Porqué el sector tabaquero canario merece apoyo

Son las diez horas y treinta minutos de la mañana, enciendo un puro robusto en la mano izquierda y un rotulador Pilot azul en la derecha. Debo ser un clásico, fumo y escribo a mano. Un clásico es también la industria tabaquera en las Islas Canarias, aunque mengua desde los años del esplendor, por una regulación asfixiante y unos impuestos que se acercan al precio final.

Todavía el mundo del tabaco, en unas islas mal dotadas para la industria en general, aporta más del 1% del PIB regional y más del 4% de las exportaciones, casi el mismo nivel que las ventas exteriores de plátanos.

No está de más poner en valor qué significa el tabaco para Canarias. Más en los tiempos actuales, con la factura que está pasando la pandemia a nuestra industria turística, indiscutible sostén económico. Pues bien, las actividades que giran alrededor del tabaco generan más de 5.000 empleos en las islas. Puestos de trabajo que se han mantenido en estos meses y que muestran lo interesante de la diversificación económica.

"Todavía el mundo del tabaco, en unas islas mal dotadas para la industria en general, aporta más del 1% del PIB regional"

Cuna de la manufactura tabaquera, el archipiélago canario aglutina hoy el 84% de la producción nacional de labores del tabaco. En nuestras islas se ubica la mayor planta mundial de cigarritos y en los dos últimos años se han realizado importantes inversiones para ampliación y modernización de las fábricas existentes, con el fin de acceder a nuevos mercados exteriores y mejorar el control sobre el producto final.

Conviven estas, digamos, grandes plantas con empresas locales, pequeños fabricantes del cigarro manual, centenarios y en algunos tan arraigados en la tradición y orígenes de nuestras islas como el puro palmero.

Los 'modernos' llevan años apostando por una mejora de la economía, ahora verde, sostenible, sin emisiones, inclusiva, paritaria, saludable y muchas cosas más. Lo cierto es que hay ser cuidadosos con los tránsitos, pues en esa ansia de oponerse a lo clásico, mediante regulaciones, impuestos y relatos adversos, la industria conservera desapareció y la refinería pionera en España solo permanece en instalaciones y tanques, muertos, sin nada que transita por sus tuberías, sin nadie que trabaje.

Soy un defensor del mundo y la cultura del tabaco, pero no aconsejo fumar a nadie. Sin embargo, aconsejo fervientemente mantener y favorecer la producción y las plantaciones en Extremadura, las fábricas en Canarias, Cantabria y Navarra. Al menos, hasta que los 'modernos' encuentren trabajos e ingresos públicos que sustituyan a los existentes.

*José Carlos Francisco Díaz es presidente de Corporación 5 y CEOE-Tenerife.