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Aprendamos de la pandemia o repetiremos la experiencia

Según nuestro último informe, el impacto desigual de la pandemia sumará más de 700.000 personas en situación de pobreza en España, hasta alcanzar los 10,8 millones

Foto: Personal sanitario realiza su tarea en el Hotel Princess de Barcelona. (EFE)
Personal sanitario realiza su tarea en el Hotel Princess de Barcelona. (EFE)

Sin duda, hemos vivido una experiencia que jamás hubiéramos imaginado y que nos costará olvidar, una experiencia que nos conecta con cada ser humano del planeta. El virus nos ha afectado a todas las personas y, sin embargo, nunca una crisis había mostrado con tanta nitidez las extremas desigualdades que dividen nuestro mundo.

Tampoco en España el virus ha afectado a todas las personas por igual. La pandemia ha expuesto con crudeza las grietas y las deficiencias estructurales de nuestro sistema y deja una huella de graves daños económicos y sociales que se distribuyen entre la población de manera muy desigual e injusta, impactando con virulencia sobre todo en las familias con rentas más bajas y con contratos precarios y, en especial, las personas migrantes. Si no actuamos, los efectos serán más graves que la pandemia en sí misma.

Según las estimaciones de nuestro último informe, el impacto desigual de la pandemia sumará más de 700.000 personas en situación de pobreza en España, hasta alcanzar los 10,8 millones. Durante el confinamiento, mientras millones de personas veían como se reducían sus ingresos para llegar a fin de mes, los 23 milmillonarios de nuestro país, según 'Forbes' han incrementado su riqueza en más de 19.200 millones en tan solo 79 días -del 18 de marzo hasta el 4 de junio-.

Este impacto de la pandemia tiene mucho que ver con un modelo de país que ha recortado en políticas públicas -como sanidad, protección social o educación- y que ha precarizado enormemente el mercado de trabajo. Los datos hablan por sí solos: de los 20 millones de contratos que se firmaron en 2019, tan solo el 6% fueron indefinidos. La pandemia nos ha mostrado esta precariedad en toda su plenitud: muchas de las personas trabajadoras esenciales, de las que hemos dependido para sostenernos durante el confinamiento, están trabajando en condiciones indignas. Con salarios que no les sacan de la pobreza, sin horarios ni contratos seguros y, muchos, jugándose la vida sin protección frente al virus. Hablamos, entre otros, de trabajadores del campo, empleados de supermercados, personal de limpieza, transportistas o de los mensajeros, muchos de ellos falsos autónomos.

Hablamos también de personal médico, de auxiliares y enfermeras, de cuidadoras en residencias de ancianos, o de las que han cuidado de nuestros mayores en sus casas. Si algo ha hecho la covid-19 es poner el trabajo de cuidados en el centro, pero una de cada tres mujeres trabajadoras de cuidados vive por debajo del umbral de la pobreza y la cuarta parte no tiene ningún contrato de trabajo.

"Es cierto que están sucediendo cosas que parecían impensables hace tres meses, como la aprobación de un Ingreso Mínimo Vital"

Muchas de estas personas trabajadoras esenciales son migrantes, una población que antes de la covid-19 era una de las más vulnerables de nuestro país. Desde Oxfam Intermón, estimamos que en España una de cada tres personas por debajo del umbral de la pobreza es una persona migrante, una cifra que multiplica por 2,5 su proporción sobre el conjunto de la población total.

Esta pandemia nos ha enseñado que necesitamos una sanidad pública fuerte y bien financiada, nos ha enseñado que los cuidados son vitales y que dependemos de personas que, sin embargo, trabajan en condiciones precarias. ¿Pero somos capaces de aprender? ¿Estamos aprendiendo? Es cierto que están sucediendo cosas que parecían impensables hace tres meses, como la aprobación de un Ingreso Mínimo Vital que sacará de la pobreza a 850.000 familias. Sin duda, un hito histórico en España.

En este momento clave en el que se debaten las soluciones para salir de esta crisis, la ciudadanía, las empresas y, sobre todo, los representantes políticos deben aprovechar las lecciones de la pandemia y salir de esta crisis con una economía más humana, que proteja los derechos de nuestras personas trabajadoras esenciales y que ponga los cuidados en el centro.

"Será indispensable aumentar la inversión pública en cuidados, así como incorporar a las trabajadoras de cuidados al régimen general de la SS"

Es imperativo poner en marcha medidas para reducir la precariedad laboral: desde reformas estructurales que den mayor peso a sectores de más valor añadido hasta procedimientos de contratación que eviten la temporalidad y controlen las condiciones de subcontratación. También será indispensable el incremento de la inversión pública en cuidados, así como incorporar a las trabajadoras de cuidados al régimen general de la Seguridad Social.

Al mismo tiempo, debe producirse un proceso de regularización administrativo amplio y extraordinario para personas migrantes, que les garantice todos sus derechos, y aumente su acceso a los permisos de trabajo y residencia, así como su acceso de los grupos en situación más vulnerable al Ingreso Mínimo Vital, un acceso al que están vetado simplemente por no tener los papeles en orden.

Hemos visto que es imprescindible blindar el sector público, ya que la inversión en salud salvará vidas y una protección social adecuada garantizará que nadie se quede atrás. La única forma de hacerlo es a través de medidas fiscales que recauden más de forma más progresiva y grabando la riqueza, el capital y las grandes empresas. Con estas medidas se podrían recaudar unos 10.000 millones de euros adicionales, que servirían para financiar gran parte de los 12.022 millones de euros en los que se estima la brecha de gasto en protección social que presenta España respecto al promedio europeo, o asegurar los 6.400 millones que cuesta erradicar la pobreza severa en nuestro país.

El sentimiento de corresponsabilidad y solidaridad que ha demostrado la ciudadanía debería ahora gobernar las políticas e inspirar las soluciones para la recuperación, contribuyendo a la construcción de una economía más inclusiva y humana. Nuestros líderes políticos deben mostrar esa misma solidaridad y sentido de la responsabilidad, y deben alcanzar amplios acuerdos que permitan una salida adecuada a esta crisis para todos y todas y, especialmente para aquellas familias que más duramente están sufriendo su embate.

*Franc Cortada es director general de Oxfam Intermón

Sin duda, hemos vivido una experiencia que jamás hubiéramos imaginado y que nos costará olvidar, una experiencia que nos conecta con cada ser humano del planeta. El virus nos ha afectado a todas las personas y, sin embargo, nunca una crisis había mostrado con tanta nitidez las extremas desigualdades que dividen nuestro mundo.

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