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Francisco Igea

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Carta desde Valladolid

Una política que combine una fe inquebrantable en los derechos individuales con la protección de los más débiles es posible y también aunar el reconocimiento de los errores

Foto: El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. (EFE)
El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. (EFE)

No sé muy bien a quién dirigir esta carta, de hecho, ni siquiera sé si hay alguien interesado en leerla. Podría escribirla a las ejecutivas nacionales de los partidos que hoy gobernamos en coalición nuestra comunidad. Sin duda, podría ser mal visto. Algunos lo considerarían insolente y atrevido, otros, un desesperado llamamiento a permanecer en activo, otros, simplemente, irrelevante. He decidido por tanto dejarla aquí, abierta a los ciudadanos, por si alguien quisiera aprender de lo vivido estos dos años en nuestra comunidad.

Escribo para decirles que otra política es posible. Que es posible un Gobierno de coalición liberal-conservador, con dos partidos distintos, que sin embargo son capaces de trabajar juntos. Que se puede hacer sin aspirar a desaparecer el uno en el otro. Que se puede trabajar con visiones distintas, pero con un programa común. Que eso mejora los controles internos. Que, cuando tienes dos partidos dentro del Gobierno, todo el mundo se tienta la ropa para evitar esos errores. Errores que tu socio no te señalará, pero no te tapará. Que se pueden cambiar políticas de 30 años sin derribar la casa. Que las pequeñas reformas producen grandes resultados, si se sabe esperar. Que apostar por la transparencia es apostar por un mejor Gobierno, más virtuoso, pero también más eficaz.

Es posible gobernar sin comprar voluntades y sin levantar un teléfono para silenciar a nadie

Que romper los vínculos del clientelismo, generado por el continuismo de tantos años, produce más y mejor crecimiento. Que contar con la mezcla justa de experiencia y renovación facilita la estabilidad a la vez que las reformas. Que nuestros ciudadanos reconocen a quienes no colocan su interés de partido por delante del de todos. Que cuando un Gobierno actúa unido y sin deslealtades los ciudadanos aceptan mejor los sufrimientos y limitaciones que una situación como la vivida nos ha proporcionado. Que es posible gobernar sin comprar voluntades y es posible estar en el poder sin levantar un teléfono para silenciar a nadie. Que cuanto más libre es la prensa mejor es el Gobierno. Que financiar la paz social no es mejor que enfrentarse a los debates con convicción. Que afrontar los problemas, por duros que sean, es siempre mejor que trasladar las responsabilidades.

Es posible una política que combine una fe inquebrantable en los derechos individuales con la protección de los más débiles. Es posible aunar el reconocimiento de los errores del pasado con una decidida apuesta por la concordia. Tenemos un Gobierno que elimina trabas a nuestros emprendedores, que mejora la fiscalidad, pero que a la vez apuesta por la equidad y la protección social. Un Gobierno que cree en una comunidad más libre y más prospera. Un Gobierno que no teme la integración del que viene de fuera, pero decidido a conservar su cultura y su patrimonio. Un Gobierno que cree en España y en Europa.

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Es este Gobierno el que estamos decididos a mantener, porque sus resultados así lo avalan. Los ciudadanos han visto la mejor campaña de vacunación, una campaña que nos ha permitido ser los primeros en liberar todas las restricciones. Han visto una comunidad atractiva y segura que ha vivido su mejor agosto en pernoctaciones de turismo rural. Una comunidad que ha tenido, también por primera vez en 20 años un balance migratorio positivo. Una comunidad que presenta unos datos de paro desconocidos en un mes de septiembre. Una comunidad que lidera los 'rankings' de transparencia. Una comunidad con un sistema educativo equitativo y de calidad.

Una comunidad que tiene importantes problemas y retos de futuro, es cierto, pero que es capaz de aprender de sus errores. Un Gobierno dispuesto a no mirar hacia otro lado, nunca. No lo hicimos en la pandemia, asumiendo nuestras responsabilidades, y no lo haremos con los grandes retos de nuestra comunidad. Es verdad que hay ruido, pero porque hay movimiento. Es verdad que hay resistencias, pero porque hay cambio. No dejemos que los intereses de nadie perjudiquen el progreso de todos. Es hora de seguir trabajando. Nuestros ciudadanos así nos lo demandan, nuestro compromiso así nos lo exige.

No sé muy bien a quién dirigir esta carta, de hecho, ni siquiera sé si hay alguien interesado en leerla. Podría escribirla a las ejecutivas nacionales de los partidos que hoy gobernamos en coalición nuestra comunidad. Sin duda, podría ser mal visto. Algunos lo considerarían insolente y atrevido, otros, un desesperado llamamiento a permanecer en activo, otros, simplemente, irrelevante. He decidido por tanto dejarla aquí, abierta a los ciudadanos, por si alguien quisiera aprender de lo vivido estos dos años en nuestra comunidad.

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