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Milagros Marcos Ortega

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Más cuentas y menos cuentos

Me niego a pensar que a los españoles nos 'tenga' que parecer normal que se manipulen las instituciones, que se prohíba al Rey de España cumplir con sus funciones constitucionales

Foto: El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas. (EFE)
El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas. (EFE)

De quien sistemáticamente falta a su palabra poco o nada se puede esperar. Porque, cuando pierdes tu palabra, poco te queda, decimos en los pueblos, donde un apretón de manos vale tanto o más que un contrato firmado ante notario.

El problema es que, cuando una sociedad se inmuniza ante la mentira, no solo se pierde el respeto, sino también la confianza y los valores. Cuando una sociedad se inmuniza ante la mentira, es capaz de acabar percibiendo como normales las mayores barbaridades y pasando por alto la trascendencia de hechos que en condiciones normales denunciaría alto y claro porque atentan contra la propia dignidad.

A estas alturas, a nadie le pasa desapercibido que esta es la estrategia de este Gobierno: acostumbrarnos a la mentira, intentar que nos parezcan normales las mayores atrocidades, mantenernos callados y controlados en una especie de limbo en el que la única verdad es la que nos quieran contar desde el poder establecido: la que toque cada día, importando poco o nada que sea totalmente contraria a la de la jornada anterior.

Cuando pierdes tu palabra, poco te queda, decimos en los pueblos, donde un apretón de manos vale tanto o más que un contrato

Me niego a pensar que lo estén consiguiendo. Me niego a pensar que a los españoles nos 'tenga' que parecer normal que se manipulen las instituciones, que se prohíba al Rey de España cumplir con sus funciones constitucionales, que se consienta y justifique la división de España por meros réditos electorales o que se intenten tapar los problemas del presente con cuestiones superadas hace decenios por la generosidad y altura moral de nuestros abuelos, de las que deberíamos aprender más y remover menos.

Me niego a pensar que nos tenga que parecer estupendo que la preocupación en este momento sea la República y no la economía, que se pida apoyo a unos presupuestos que no existen, o que la prioridad máxima del Gobierno ante la pandemia (la mayor crisis a la que se enfrenta España desde la Guerra Civil) sea evitar que se deteriore su imagen.

Me niego a pensar que los españoles nos hayamos acostumbrado a que se celebren los fracasos del Gobierno entre aplausos porque con ello se está justificando la inacción y, por mucho que se empeñen los cientos de asesores y palmeros del Gobierno, no hay problema que se resuelva aplaudiendo.

El mundo agrario no es ajeno a todo este folklore mediático, de hecho, es el mayor perjudicado en todo este teatrillo gubernamental. Tanto en los fondos de la PAC contemplados en el Marco Financiero Plurianual para el periodo 2021/2027, como en los recogidos en el Next Generation EU para paliar los efectos del covid-19 los próximos dos años, se discrimina al campo de forma insultante. Nunca el sector agroalimentario tuvo tantas exigencias y tan poco dinero. Mientras desde el Gobierno se intentan tapar las cuentas con cuentos que no convencen absolutamente a nadie y se aplauden los recortes, el sector alimentario lucha por sobrevivir.

La estrategia de este Gobierno: acostumbrarnos a la mentira, que nos parezcan normales las mayores atrocidades, mantenernos callados

Respecto al primero, el Marco Financiero Plurianual en conjunto tiene muchos más fondos que el del periodo anterior, casi un 6% (5’6%) más para otros programas, mientras que las políticas agrarias y marítimas bajan más del 12 %. Según el propio Consejo Europeo “el presupuesto de la PAC para el periodo 2021/2027 tiene una disminución de 46.000 millones de euros respecto al periodo 2014/2020”. Lo curioso es que el Gobierno de España no solo niega la evidencia (reconocida por los organismos europeos que nos tienen que trasferir los fondos) sino que ha decidido dar la batalla por perdida: no defender al campo cuando aún hay opciones de recuperarlo. No sabemos por qué el ministro cede, ni tampoco por qué dedica tanto esfuerzo a convencernos de lo contrario de lo que está escrito, en lugar de exigir más dinero para España en el reparto por países. Hay menos dinero, es cierto, pero aún está sin definir la clave de reparto por países y todos sabemos que en la pasada negociación, aun habiendo menos dinero y un presupuesto europeo restrictivo, el gobierno del PP consiguió que la PAC para los agricultores y ganaderos españoles creciera.

Se pueden hacer todos los juegos florales que se quiera con las cifras, pero la realidad es que cuando el Falcon del Sr. Sánchez aterrizó en España entre aplausos, llegó bastante más ligero de equipaje de lo que salió. La PAC le pesaba como mínimo un 10% menos y lo único que había aumentado eran los condicionantes de los agricultores y ganaderos para poder acceder a ella. En los fondos de desarrollo rural (Feader) el recorte es aún mayor, caída del 12% y menor tasa de cofinanciación Europea. Este no es un tema menor, pues el Feader es el dinero para que se incorporen los jóvenes, para hacer inversiones y modernizar explotaciones, para poder cumplir con los requerimientos ambientales y poder cobrar las ayudas directas, entre otras cosas, para luchar contra la despoblación.

Foto: Aceitunas en un olivo. (Julie-Kolibrie / Pixabay)

Lo mismo ocurre con los fondos europeos previstos para minimizar el impacto de la situación provocada por la covid-19, el llamado Next Generation EU. Solo el 1% del total va específicamente dedicado a agricultura, la mitad de lo previsto cuando Sánchez salió de España. A esta pírrica cifra hay que añadir dos problemas: el primero que los criterios de reparto de este fondo no son los mismos que los del resto y con ese cambio España pierde cerca de 600 millones de euros. Y el segundo, que para conseguirlos hay que cofinanciar el 60%. Es decir, que para que lleguen 100 euros del fondo de recuperación por covid-19 al campo español, que ha estado al pie del cañón durante la pandemia, alguien tiene que poner 60 euros y si no, no le llegará nada. Mientras, la mayoría del resto de partidas subvencionadas, lo están al 100% por los fondos europeos.

Ante lo insólito de todo esto, desde el Partido Popular, y en sede Parlamentaria, en la Comisión de Agricultura Pesca y Alimentación, esta misma semana le hicimos dos propuestas a las que el Gobierno no respondió y que esperamos sean tenidas en cuenta.

En primer lugar, solicitar en el Consejo de Ministros de la UE que los Reglamentos de reparto de los Fondos del MFP 2020/2027 contemplen la compatibilidad entre sí. Se trataría, con ello, que el sector alimentario pueda, como el resto de sectores, beneficiarse de los apoyos económicos específicos para poder adaptarse a aquellas medidas que debe cumplir, para las que debe invertir y que no están contempladas entre las específicas de agricultura.

placeholder El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas. (EFE)
El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas. (EFE)

En segundo lugar, que el sistema alimentario tenga el peso que merece en el Next Generation EU, de modo que el llamado Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia que debe presentar el Gobierno a la Unión Europea. Son más de 140.000 millones de euros, que pueden y deben financiar proyectos que permitan al sector alimentario adaptarse a los nuevos condicionantes que se le exige para seguir produciendo, el reverdecimiento, la contribución y adaptación de la agricultura al cambio climático, a la digitalización y modernización del sector alimentario.

Se podrían atender todas las necesidades hídricas del campo español, garantizar el agua, los regadíos, la digitalización, la investigación, el apoyo al sector forestal. Sería un gran revulsivo para todo el medio rural, para el desarrollo de la industria alimentaria, agrícola y pesquera, y sin duda alguna, la mejor forma de luchar de verdad contra la despoblación.

Se podrían atender las necesidades hídricas del campo, garantizar el agua, los regadíos, la digitalización, la investigación...

El Gobierno tiene en este momento una oportunidad de consenso con el principal partido de la oposición, y la propuesta de acuerdo se la hemos ofrecido ya el pasado jueves en el Parlamento. Son ellos quienes tienen que decidir. No hay tiempo que perder, desaprovechar esta oportunidad para asegurar el futuro del medio rural y nuestra autonomía alimentaria sería de una torpeza sin precedentes.

Utilizar estos fondos con criterio lógico y no ideológico es lo menos que se puede espera, incluso de un Gobierno más ocupado de los cuentos que de las cuentas, y más preocupado de figurar que de gobernar.

De quien sistemáticamente falta a su palabra poco o nada se puede esperar. Porque, cuando pierdes tu palabra, poco te queda, decimos en los pueblos, donde un apretón de manos vale tanto o más que un contrato firmado ante notario.

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