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Multinacionales: ¿Una fiscalidad para engañarnos a todos?
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Francisco de la Torre Díaz

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Multinacionales: ¿Una fiscalidad para engañarnos a todos?

Que los impuestos se paguen donde se tienen que pagar es una cuestión clave. Si no es así, los beneficios se desvían hacia cualquier sitio, paraíso fiscal o no, donde se paguen impuestos ridículos

Foto: El comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Fiscalidad y Aduanas, Pierre Moscovici. (EFE)
El comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Fiscalidad y Aduanas, Pierre Moscovici. (EFE)

Las empresas que más dinero ganan en el mundo son, paradójicamente, las que pagan menos tasa de impuestos sobre sus beneficios. Esta triste afirmación se podía haber realizado hace cinco, diez o quince años, pero, al menos desde la perspectiva española o europea, aunque han cambiado las formas y el lenguaje, no ha habido un cambio sustancial. Por eso, nos enfrentamos a un desafío político y económico de una enorme importancia. Solo podremos mantener los estados del bienestar en la era de la globalización y la digitalización, si adaptamos la fiscalidad a un mundo global y digital. Y eso no se puede hacer, nos guste o no, de forma local y unilateral. De ahí la importancia de que los líderes del G-7, reunidos en Biarritz desde el sábado pasado, puedan consensuar un enfoque común sobre este asunto.

Un ejemplo de esto es que hace muchos años, inspeccionando una multinacional encontré esta perla en un informe anual colgado en la web de la SEC (CNMV estadounidense): "Gracias a nuestra eficaz planificación fiscal 'overseas' hemos reducido nuestra tasa fiscal efectiva al 4%, pese a que los impuestos en Estados Unidos se han incrementado al 35%". Tengo que confesar que cuando leí esto, pensé que 'overseas' era un sinónimo de país colonial y que formaba parte de la administración tributaria de la selva del Gorongoro. Sin embargo, esta expresión significa literalmente "más allá del mar", y se utiliza en Estados Unidos para referirse al extranjero.

Que los impuestos se paguen donde se tienen que pagar es una cuestión clave. Porque si no es así, los beneficios se desvían hacia cualquier sitio

Aquí ha habido dos cambios relevantes. Por una parte, la reforma fiscal de Trump ha reducido el impuesto de sociedades en Estados Unidos, pero también ha dificultado que las multinacionales remansen sus beneficios 'overseas' en paraísos fiscales. Pero lo más importante es que no hay multinacional que, a día de hoy, se atreva a poner una afirmación de este tipo en sus informes oficiales: ya nadie presume de pagar tasas efectivas del 4% sobre los beneficios. Es un paso, pero eso no significa que se paguen tasas efectivas muy superiores, al menos sobre los beneficios mundiales, y lo que es más importante, que las multinacionales paguen el impuesto sobre beneficios donde se generan los beneficios, y no en otro sitio.

Que los impuestos se paguen donde se tienen que pagar es una cuestión clave. Porque si no es así, los beneficios se desvían hacia cualquier sitio, paraíso fiscal o no, donde se paguen impuestos ridículos. Y la competencia para ofrecer menores impuestos entre países con regímenes especiales, y "centros financieros 'offshore'", término moderno para hablar de paraísos fiscales, es simplemente brutal. Pero en Europa seguimos teniendo el enemigo en casa: hay países que, a través de regímenes especiales consiguen no solo que las grandes multinacionales paguen muy poco, sino también el trasvase a otros territorios, donde simplemente el impuesto de sociedades no existe. Estamos, como en el anillo único de Tolkien, ante una fiscalidad “para engañarnos a todos” o, si lo prefieren, en Europa nos estamos engañando a nosotros mismos.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters)

Además, una parte de estos beneficios exteriores de las multinacionales norteamericanas se está repatriando a Estados Unidos, donde sí están pagando algunos impuestos. Esto no tendría nada que objetarse si estos beneficios hubiesen pagado algo donde se hubiesen generado, corrigiendo luego la doble imposición. Pero, tristemente, 'overseas', donde se ha generado este beneficio, no se ha pagado prácticamente nada.

No tendría nada que objetarse si estos beneficios hubiesen pagado donde se hubiesen generado. Pero no se ha pagado prácticamente nada

Para enfrentarse a ambos desafíos: que no se pague prácticamente nada, o bien que solo se pague en Estados Unidos, Europa debe dejar de hacerse la guerra fiscal a sí misma. Un mínimo de cooperación es imprescindible, como en tantos otros temas, para incrementar la justicia fiscal, hacer posible la competencia con gigantes que apenas pagan impuestos, y mantener los ingresos fiscales necesarios para el mantenimiento del Estado del bienestar, e incluso, en tiempos de Brexit, para convencer a los europeos de que el proyecto europeo merece la pena. Lo que no pagan unos, lo acabamos pagando otros, como diría también Tolkien 'east of the Sea', al este del mar, del Océano Atlántico.

*Francisco de la Torre Díaz es economista e inspector de Hacienda (SE).

Las empresas que más dinero ganan en el mundo son, paradójicamente, las que pagan menos tasa de impuestos sobre sus beneficios. Esta triste afirmación se podía haber realizado hace cinco, diez o quince años, pero, al menos desde la perspectiva española o europea, aunque han cambiado las formas y el lenguaje, no ha habido un cambio sustancial. Por eso, nos enfrentamos a un desafío político y económico de una enorme importancia. Solo podremos mantener los estados del bienestar en la era de la globalización y la digitalización, si adaptamos la fiscalidad a un mundo global y digital. Y eso no se puede hacer, nos guste o no, de forma local y unilateral. De ahí la importancia de que los líderes del G-7, reunidos en Biarritz desde el sábado pasado, puedan consensuar un enfoque común sobre este asunto.

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