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Narrativas hostiles y otros relatos desinformativos
Siempre han molestado las libertades informativas y el pluralismo y aparecen ahora otras balas de calibre no inferior llamadas "narrativas hostiles"
En una semana como la pasada en el que se comenta la sonada dimisión del presidente de RTVE, el profesor Pérez Tornero quejándose amablemente de la falta de “pluralismo político” en el ente público o como esta en el que seguimos encontrándonos distintos “relatos” o “narrativas” de diversos asuntos públicos más que hechos informativos, compensa hablar sobre esas narrativas como ejemplo de desinformación, de propaganda y desorden informativo.
El contexto teórico y sociológico en el que se desarrolla la desinformación hoy es el conocido como era de la posverdad, término del año 2016 que definió en primer lugar el Diccionario de Oxford como “información o afirmación en la que los datos objetivos tienen menos importancia para el público que las opiniones y emociones que suscita” que no puede ser más completa. Este aspecto de la posverdad afecta especialmente a todo el mundo de lo “fake”, lo falso, lo burdamente inventado o manipulado, los bulos intencionados o no, los deep o cheap fake videos o la ausencia de verificación en medios.
Los fenómenos que vemos a diario en medios, redes sociales o en conversaciones en torno a un café, no son sino los lodos de aquellas lluvias, de esos tiempos en los que se puso en duda, se negó, la objetividad informativa y la capacidad periodística de conocer la verdad y transmitirla. El relativismo ha infectado seriamente el sistema global de comunicación, me consta que muchos medios o asociaciones profesionales al menos han levantado el dedo para señalar errores, pero no se pudo prever semejante barrizal. Hoy no se duda tanto de esto -porque ya que hablemos de posverdad es porque la verdad importa-, como de la función esencial de la información en una sociedad democrática, plural y libre.
La democracia se encuentra especialmente golpeada por fenómenos no sólo como las noticias falsas, que incrementan su distorsión en momentos especialmente emocionales, la polarización, los videos ultra falsos que pueden suplir a líderes políticos, pero también por las llamadas narrativas hostiles. Y eso ya es un salto más, porque no afecta a los hechos sino a la versión de los hechos, es decir a las ideologías, a las estrategias de comunicación política y de propaganda.
"Las ideas son cosas mucho más fatales que las armas"
Ya lo había dicho Lenin: “las ideas son cosas mucho más fatales que las armas. ¿Por qué debería permitirse la libertad de expresión y la libertad de prensa? ¿Por qué un gobierno que está haciendo lo que cree correcto debe permitir el ser criticado? No permitiría la oposición con armas letales”
Siempre han molestado las libertades informativas y el pluralismo y aparecen ahora otras balas de calibre no inferior llamadas “narrativas hostiles”.
Las “narrativas hostiles” son una preocupación en organismos como la Unión Europea, OTAN u otras entidades dedicadas a la ciberseguridad o a cuestiones de defensa, y utilizan esa expresión como un fenómeno de desinformación y desestabilización, estando o no en tiempos de guerra. Razón por la que se ha incluido entre las amenazas híbridas en la estrategia de OTAN.
Sin duda todos pensamos en los hechos recientes de la “guerra de desinformación” en la devastadora guerra fratricida de Rusia contra Ucrania. No es el único caso.
Lo que más me interesa ahora comentar es la respuesta que ha tenido la Unión Europea, ordenando el cierre de medios financiado por el gobierno ruso como Rusia Today (RT) y Sputnik, concretamente por la prohibición de emitir en streaming o en sitios de video (sea YouTube, Facebook o Twitter) sus videos informativos. Una medida que no veíamos en décadas: prohibir, cerrar de forma administrativa portales o canales de información. La argumentación de la UE se refiere a la “amenaza en la seguridad y en la democracia de esos medios de “narrativa hostil”. Una amenaza directa y grave contra el “orden público y la seguridad" (Reglamento de 1 de marzo de 2022).
Así lo explicaba Josep Borrell, Alto Representante de la UE, pocos días después en el Parlamento Europeo: “hay que combatir esta narrativa, primero, cortando las fuentes de desinformación, como hemos hecho. Y después hay que desarrollar la nuestra. Porque no basta con silenciar la suya, hay que desarrollar la nuestra. Y les invito a todos ustedes, parlamentarios, que desarrollan una gran labor de diplomacia parlamentaria, a hacerlo ahora, más que nunca, llevando la voz de Europa para explicar qué es lo que realmente pasa. Porque no todo el mundo tiene la misma clara conciencia que nosotros sobre lo que está pasando en Ucrania. Los mensajes falaces trucados de mentiras pueden perfectamente contaminar las mentes de aquellos que no tienen más información que la que reciben. Es nuestra obligación dar esa información permanentemente, porque tenemos una batalla acerca de la interpretación histórica de estos acontecimientos”.
Esto indica el paradigma geopolítico de la cuestión que a mi entender supone un giro importante en la neutralidad y moderación de la UE en estos últimos años, sentando un peligroso precedente.
Desde la guerra fría entre la URSS y occidente, no veíamos acciones coordinadas de bloqueo de emisoras de radio o televisión con tanto alcance como éste. Entonces se prohibía la distribución de radios o televisiones libres, hoy se imponen medidas de bloqueo a las empresas que están en la jurisdicción europea.
Esta situación de control de narrativas hostiles y/o de cierre de medios, si se prolonga es constitucionalmente dudosa en un continente que ha dado a luz a dos grandes declaraciones de derechos humanos. En otra investigación que nos ocupa en el Observatorio Complutense de la Desinformación donde consideramos clave definir si tanto RT como Sputnik son o no medios, o si son más bien panfletos y si, en consecuencia, les alcanza la protección del derecho a la información veraz. Por cierto que en España están pudiendo emitir desde sitios como VT. El tema no es sencillo y nos ocupará probablemente mucho a los constitucionalistas y autores del Derecho de la Información, pero también hay que decir que no es totalmente nuevo. Cerrar, silenciar o bloquear videos se ha hecho muchas veces en nombre de la “propiedad intelectual”, eliminando servidores o blogs e, incluso las propias plataformas como YouTube, han eliminado contenidos cuando les ha parecido oportuno.
Las fuentes ya no importan tanto, cuentan las versiones
Desde el punto de vista de los medios se detecta otro fenómeno desinformativo, donde periodistas e invitados a tertulias y programa de análisis y debate se centran en exceso en esa “lucha por el relato”, y no me refiero sólo al extraordinario peso de las tertulias en la dieta televisiva o de radio, sino al término “relato” que alude tanto al ”conocimiento que se da, generalmente detallado, de un hecho” como a la “narración, cuento”. Siendo esta segunda acepción de la RAE lo que más se adapta a ese fenómeno de distorsión de los hechos. No es la narrativa de un artista o literato sino la construcción de una ideología o propaganda.
En ese sentido se aleja del ejercicio del derecho a la información veraz, siendo más un ejemplo de militancia política (libre también claro) o cuando menos de pura opinión. Un caso que sigo, el de Ana Afinogenova, periodista exilada de Rusia ahora en La Base y en Público, que titulaba en agosto “Lucha por el relato: ira por un informe de Amnistía Internacional sobre Ucrania”.
También por su parte, Rusia ha impuesto una multa (de 83000 euros) a Wikipedia por el “relato” sobre la invasión de Ucrania que el portal se niega a retirar. Como informaba Newtral en junio: “Entre los artículos que el Kremlin pide quitar en su versión rusa se encontraban Crímenes de guerra durante la invasión rusa de Ucrania, Masacre en Bucha, etc.”.
Con motivo de la noticia sobre la “contraofensiva ucraniana” en esta última semana, esta pieza de La Base, que dirige Pablo Iglesias, es otro ejemplo de cómo se afronta la guerra de la desinformación y cómo se analizan las “narrativas negativas”. Cuando un medio tiene como enemigo a otro medio o periodista (Vicente Vallés, La Sexta, Lucía Méndez, por nombrar algunos) es que la infección es generalizada. Y si, como intenta, Pablo Iglesias llega a nuestra Facultad de Ciencias de la Información como profesor asociado, el curso va a ser entretenido.
*Loreto Corredoira. Profesora de Derecho de la Información, Universidad Complutense de Madrid.
En una semana como la pasada en el que se comenta la sonada dimisión del presidente de RTVE, el profesor Pérez Tornero quejándose amablemente de la falta de “pluralismo político” en el ente público o como esta en el que seguimos encontrándonos distintos “relatos” o “narrativas” de diversos asuntos públicos más que hechos informativos, compensa hablar sobre esas narrativas como ejemplo de desinformación, de propaganda y desorden informativo.
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