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El 'shock' de empleo
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Santos M. Ruesga

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El 'shock' de empleo

Hasta la fecha no habíamos conocido un 'shock' en el mercado laboral de la intensidad y naturaleza del que estamos viviendo

Foto: Oficina de empleo del Paseo de las Acacias de Madrid. (EFE)
Oficina de empleo del Paseo de las Acacias de Madrid. (EFE)

Las cifras a 31 de marzo del 2020 de afiliación a la Seguridad Social nos dejaron apabullados. Cerca de novecientos mil afiliados menos que el último día del mes anterior. No obstante, no nos ha sorprendido el fortísimo golpe de la caída de empleo en lo que llevamos de confinamiento. Es más, como trataré de explicar, las cifras son incluso moderadas, a tenor del alcance potencial del parón de la actividad productiva al que el confinamiento frente a la expansión del Covid-19 nos ha llevado. De poco sirven las comparaciones con otros momentos críticos de nuestra historia económica, más o menos cercanos, porque esta situación que estamos viviendo es absolutamente singular. Al menos, desde que podemos contar con estadísticas laborales no habíamos padecido un parón de nuestra economía tan profundo en un lapsus de quince días. En conjunto, entre el confinamiento inicial, a raíz de la declaración del Estado de Alarma del 14 de marzo pasado y las últimas medidas para evitar el avance de los contagios y la letalidad de la pandemia (con el cierre de las actividades productivas no esenciales) se ha paralizado, total o parcialmente, el funcionamiento de en torno a 2/3 de nuestro tejido productivo. Con este panorama no extraña por tanto dicho descenso.

placeholder Evolución diaria de altas y bajas en la afiliación a la Seguridad Social, en el mes de marzo de 2020
Evolución diaria de altas y bajas en la afiliación a la Seguridad Social, en el mes de marzo de 2020

La secuencia diaria, que muestra el gráfico adjunto, indica que hasta el 13 de marzo la tendencia seguía la senda marcada en los años anteriores, en un mes en el que se iniciaban las contrataciones en la hostelería y otros sectores conexos, mirando a la campaña turística de Semana Santa, y en la agricultura, temporada hortofrutícola. Es en ese día cuando se inicia la quiebra de la curva de variación neta en la afiliación (diferencia entre altas y bajas) mostrando su situación más negativa el siguiente lunes, día 16, reflejando ya los cierres vinculados al confinamiento decretado por el estado de alarma, el punto más alto de caída en la afiliación en lo que resta del mes de marzo (-182 miles de afiliaciones en un día), seguido del dato registrado el día 31 del mes (-127 miles).

En consecuencia, el descenso de la afiliación media durante todo el mes, algo inferior a 250.000 de afiliados, contrasta con un ascenso mensual de más de 150.000 afiliados en el mismo periodo del año 2019, cuando la Semana Santa también se situó en abril. De no mediar la crisis sanitaria y las medidas adoptadas, habríamos podido esperar un ascenso en la afiliación, como venía ocurriendo en años pasados, por encima de los cien mil afiliados, de media, durante este mes.

Los efectos paliativos sobre el 'shock' de empleo

Y, sin embargo, estas cifras no reflejan aún, con total precisión, la intensidad del 'shock' de empleo que se nos avecina. Varios son los motivos que explican cómo el descenso de la afiliación es aún una cifra reducida respecto a lo que cabía esperar en ausencia de las intervenciones de política económica auspiciadas por el gobierno estos días y los habituales retrasos temporales entre la toma de decisiones empresariales y el correspondiente reflejo administrativo y registral que ellas conllevan. Así pues, las cifras citadas, que tanto nos alarman, no recogen el efecto real y global de la lucha contra la pandemia.

En las dos primeras semanas de abril seguiremos, posiblemente, observando un ascenso acusado en las cifras de bajas en afiliación a la Seguridad Social. Las cifras de abril, reflejados ya los posibles retrasos en el hecho registral, nos mostrarán con toda su crudeza el impacto de la situación sobre la ocupación en el mercado de trabajo. La vuelta a la actividad, si la crisis sanitaria lo permite y así se confirma, tras la Semana Santa, significará la recuperación paulatina de las afiliaciones a la Seguridad Social, pero será interesante observar cuál es el ritmo de recuperación, en función del escalonamiento en la vuelta a la actividad que establezcan las autoridades y la recuperación de las expectativas empresariales y del consumo interno —cabe esperar que el consumo externo tardará en hacerlo más tiempo, con un desfase temporal importante vinculado a la recuperación de la confianza en la movilidad internacional de mercancías y personas—.

Será interesante, también constatar, con mayor detalle y precisión, cuáles han sido los impactos sobre el empleo de las medidas iniciales adoptadas para contener las cifras de ocupación, manteniendo la vigencia los contratos de trabajo.

Porque, en efecto, las medidas adoptadas estas semanas atrás, en relación con el ajuste habido en el mercado de trabajo, parece que, 'a priori', han tenido un efecto positivo en el objetivo de contener la avalancha de despidos que podrían haberse producido como reacción a la caída radical de la actividad. En primer lugar, en el capítulo de paliativos en la caída de los registros de ocupación, cabe mencionar la recomendación e impulso al "teletrabajo", que ha supuesto el mantenimiento de actividad en sectores de servicios, tales como educación, banca, seguros, servicios a empresas y un largo etcétera. Algunas empresas han trasladado parte de sus puestos de trabajo a los domicilios de sus empleados.

El rendimiento de este "teletrabajo" resulta muy inferior al que se obtiene en su lugar de origen, en la oficina

Conviene, no obstante, tener en cuenta que, por un lado, este es un movimiento limitado, del que no tenemos cifras fehacientes, que difícilmente ha alcanzado al amplio espectro de las PYMES, la parte fundamental de nuestro tejido empresarial. La digitalización requerida para expandir el teletrabajo esta aun poco extendida en este espectro de empresas. En perspectiva, puede verse este movimiento de utilización del "teletrabajo" como un ensayo amplio de lo que nos deparará en el futuro, en buena parte de las actividades de servicios, en la organización del trabajo, en ese horizonte que denominamos "el futuro del trabajo". Con lo que ello significará, en diversos sentidos, para la trasformación de las relaciones laborales.

Por otro lado, si bien ello significa mantener en vigor muchos contratos, el rendimiento de este "teletrabajo" resulta muy inferior al que se obtiene en su lugar de origen, en la oficina, entre otras razones por la limitación de las infraestructuras requeridas para que ese cambio de ubicación resulte eficiente a los ojos de la visión empresarial. Ello significa que, si la situación de confinamiento se prolonga— y así parece que ocurrirá— parte de tales empleos irán causando baja en los registros de afiliación (o se añadirán a las filas de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo —ERTE—) ante la dificultad de las empresas para mantener trabajos con menor productividad, en un contexto de fuerte caída de demanda.

El papel de los ERTE

En segundo lugar, el impulso a los ERTE —con suspensión temporal de contratos o reducción de jornada—, o la prolongación de los contratos temporales, también actúan en la decisión de moderar la caída en las cifras de afiliación a la Seguridad Social. Algunas entidades hablan, a primeros de abril, de más de 2.600.000 afectados por ERTE. La medida tiene un efecto positivo en el mantenimiento de la vigencia de los contratos de trabajo, aunque engrosará de manera notable la cuenta de gastos de las arcas públicas, tensionadas también por otras vías.

Foto: Un hombre baja el cierre de una tienda. (Europa Press)

Sin duda, el avance de los ERTE frente a los despidos definitivos es algo que ya se reclamaba en la crisis anterior, con la finalidad de "hibernar" los contratos laborales durante el tiempo de duración de la crisis, siguiendo lo que denominábamos por aquel entonces el "modelo alemán" ('Kurzarbeit'), de regulaciones temporales de empleo con reducción de jornada frente a despidos. No obstante, a pesar del encarecimiento del despido, que de facto suponen las medidas aprobadas por el gobierno, hay aquí una enorme bolsa de desempleo potencial que se puede materializar a medida que la crisis sanitaria se alargue. A lo que había que sumar el numeroso grupo de autónomos que, a pesar de los apoyos financieros que se están habilitando para que mantengan abiertos sus negocios, pueden también incorporarse paulatinamente a la bolsa de inactividad laboral. El Ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones estimaba hace unos días en medio millón la cifra de autónomos que habían solicitado la prestación por cese de actividad a causa del Covid-19. Cabe esperar que en estos primeros días de abril la cifra siga en ascenso.

En tercer lugar, algunas de las medidas económicas impulsadas —como las vacaciones pagadas anticipadas— tienen un horizonte temporal limitado, y dejarán de ofrecer su paraguas para la contención del empleo en unos días, lo que, en particular, pondrá a muchas PYMES en la tesitura del ERTE o del despido. Dependerá del ritmo y de las características de la vuelta a la actividad escalonada y la marcha del consumo, que, con esta y otras medidas se pretende también estimular.

Y, sin agotar el análisis de los efectos paliativos sobre la caída del empleo, conviene considerar también cómo el esfuerzo que se está implementando en la producción de bienes y servicios esenciales, particularmente en sanidad y su entorno, aportan al balance del mercado laboral algunos miles de nuevos puestos de trabajo, parte de los cuales remitirán con la vuelta a la "normalidad" productiva.

Finalmente, las características de esta fortísima caída del empleo no difieren, en lo sustancial, en lo que ha ocurrido en otros episodios de crisis de empleo, considerando, no obstante, las peculiares significativas de esta crisis, inicialmente sanitaria. Los descensos en la afiliación más acusados se registran entre los asalariados, los menos cualificados, entre los contratados temporalmente, los varones y en sectores de servicios, en particular la hostelería y el comercio y la construcción. Lo que determina también la distribución geográfica del 'shock' de empleo. En esta ocasión, dadas las características de la crisis y las medidas adoptadas frente a ella, se refuerzan algunas tendencias: menos afectación a las mujeres (por el mantenimiento de algunas ramas muy feminizadas, como la sanidad), mayor salida relativa de los temporales, o incorporación rápida de los autónomos al cese de la actividad, entre otras.

Has la fecha no habíamos conocido un 'shock' en el mercado laboral de la intensidad y naturaleza del que estamos viviendo. Habrá que observar con detalle las tendencias que se apunten la primera quincena de abril, cuando se recojan los datos derivados del parón la actividad de bienes y servicios no esenciales decretado el 30 de marzo, para tener una dimensión más real de su alcance y analizar sus implicaciones a futuro. Con todo ello habrá que seguir el detalle evolutivo de la recuperación que, venga después. Volveremos sobre ello en unos días.

*Santos Miguel Ruesga es Catedrático de Economía Aplicada (Universidad Autónoma de Madrid)

Las cifras a 31 de marzo del 2020 de afiliación a la Seguridad Social nos dejaron apabullados. Cerca de novecientos mil afiliados menos que el último día del mes anterior. No obstante, no nos ha sorprendido el fortísimo golpe de la caída de empleo en lo que llevamos de confinamiento. Es más, como trataré de explicar, las cifras son incluso moderadas, a tenor del alcance potencial del parón de la actividad productiva al que el confinamiento frente a la expansión del Covid-19 nos ha llevado. De poco sirven las comparaciones con otros momentos críticos de nuestra historia económica, más o menos cercanos, porque esta situación que estamos viviendo es absolutamente singular. Al menos, desde que podemos contar con estadísticas laborales no habíamos padecido un parón de nuestra economía tan profundo en un lapsus de quince días. En conjunto, entre el confinamiento inicial, a raíz de la declaración del Estado de Alarma del 14 de marzo pasado y las últimas medidas para evitar el avance de los contagios y la letalidad de la pandemia (con el cierre de las actividades productivas no esenciales) se ha paralizado, total o parcialmente, el funcionamiento de en torno a 2/3 de nuestro tejido productivo. Con este panorama no extraña por tanto dicho descenso.

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