través de diversos mecanismo, como PEN-LCRV y el CCIR, permite a los servicios de inteligencia una detección temprana y por tanto la adopción de medidas ante todo tipo de radicalización, incluso antes de que esta sea violenta.

El terrorismo del siglo XXI actúa en cualquier parte del mundo como franquicias del terror sin necesidad de estructuras, emerge de forma espontánea, pero ese periodo de efervescencia puede ser detectado y controlado, y en España estamos a la vanguardia.

*Victor Valentín Cotobal, vicepresidente y analista en terrorismo de la Asociación Dignidad y Justicia.

Desde que Brenton Tarrant, un australiano de 28 años con claros vínculos con la extrema derecha, masacrara dos mezquitas en la ciudad neozelandesa de Christchurch y dejara la friolera de 50 asesinados y 48 heridos, la mayoría inmigrantes o refugiados, son muchas las dudas que se plantean, máxime después de saber que en los cargadores de las armas del terrorista había inscripciones con la leyenda Pelayo, en referencia al rey de Asturias (718-737) e icono de la reconquista, y Josué Estébanez, el asesino de Carlos Javier Palomino. Breton Tarrant, además, realizó un viaje a España y Portugal. ¿Cómo es posible que una sola persona tenga tanta capacidad destructiva? ¿Nadie del entorno del asesino pudo advertir del peligro? ¿Es posible que suceda lo mismo en España?

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