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En defensa del sector sociosanitario y de residencias de mayores
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En defensa del sector sociosanitario y de residencias de mayores

En este trágico contexto, el sector de las residencias ha sufrido un segundo golpe: el de la opinión pública y el de la frivolidad política

Foto: En defensa del sector sociosanitario y de residencias de mayores. (EFE)
En defensa del sector sociosanitario y de residencias de mayores. (EFE)

La terrible situación que atravesamos estas semanas está golpeando con fuerza todos los sectores económicos y sociales. Pero, sin desmerecer otras realidades dramáticas, las residencias de mayores han sido doblemente golpeadas por esta crisis. Los usuarios de las residencias aparecían, por su rango de edad y pluripatologías previas, como personas especialmente vulnerables y expuestas a los riesgos del virus como en ningún otro lugar. Las cifras de fallecidos que se van conociendo durante estos días confirman los temores que desde el sector se vienen anunciando casi desde el comienzo de la epidemia.

En este trágico contexto, el sector de las residencias ha sufrido un segundo golpe: el de la opinión pública y el de la frivolidad política. Junto al legítimo y comprensible suministro de información acerca de las penosas circunstancias que están atravesando muchos centros y de la triste evolución del número de fallecidos en estas residencias, han aparecido noticias, comentarios y valoraciones políticas que, demostrando un profundo desconocimiento de esta realidad, ayudan a tergiversar la imagen social de un sector que solamente tiene relevancia cuando parece oportuno estigmatizarlo.

Foto: Un robot dedicado a aportar indicaciones sobre las medidas de protección contra el virus a los clientes de un supermercado alemán. (Reuters) Opinión

Si bien es cierto que con el paso de los días se va informando cada vez más de los enormes esfuerzos que están realizando los trabajadores y responsables de los centros de mayores para seguir prestando el mejor servicio posible en las peores condiciones imaginables, no es menos cierto que el primer acercamiento a esta realidad ha sido para transmitir supuestas negligencias graves de sus responsables o comportamientos deshumanizadores que no casan con la realidad. Han proliferado noticias en las que se vinculaban los fallecimientos en estos centros a la mala gestión, poca previsión o casi ocultación de información a las autoridades, que prestas se han dispuesto a anunciar la apertura de diligencias de investigación.

No negaremos que puedan haber existido centros ineficazmente gestionados, o incluso algunas 'manzanas podridas' que son una absoluta excepción en un sector totalmente profesionalizado, hiperregulado y continuamente supervisado. Pero la respuesta general de los centros residenciales —más de 5.000 en España— está siendo comparable a la de las mejores instituciones sanitarias del país, con unos medios que distan mucho de ser los hospitalarios. Ni tienen UCI, ni médicos especialistas, ni respiradores ni entubadores. Un centro de mayores no es un hospital. Sin embargo, están viendo cómo precisamente las administraciones sanitarias niegan la derivación de residentes positivos o sospechosos de contagio por Covid-19 (se ha hablado de un más que discutible triaje por edad en la selección de pacientes), siendo la única alternativa permanecer en los centros, elevando el nivel de exposición y riesgo de sus compañeros y de los trabajadores.

Después de implorar durante días el suministro de equipos de protección o la realización de test de manera generalizada —con poco éxito hasta fechas recientes—, conocemos infinitas muestras de comportamientos valientes y comprometidos que, al igual que los de otros agentes sociales plenamente involucrados en la lucha contra el Covid-19, podríamos calificar como heroicos. Para poder continuar atendiendo a los mayores, muchos trabajadores han optado por confinarse en la propia residencia; muchos centros han sufragado de su propio presupuesto —privado, por supuesto— los test para evaluar el nivel de contagio.

Ya se oyen voces de algunos grupos políticos que propugnan un replanteamiento del sistema, pero despreciando la colaboración público-privada

No era difícil presagiar que la propia naturaleza de las residencias de mayores —por la edad y condición médica de los residentes y por la convivencia entre ellos— las colocaba desde el inicio como el principal foco de peligro. Sin embargo, a pesar de esta evidencia, los centros de mayores tuvieron que hacer frente a los brotes iniciales de la epidemia con una fatal desatención por parte de las autoridades, que eluden asumir sus responsabilidades en la cobertura de un atención nítidamente sanitaria y por tanto no exigible para los centros de mayores, y ello con desproporcionados niveles de bajas por IT, carencia de medios y con muchos profesionales siendo absorbidos por el propio sistema sanitario dejando desatendido el residencial (esto fue muy acusado en los primeros momentos de la crisis); todo ello, con un brutal incremento de los costes sociales y de servicio que puede ponerlos en grave situación de viabilidad en el futuro próximo.

A pesar de ello, ya se oyen voces de algunos grupos políticos que propugnan un replanteamiento del sistema sociosanitario con la receta de siempre: despreciando la colaboración público-privada y buscando recetas superregulatorias y punitivas.

Que al castigo que está recibiendo el sector con los fallecimientos de sus residentes no se añada la injusta animadversión de la opinión pública

El sector no es perfecto. Hasta el Gobierno de la nación, con todos sus recursos, se ha visto y se ve superado por la crisis. Y no pretendemos que se libren de responsabilidad aquellos que puedan haber actuado de modo gravemente negligente, pero creemos que será la excepción. Lo que sí sería apropiado es que tanto la Administración como la opinión pública se aparten de los clichés y prejuicios y sean capaces de reconocer la importancia de este sector en la crisis sanitaria actual, su trabajo en vanguardia de la pandemia. Que al inmenso castigo que está recibiendo el sector con la derrota propia que suponen los fallecimientos de sus residentes no se añada la injusta animadversión de la opinión pública y las administraciones públicas.

En todo caso, estamos seguros de que el sector, que no recibe aplausos cada día, sabrá responder a esta situación como hasta ahora lo ha hecho. Trabajando firmemente por el bienestar de los residentes y de sus familias, cumpliendo con la farragosa y dispersa regulación administrativa, formando a sus trabajadores, elevando la calidad de los servicios, buscando la innovación en la forma de atender y de abordar el envejecimiento poblacional, etc. Y a quienes nos toca trabajar con ellos, lo seguiremos haciendo orgullosos y agradecidos, tratando de aportarles la tranquilidad necesaria que, en estos tiempos, ni siquiera aporta la satisfacción del deber cumplido.

*Jaime Fernández-Martos Montero, FML Abogados, especializado en sector sociosanitario.

La terrible situación que atravesamos estas semanas está golpeando con fuerza todos los sectores económicos y sociales. Pero, sin desmerecer otras realidades dramáticas, las residencias de mayores han sido doblemente golpeadas por esta crisis. Los usuarios de las residencias aparecían, por su rango de edad y pluripatologías previas, como personas especialmente vulnerables y expuestas a los riesgos del virus como en ningún otro lugar. Las cifras de fallecidos que se van conociendo durante estos días confirman los temores que desde el sector se vienen anunciando casi desde el comienzo de la epidemia.

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