Sobre Macron y qué es ser un 'lobater'

La reelección de Macron como presidente de Francia es, sin duda, una buena noticia. Lo es porque nos garantiza una estabilidad que la Unión Europea necesita ahora más que nunca. Y es una buena noticia porque la alternativa era Le Pen y su victoria hubiera supuesto la llegada al poder de la derecha más rancia y arcaica que pueda haber. En Francia y en España, con Vox, no tengamos ninguna duda. Y los que la tengan, no tienen más que ver la foto que se apresuraron a compartir en redes sociales Jorge Buxadé y Macarena Olona con la candidata del Frente Nacional, amiga de Putin.

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Sin embargo, creo que es una victoria, como algunos la han calificado, agridulce. Lo es porque no podemos perder de vista que, aunque Le Pen no ha ganado, sí ha cosechado su mejor resultado en unas presidenciales y eso nos debe poner en alerta.

De hecho, en nuestro país ya hemos visto cómo la derecha rancia forma parte del gobierno de Castilla y León con el PP. Y en la Comunidad de Madrid la presidenta Ayuso no ha tenido ningún empacho en hablar de coalición de gobierno de facto con Vox.

El reto para Macron es enorme. Existe una gran fractura en la sociedad francesa, que demanda soluciones para sus problemas cotidianos y que, visto lo visto, no son de fácil solución. Y es justo por eso por lo que la derecha rancia ha tirado de populismo y de oportunismo, y está calando su mensaje.

Igual que Macron, nosotros aquí tenemos que hacer lo mismo. Y en eso estamos los socialistas madrileños. En proponer medidas concretas para resolver los problemas reales de los madrileños y madrileñas. No como la presidenta Ayuso, que está tan ocupada en competir primero con Casado y ahora con Feijóo, que se olvida que debe trabajar por la Comunidad.

La periodista Pilar Gómez, en El Confidencial, publicó hace unos días un artículo en el que decía que yo era un “ayuser encubierto”. El titular, como es comprensible, me sorprendió, porque puestos a ser, soy un 'lobater', pero nunca un 'ayuser'.

El artículo hablaba sobre mi posición sobre cómo gestionar los impuestos en la Comunidad de Madrid y sostenía que defiendo la misma política, en esencia, que la de la presidenta. El problema está en que entre Ayuso y yo hay unas cuentas diferencias fundamentales si hablamos de impuestos y si hablamos de política en general.

Opinión

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Para empezar, porque yo, a diferencia de Ayuso, doy la cara y explicaciones acerca de cualquier cuestión. El último ejemplo tuvo lugar el jueves 21, cuando ella acusó a mi padre de estar detrás de los contratos del Ayuntamiento de Madrid para comprar mascarillas y comparecí con él para desmentir categóricamente lo que ella ya sabía que era mentira.

Ella no tiene inconveniente en traspasar algunas líneas rojas. Cuando yo cito a su hermano en la Asamblea lo hago por dos motivos. El primero, porque ha cobrado 286.000 euros de una empresa adjudicataria de dinero público y lo ha reconocido su propia hermana. Y el segundo, porque hasta la fecha, ni ella ni él han dado la cara para explicar muchas dudas que siguen sin aclararse. Mis diez preguntas sobre el asunto hechas en sede parlamentaria siguen sin respuesta, casi dos meses después de formularlas por primera vez.

Me defino como “lobater” antes que como “ayuser”

Pero, además, yo me dirijo a mis rivales políticos con educación y respeto. Y ella, sin embargo, ni nos mira a la cara. Y en política, cuando uno no mira a los ojos de su rival es porque tiene algo que ocultar o no es de fiar.

Así que, puestos a definirme, me proclamo 'lobater' antes que 'ayuser'. Los primeros damos la cara y hablamos con respeto y educación. Y, por supuesto, trabajamos por Madrid y los madrileños y madrileñas. Los 'ayuser' tiran la piedra y luego, se esconden.