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Política de pactos y responsabilidad

No se entiende que de repente este prometedor partido abandone su idea de colaboración con las fuerzas constitucionalistas y se permita repetir el tan dañino 'no es no' de 2016

Foto: El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, y la diputada Inés Arrimadas, en la reunión del grupo parlamentario en el Congreso. (EFE)
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, y la diputada Inés Arrimadas, en la reunión del grupo parlamentario en el Congreso. (EFE)

Fue a principios de 2016 cuando el PSOE expresó por primera vez su 'no es no' a una posible investidura de Mariano Rajoy. En aquel entonces, en España surgía la esperanza de la mano de un nuevo partido constitucionalista que poco a poco empezaba a introducirse en las distintas cámaras españolas. Este joven partido prometía superar, de una vez para siempre, el histórico bipartidismo español que tanto daño nos ha venido haciendo por su generalizada falta de pactos y colaboraciones en los diferentes gobiernos que hemos tenido en España, sobre todo a nivel nacional.

Foto: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, durante su última reunión pública juntos, el pasado 11 de junio en el Congreso. (Inma Mesa | PSOE)

Como alemán afincado en España desde hace más de 30 años, recuerdo con orgullo la época de gran estabilidad en la política alemana que nos proporcionó durante las últimas décadas el pequeño partido liberal alemán FDP, que raras veces conseguía más de un 15% en las urnas, pero que con su sentido de Estado y responsabilidad solía formar parte casi siempre de los distintos gobiernos nacionales, tanto los liderados por los socialdemócratas del SPD, como por los cristianodemócratas de la CDU, dando al país una política constitucional estable y coherente durante años. Y fue esta misma política la que nos llevó en Alemania a un acontecimiento histórico inaudito y que nadie se había atrevido ni siquiera a imaginar, la reunificación alemana, siendo uno de sus indudables artífices el ya fallecido gran político liberal Hans Dietrich Genscher, ministro de Asuntos Exteriores ininterrumpidamente durante más de 18 años, de 1974 a 1992.

Volviendo a nuestro país, España, afortunadamente todavía no tenemos que hablar de una 'reunificación'; ya tenemos suficiente con mantener la unidad territorial de España, cuestionada actualmente por algunas fuerzas políticas. El joven partido liberal español al que me refiero tiene prometido como objetivo principal a su electorado la lucha contra los diferentes movimientos separatistas, que ponen en peligro precisamente esta unidad de España, habiéndole otorgado los españoles en las recientes elecciones generales un resultado sólido y más que suficiente para formar un Gobierno estable de centro socialdemócrata junto con el PSOE.

Foto: El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera (i); la portavoz de la ejecutiva y secretaria de Formación, Inés Arrimadas; y el secretario general, José Manuel Villegas (i). (EFE)

Al menos desde mi punto de vista, y quizás algo se me escapa, no se entiende que de repente este prometedor partido abandone su brillante idea de colaboración con las fuerzas constitucionalistas y, a pesar de que el pueblo, el único soberano en una democracia, le ha otorgado este resultado, se permita repetir el tan dañino 'no es no' de 2016. Y por si fuera poco, incluso se permite coquetear a distintos niveles regionales con otro nuevo partido de ideología conservadora y poco definida en estos momentos.

Estamos a tiempo de que el partido liberal al que me refiero reflexione y use sus escaños para la negociación de lo que podría ser el primer Gobierno de coalición en la historia de la España demócrata, siendo coherente —en estos difíciles momentos— con su promesa de superar definitivamente el bipartidismo y liberando a la vez, en la investidura que se avecina, a Pedro Sánchez de la necesidad del apoyo de aquellos partidos que no tienen ningún interés en la política nacional.

*Stefan Meyer, abogado.

Fue a principios de 2016 cuando el PSOE expresó por primera vez su 'no es no' a una posible investidura de Mariano Rajoy. En aquel entonces, en España surgía la esperanza de la mano de un nuevo partido constitucionalista que poco a poco empezaba a introducirse en las distintas cámaras españolas. Este joven partido prometía superar, de una vez para siempre, el histórico bipartidismo español que tanto daño nos ha venido haciendo por su generalizada falta de pactos y colaboraciones en los diferentes gobiernos que hemos tenido en España, sobre todo a nivel nacional.

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