Es noticia
El momento de la verdad
  1. España
  2. Tribuna
Tribuna EC11

Tribuna

Por

El momento de la verdad

Solo a través del acuerdo que alcancemos entre todos, basado en los consensos esenciales consagrados en la Constitución, podremos obtener los resultados para superar esta situación

Foto:  Vista del hemiciclo vacío desde la mesa de la presidenta del Congreso. (EFE)
Vista del hemiciclo vacío desde la mesa de la presidenta del Congreso. (EFE)

Hubo un socialismo generacional en torno a Felipe González que supo construir una narrativa épica sobre la Transición. Y no le faltaban ni sobraban razones para poder hacerlo. En cambio, la nueva generación de Pedro Sánchez no ha sabido construir un relato heroico en torno a su contribución directa en la extinción del tardofranquismo, porque en el 68 la mayoría no estaban porque no eran. Cierto es que el revisionismo histórico de algún episodio insuficientemente narrado y la recuperación de algunos vestigios reivindicativos como la exhumación de Franco han pretendido dotar de legitimidad histórica a quienes no la tienen por mera referencia generacional. Y no deja de ser una aspiración mendaz procurar atizar las brasas siempre calientes de la memoria histórica en un país que, con sus renuncias morales, había decidido cicatrizar heridas en aquellos meses de otoño de 1977.

En aquellos años de Pactos, ninguno de los protagonistas del acuerdo constituyente tenía responsabilidad directa en la situación de partida. Del mismo modo que, en la actualidad, todo trabajo que se lleve a cabo en el seno de la Comisión de Reconstrucción se debe fundamentar en el pacto constituyente que situó como valores superiores de nuestra convivencia democrática: la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Es lo que tenemos ganado. Durante más de cuarenta años estos valores han sido, con nuestros aciertos y errores, las mejores cualidades a través de las cuales España ha experimentado una irreversible transformación política, social y económica.

Los españoles han constituido una gran sociedad comanditaria donde la Constitución tiene que ser la base inaugural e inamovible de todo debate político

Por ello, y en el contexto de una profunda emergencia nacional, son estos mismos valores los que deben seguir sirviendo de orientación para formular las propuestas de recuperación económica y social de nuestro país. Porque tras este periodo de poder constituido en torno a los consensos constituyentes, los españoles han constituido una gran sociedad comanditaria donde la Constitución tiene que ser la base inaugural e inamovible de todo debate político, la economía de mercado nuestro referente y el proyecto europeo el gran paradigma de nuestra política económica.

A diferencia de lo que ocurría en aquellas semanas de 1977, hoy no está en juego el proceso de formación constituyente de un modelo democrático y descentralizado de Estado, pero tampoco puede estar en juego un proceso diluyente, basado en pretensiones identitarias y territoriales. Son días de responsabilidad y de coherencia, pero ante todo de credibilidad y de utilidad. Y no se busca que cada partido desactive sus proyectos políticos genuinos con sus contradicciones programáticas para alcanzar un acuerdo incongruente e ineficaz. Es instante de recordar aquellas frases del discurso de apertura del Congreso del PSOE de 1988, cuando Felipe González afirmó como legitimación de su política económica: "Las cosas que es necesario hacer son tan socialistas como las que nos gustaría hacer. Desde ese enfoque hay que analizar lo que venimos haciendo desde la transición democrática". Sánchez debió pensar lo mismo aquel día de 2011 en que votó la reforma de la Constitución para naturalizar al máximo rango normativo el principio de estabilidad presupuestaria.

Solo a través de un diagnóstico certero, se puede elaborar un programa de reformas a medio y largo plazo, desbaratando la presión del juego electoral

Solo a través de un diagnóstico certero, se puede elaborar un programa de reformas sostenido a medio y largo plazo, desbaratando de este modo la presión cortoplacista del juego electoral. Solo a través del acuerdo que alcancemos entre todos, basado a su vez en los consensos esenciales consagrados en la Constitución española, podremos obtener los resultados necesarios para superar esta situación. En el marco de una economía de mercado, y sobre la base de la libertad de empresa, se deben formular conclusiones que permitan crear un marco estable y sostenible que permita favorecer un crecimiento económico sólido e impulsar un entorno seguro y eficaz de creación de empleo. A su vez, y a la vista de los desequilibrios económicos y presupuestarios que está provocando la crisis, deberán asegurarse las bases para sanear gradualmente nuestras cuentas públicas y preservar las condiciones para que nuestra capacidad de endeudamiento sea sostenible.

Y que nadie pretenda en estas tristes horas negar la esencia misma de nuestro modelo de economía de mercado, porque fueron González y Carrillo quienes, desde el preámbulo de los Pactos de la Moncloa, lo aceptaron categóricamente. Sería una paradoja que en este momento algún responsable político se situara en un ángulo ciego de nuestra historia, extraviado en el tiempo de cualquier día de cualquier mes de aquel periodo que medió entre el 20 de noviembre de 1975 y otoño de 1977. La restauración de las buenas formas de hacer gobierno en España no pasa por la imposición de métodos arbitristas indeseables que tensen las cuerdas del sistema constitucional, ni transmuten la liberad económica en estatismo o en intervencionismo.

La restauración de las buenas formas de hacer gobierno no pasa por la imposición de métodos arbitristas que tensen las cuerdas del sistema

La recuperación económica y social, cuando llegue, nos deberá permitir recuperar nuestro prestigio como nación, y asegurar el bienestar individual y colectivo, así como la competitividad de España y de sus empresas en el resto del mundo. Habida cuenta que en España la crisis sanitaria ha sido más intensa que en otros países, habrá que intensificar esfuerzos para garantizar que la recuperación mitiga los desequilibrios económicos, sociales, financieros y presupuestarios que se han producido. Y solo cabe hacerlo desde y por la Constitución, porque es el momento de nuestra historia en el que se debe invocar con plenitud. Tenemos esa inmensa suerte, producto del compromiso de toda una generación de españoles por construir en los setenta un país mejor. Lo consiguieron desde la responsabilidad y desde la libertad. Y aquí sigue.

*Mario Garcés. Portavoz Adjunto-Coordinador de asuntos económicos del Grupo Parlamentario Popular. Portavoz adjunto del Grupo Parlamentario Popular en la Comisión de Reconstrucción. Diputado del PP por Huesca. Interventor y auditor del Estado. Inspector de Hacienda del Estado

Hubo un socialismo generacional en torno a Felipe González que supo construir una narrativa épica sobre la Transición. Y no le faltaban ni sobraban razones para poder hacerlo. En cambio, la nueva generación de Pedro Sánchez no ha sabido construir un relato heroico en torno a su contribución directa en la extinción del tardofranquismo, porque en el 68 la mayoría no estaban porque no eran. Cierto es que el revisionismo histórico de algún episodio insuficientemente narrado y la recuperación de algunos vestigios reivindicativos como la exhumación de Franco han pretendido dotar de legitimidad histórica a quienes no la tienen por mera referencia generacional. Y no deja de ser una aspiración mendaz procurar atizar las brasas siempre calientes de la memoria histórica en un país que, con sus renuncias morales, había decidido cicatrizar heridas en aquellos meses de otoño de 1977.

Política