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El mundo que viene

Esta crisis ha acelerado la conciencia sobre cambios necesarios que estaban pendientes y ha anticipado algunos de los elementos que van a definir la sociedad pos-Covid

Foto: Un hombre protegido con una mascarilla transita una calle del madrileño barrio de Malasaña. (EFE)
Un hombre protegido con una mascarilla transita una calle del madrileño barrio de Malasaña. (EFE)

Llegará un día, quizás antes de lo que esperamos, en que la pandemia provocada por el coronavirus se declarará superada. El confinamiento habrá terminado, volveremos a las calles y retomaremos nuestras actividades cotidianas. Las primeras vacunas empezarán a probarse con éxito en humanos y estaremos mejor preparados para hacer frente a la segunda ola del virus que, según los expertos, llegará antes del próximo invierno. Pero, para entonces, ¿ya nada volverá a ser como antes?

Esta crisis ha acelerado la conciencia sobre cambios necesarios que estaban pendientes y ha anticipado algunos de los elementos que van a definir la sociedad pos-Covid. Y nos referimos a después de los meses de urgencias y compensaciones para salvar las situaciones de vulnerabilidad, cuando hayan vencido los plazos ahora acordados durante el estado de alarma.

Está muy presente la amenaza de que la crisis precarice aún más las condiciones de vida y de trabajo y profundice las desigualdades que veníamos arrastrando. Si esa idea acaba calando, si se asume como inevitable, será aprovechada por quienes pretenderán sacar tajada de esta situación.

Si, por el contrario, lo que se impone es la convicción de que el paradigma neoliberal (tal como lo hemos conocido) está agotado, que la globalización ha mostrado una cara oculta y terrible, que los recursos del planeta no dan más de sí… puede que se produzca un cambio profundo, un avance civilizatorio.

"Si recuperamos los (malos) hábitos previos a la crisis, estaremos en peores condiciones para afrontar los enormes retos que plantea el futuro"

Hay gente que está deseando volver 'al día antes' en cuanto se encuentre la vacuna. Lo piensan aquellos a los que les iba bien, o muy bien, antes de la pandemia, que hoy se sienten vulnerables porque saben que si el repartidor que les entrega la compra, la persona que limpia su casa o las cuidadoras que atienden a sus mayores están contagiados, también a ellos les afecta. La solución hoy no es pagar y olvidarse, y desean volver cuanto antes a ese modelo.

Si eso ocurre, si dentro de unos meses hemos recuperado los (malos) hábitos previos a la crisis, estaremos en peores condiciones para afrontar los enormes retos que plantea el futuro. En cambio, si somos capaces de asumir que no podemos y, sobre todo, no debemos volver a lo de antes, que las prioridades son otras, que toda actividad debe medirse no solo por su aporte económico sino por la huella de carbono que genera; que toca crear nuevas instituciones globales que hoy no existen o reformular las existentes, entonces el futuro puede ser muy prometedor.

placeholder Calles de Nueva York desiertas. (EFE)
Calles de Nueva York desiertas. (EFE)

Lograr ese objetivo pasa, sin duda, por el reforzamiento de lo público. Si algo ha quedado patente en esta crisis es que para hacer frente a la(s) siguiente(s) necesitamos Estados fuertes y bien engrasados, servicios esenciales adecuadamente dotados y un sistema impositivo que permita dotar de recursos suficientes toda esa maquinaria.

"Para salir de la emergencia, estamos 'pidiendo un préstamo a nuestros hijos', que acabarán pagando esta deuda"

Ello no significa que los servicios deban prestarse únicamente a través de la gestión directa. A veces se trata fundamentalmente de reforzar los mecanismos de control a las concesionarias y otras de buscar fórmulas de colaboración público-privada que resulten beneficiosas para ambas partes; que haberlas, haylas. Los ricos, las grandes fortunas, también tienen que comprometerse. No solo con sus (bienvenidas) donaciones sino con el sostenimiento de cuentas públicas.

Habrá que arbitrar un impuesto extraordinario como el que el PP aplicó durante la crisis anterior (las “cuotas estatales y autonómicas incrementadas” durante varios ejercicios) para que todos los que debamos aportar lo hagamos. Alemania lo aplicó durante unos años para financiar la unificación con el Este y las actuales circunstancias son tanto o más excepcionales que aquellas. Hay que volver a los tipos marginales del IRPF del 80% para los multimillonarios que durante decenios fueron la pauta en EEUU y en Europa, además de acabar (por enésima vez) con los paraísos fiscales. Es la hora de coordinarse a nivel mundial entre todos los que nos oponemos a quienes siguen defendiendo una Europa insolidaria y abusona.

Foto: Foto: EC

En consecuencia, cuando nos vuelvan a aconsejar mayores rebajas de impuestos “porque con ello se estimula la actividad y se acaban recaudando más impuestos”, debemos decir que no. Porque tenemos muy presente lo que esto significa y sus consecuencias (Thomas Piketti). Ya hemos probado “crecer para repartir”… y no ha funcionado. Toca probar, como en nuestros mejores años en Europa, “repartir para crecer”.

El neoliberalismo ha fracasado. Ha dejado sembrado el mundo de cadáveres provocados por los recortes de un Estado de bienestar que, ¡cruel paradoja!, los que han muerto contribuyeron a crear, y que les ha fallado cuando más lo necesitaban. Para salir de la emergencia, estamos 'pidiendo un préstamo a nuestros hijos', que acabarán pagando esta deuda, y tenemos que dejarles las mejores condiciones que podamos para ello. Es el momento de construir un gran pacto que anteponga los intereses de la ciudadanía a los de los partidos políticos.

Quizá los partidos políticos 'al uso' tengan una incapacidad 'de fábrica' para forjar ese gran pacto. Ya estamos viendo las 'tomas de posición' de cada una de las organizaciones que conforman el arco parlamentario. La propia esencia de los partidos les exige subordinar la generosidad a la toma del poder, el desgaste del contrario o la pura supervivencia de la empresa (llamada partido, pero, a estos efectos, con la misma lógica interna). Es la hora de ensayar otros modelos que representen ese nuevo tiempo. Es la hora de los políticos/gestores que representen ese nuevo tiempo. De llegar a acuerdos a la altura del reto.

*Luis Cueto y Jose Manuel Calvo son concejales de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid.

Llegará un día, quizás antes de lo que esperamos, en que la pandemia provocada por el coronavirus se declarará superada. El confinamiento habrá terminado, volveremos a las calles y retomaremos nuestras actividades cotidianas. Las primeras vacunas empezarán a probarse con éxito en humanos y estaremos mejor preparados para hacer frente a la segunda ola del virus que, según los expertos, llegará antes del próximo invierno. Pero, para entonces, ¿ya nada volverá a ser como antes?

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