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La violencia de género en adolescentes existe
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La violencia de género en adolescentes existe

Los y las adolescentes nos cuentan que la violencia de género les resulta muy lejana, no conocen las diversas formas que puede adoptar y no son capaces de identificarla cuando ocurre

Foto: Foto: Pixabay/Tumisu.
Foto: Pixabay/Tumisu.

No nos cansamos de oír polémicas sobre cómo los juguetes, los disfraces o las películas perpetúan roles de género, un sinsentido que perjudica tanto a ellas, princesas indefensas por antonomasia, como a ellos, valientes héroes malotes que no deben llorar. Y, sin embargo, cada carnaval las tiendas vuelven a llenarse de disfraces de enfermeras para las niñas, de astronauta o policía para los niños, y se sigue cuestionando que una niña prefiera llevar pantalón a vestido o nos sorprendemos si le gusta jugar al fútbol.

Cómo nos relacionamos con los demás viene marcado por todos estos estereotipos, incluso nuestros deseos y expectativas. Las primeras relaciones afectivas de chicos y chicas no pueden escapar a este contexto, los mitos en torno al amor romántico hacen que ciertas agresiones no sean percibidas como tal, los celos o la entrega total como expresión del amor, que el amor lo puede todo… Debemos acompañar tanto a los chicos como a las chicas en la construcción de relaciones afectivas sanas y libres de violencia. Socialmente, debemos lograr que lo tóxico y violento deje de ser lo deseable en las relaciones y los comportamientos afectivos de adolescentes. Los cambios sociales son lentos, pero no debemos cejar en el empeño, porque todo esto no es sino el caldo de cultivo para que la violencia ocurra y pase desapercibida.

Foto: Menor de 15 años, víctima de violencia de género.

Los y las adolescentes nos cuentan que la violencia de género les resulta muy lejana, no conocen las diversas formas que puede adoptar y no son capaces de identificarla cuando ocurre. Ellas no se ven como víctimas, sino que sienten culpa y vergüenza, y ellos no se consideran agresores, sino que creen erróneamente que protegen. Los datos, aunque escasos en lo que se refiere a infancia y adolescencia, destacan que un 24% de las adolescentes víctimas de violencia de género han sufrido violencia psicológica o de control, emocional en un 16,7%, control del móvil en un 14,9%, insultos, ridiculizarlas o decidir por ellas en un 17,3% y presión para mantener relaciones sexuales en un 11,1%.

Toda esta realidad adquiere alarmantes dimensiones en esa esfera de la vida que va en aumento: el mundo 'online'. Se trata de un espacio más en el que las desigualdades de género y su impacto se hacen patentes. Las formas de violencia propias de la red como la 'sextorsión', el 'grooming' o el 'sexting' sin consentimiento afectan mucho más a las niñas y adolescentes, y la línea que las separa del mundo físico es muy difusa.

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Según la encuesta que realizamos en Save the Children en nuestro informe 'Desinformación sexual', para el 30% de adolescentes, la pornografía supone la única fuente de información sobre sexualidad. Esto es inadmisible, máxime si tenemos en cuenta que se trata de unos contenidos que reproducen prácticas de riesgo, situaciones de desequilibrio de poder e incluso de violencia. Se debe incorporar un enfoque más amplio en la educación afectivo sexual que se ofrece en los centros educativos, que aborde la afectividad y las emociones, que revise las masculinidades dominantes y la desigualdad de género y, por último, que no deje atrás la diversidad en todas sus vertientes.

Las medidas que se están adoptando contra esta forma de violencia no tienen en el foco a las adolescentes. Por ejemplo, las campañas no enganchan con ellas porque muestran principalmente a mujeres adultas y en contextos distintos a los suyos, los mecanismos de denuncia no siempre son confidenciales y, en gran medida, las familias no las sabemos ayudar. Los y las adolescentes deben poder vivir plenamente unos años de descubrimiento y aprendizaje que, además, forjan el carácter en un contexto de respeto y protección. Por eso es fundamental que se avance con paso decidido para que tengan la información que necesitan, tanto para prevenir relaciones desiguales y comportamientos violentos como para hacer un uso responsable de internet y las tecnologías.

Como país, hemos aceptado el reto de acabar con la violencia hacia la infancia y la adolescencia y, por muy grande que sea el desafío, lo haremos.

Y, sin embargo, se puede.

*Catalina Perazzo, directora de Incidencia Social y Política en Save the Children.

No nos cansamos de oír polémicas sobre cómo los juguetes, los disfraces o las películas perpetúan roles de género, un sinsentido que perjudica tanto a ellas, princesas indefensas por antonomasia, como a ellos, valientes héroes malotes que no deben llorar. Y, sin embargo, cada carnaval las tiendas vuelven a llenarse de disfraces de enfermeras para las niñas, de astronauta o policía para los niños, y se sigue cuestionando que una niña prefiera llevar pantalón a vestido o nos sorprendemos si le gusta jugar al fútbol.

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