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El futuro de un presidente

Que Pablo Casado desaparezca de la escena pública es una pérdida para el panorama político general en un momento en que los extremos han tensado el espectro parlamentario

Foto: El líder del PP, Pablo Casado. (Reuters/Juan Medina)
El líder del PP, Pablo Casado. (Reuters/Juan Medina)

Pablo Casado se va antes de tiempo. Quizá el poder le llegó antes de lo que por edad le correspondía o quizá la política de hoy ha entrado en una dinámica de destrucción masiva de líderes que no conduce a nada bueno. Primero, porque la política necesita estabilidad, España necesita estabilidad, y segundo, porque no andamos sobrados de líderes capaces de llevar nuestros destinos a puertos seguros.

Ahora muchos se preguntan por el futuro de Pablo Casado. Yo le conozco y, como 'head hunter', no puedo menos que asegurar que tiene una serie de valores y capacidades muy necesarias para desempeñar los puestos de responsabilidad que quiera asumir: empezando por el valor del esfuerzo, la lealtad, la honestidad, el respeto a los demás, la tolerancia y el optimismo. Aparte de ser un gran comunicador, tanto en español como en inglés, con templanza y con algo que cada vez escasea más, pero que para un puesto directivo o político es fundamental y no se enseña en ninguna escuela: el sentido común.

Foto: El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, abandona el hemiciclo. (EFE/Chema Moya)

Todo el mundo señala en el "debe" de Casado que no ha gestionado nada. Es un análisis cuando menos limitado de lo que ha hecho y de lo que entendemos como gestión. No en vano, podemos interpretar que ha sido, es aún, el presidente de una 'empresa' de implantación nacional, con ramificaciones en Europa y un número de 'empleados' a la altura de cualquier gran empresa nacional. La política no enseña solo gestión, forma un tipo de carácter nada común en el mercado laboral, acostumbrado al liderazgo y la soledad que conlleva, a la presión, a la visión estratégica de conceptos y planes y a las relaciones del más alto nivel. Todo eso lo he encontrado en aquellos políticos que han trabajado conmigo, como Esperanza Aguirre, Íñigo de la Serna, o la malograda Carmen Chacón, gente que, más allá de la gestión, dotan del valor añadido que la política aporta a todo el que pasa por ella y tiene un mínimo de inteligencia para aprender. Todos ellos tenían cuatro puntos en común: fueron valientes, tenían un proyecto, lo supieron comunicar y fueron optimistas. Pablo tiene además valores que la vida le ha implantado a fuerza de dificultades en lo personal y en lo político.

Que Pablo Casado desaparezca de la escena pública es una pérdida para el panorama político general en un momento en que los extremos han tensado el espectro parlamentario. Hoy la política tiene más de espectáculo que de servicio y prima la voz alta frente a la serena, los trazos gruesos frente al análisis concienzudo y serio, y el tuit ingenioso frente a la reflexión profunda. Casado en todo es lo segundo, representa una centralidad que España necesita recuperar, no solo política sino dialéctica, que rebaje tensiones y permita políticas amplias, de Estado y alejadas de populismos y partidos que quieren todo menos el bien común. Nunca ha querido destacar por montar números en el Congreso o frente a sus adversarios políticos, a sabiendas de que eso le restaba espacio en titulares. Tiene en la cabeza una España sensata, no solo en lo económico-administrativo desde el liberalismo y el no intervencionismo, bajada de impuestos de envergadura incluida, sino también en lo social y en el plano internacional.

Foto: La sala donde tuvo lugar la reunión en Génova. (Reuters/Jon Nazca)

Antes de la crisis, todas las encuestas de los últimos meses le auguraban un constante crecimiento; su partido ha ganado todas las elecciones territoriales que le ha tocado afrontar y había reorganizado un partido tocado en sus estructuras tras la moción de censura que acabó con el Gobierno de Mariano Rajoy. Hoy, otra "moción" acaba con él, pero su futuro no será ni mucho menos tenebroso.

La política de este país necesita de personas como Pablo Casado. Espero que siga luchando como siempre ha hecho por un futuro mejor.

*Luis Conde es fundador y presidente de Seeliger y Conde.

Pablo Casado se va antes de tiempo. Quizá el poder le llegó antes de lo que por edad le correspondía o quizá la política de hoy ha entrado en una dinámica de destrucción masiva de líderes que no conduce a nada bueno. Primero, porque la política necesita estabilidad, España necesita estabilidad, y segundo, porque no andamos sobrados de líderes capaces de llevar nuestros destinos a puertos seguros.

Pablo Casado