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Será lo que tú quieras (PSOE), pero seré yo quien lo ejecute (PNV)
Han llegado a un acuerdo para aplicar a los contribuyentes vascos el impuesto a las grandes fortunas, considerando más justo que ese dinero esté a disposición del gasto público
El Partido Nacionalista Vasco y el Partido Socialista de Euskadi han llegado a un acuerdo para aplicar a los contribuyentes vascos el impuesto a las grandes fortunas, el impuesto a los ricos. Tras el acuerdo de diciembre para transferir la exacción del impuesto a las haciendas vascas, ambos socios en el Gobierno vasco, diputaciones y ayuntamientos han acordado que es más justo que ese dinero no esté en posesión de sus actuales dueños y sí a disposición del gasto público.
Urkullu expresó sus dudas sobre la oportunidad de sumar el impuesto sobre las grandes fortunas al impuesto del patrimonio, que se sigue cobrando en Euskadi. Sin embargo, la convicción con la que se expresó su socio del PSE, Eneko Andueza, ha decantado a los nacionalistas por aplicar esa figura tributaria que con tanta ilusión redactaron entre el PSOE y Unidas Podemos.
Es difícil sustraerse a aplicar un impuesto a los ricos, está muy bien visto entre los votantes, también los vascos, que en las últimas citas electorales van mostrando una progresiva simpatía hacia las formaciones de izquierda. Sin embargo, no es el primer impuesto que pagan los ricos, aunque lo parezca. De hecho, los ricos vascos pueden llegar a pagar en impuestos el 65% de sus ingresos anuales. No es poco. Sin embargo, los ricos madrileños disponen de un escudo que limita sus contribuciones al 60% de sus ingresos anuales, con lo que la ventaja puede estimular el traslado de la residencia fiscal a la capital de España.
Durante muchos años, la presión terrorista animó a los vecinos de Neguri a buscar en otros lugares la tranquilidad que no encontraban en Euskadi, por lo que la gente que disponía de dinero cuenta con lo que se viene llamando casa abierta en Madrid, Málaga o Cádiz, a donde puede trasladar su domicilio fiscal sin tener que fingir residencias fantasma.
Las consecuencias de aplicar este impuesto pueden llevar a deslocalizar a los ricos, cosa que el PNV siempre había evitado mediante una normativa tributaria que beneficiaba su arraigo en Euskadi y permitía no solo contar con más contribuyentes, sino que también ese dinero siguiera invertido en la economía real, que siguiera activo para lograr mejorar el empleo, las transacciones económicas y la industria. En definitiva, para que la riqueza del país fuera en aumento y, como consecuencia de ello, la recaudación tributaria aumentara, no por elevar la presión sobre el contribuyente, sino por ampliar la base imponible.
Pero las cosas van cambiando en el País Vasco. El PNV se ha acomodado al discurso que marca la izquierda, y la normativa tributaria que procuraba mejores condiciones fiscales para los vascos se ha ido diluyendo, hasta el punto de que el lendakari Urkullu ha llegado a decir que le preocupa que haya "una estrategia de dumping fiscal o de convertir a determinadas comunidades en paraísos fiscales".
Aplicarlo puede llevar a deslocalizar a los ricos, lo que el PNV siempre había evitado con una normativa tributaria que beneficiaba su arraigo
Esto, cuando la capacidad normativa tributaria de las comunidades de territorio común está muy contenida y el propio PNV ha sumado sus votos para evitar que otras comunidades participen de la corresponsabilidad fiscal que, sin embargo, pondera y sacraliza para la propia.
El PNV ha sumado sus votos a todas las iniciativas de la izquierda española. Así lo hemos visto en la aprobación de los sucesivos planes de gasto en pensiones, renta universal, salario mínimo. Pero no solo económicas, también en leyes ideológicas como el solo sí es sí, ley de eutanasia, ley del aborto, ley trans. El PNV no les ha puesto ninguna objeción a pesar de su trayectoria histórica, inspirada por el humanismo cristiano y alejada del individualismo radical por el que se ha decantado en estos últimos años.
Las cosas han cambiado en Euskadi. Partiendo de un mapa político en el que el liderazgo electoral y social del PNV marcaba las líneas ideológicas y económicas, la incorporación de EH Bildu al juego parlamentario y su blanqueamiento como socio en el juego de mayorías han alterado los equilibrios que tan hábilmente manejaba el partido de Sabino Arana. Hoy, el PSOE tiene un nuevo socio de izquierdas en Madrid, con el que ha demostrado una sintonía importante y con el que ha cerrado acuerdos muy relevantes que le han garantizado un respaldo parlamentario al que el PNV, a la postre, se ha acabado sumando.
Esa sintonía existe también en Euskadi y en Navarra, lo que aporta a los socialistas vascos y navarros una centralidad en el marco parlamentario de estas comunidades de la que no habían dispuesto hasta ahora. El PNV, por el contrario, se encuentra con la aparición de un competidor que, aun existiendo desde siempre, había estado marginado hasta que Pedro Sánchez lo bautizó políticamente, limpiándolo del pecado original que lo había estigmatizado.
En esa situación, el mantenimiento por parte del PNV de su ideario tradicional lo hubiera dejado fuera de las principales decisiones en la legislatura nacional, pero también le hubiera acarreado tensiones lacerantes en unas instituciones vascas en las que la suma de la izquierda constituida por PSE, Bildu y Podemos lo hubiera dejado fuera de juego.
Por eso, pese a lo que inicialmente hubieran dicho los líderes jeltzales, el impuesto sobre las grandes fortunas se va a aplicar en Euskadi. Pese a que sus consecuencias puedan tener efectos contraproducentes, se va a aplicar.
La capacidad de adaptación que está demostrando el PNV alcanza sin remilgos a lo social, lo económico y lo ideológico, asumiendo con naturalidad que no hay otro camino que el socialismo. No ha hecho ningún esfuerzo por explicar una alternativa a la que diseña la izquierda. Ningún área de gobierno ha quedado ajena a esa sintonía: Economía, Igualdad, Justicia, Educación o Consumo encuentran en el PNV una afinidad constante, perezosa a veces, sí, pero incesante.
Está siendo el PSOE el que marca la línea ideológica y el PNV se suma para votar, una y otra vez, lo mismo que votan Podemos, Esquerra Republicana o Bildu. Las pegas no están viniendo por discrepancias políticas y solo hay un elemento que el PNV parece querer salvaguardar. No hay reticencias reseñables, ningún prurito ideológico, moral ni doctrinal. Solo una premisa, un requisito, una condición sine qua non que el PNV esgrime ante cada nuevo desafío de la izquierda: será lo que tú quieras, pero seré yo quien lo ejecute.
El Partido Nacionalista Vasco y el Partido Socialista de Euskadi han llegado a un acuerdo para aplicar a los contribuyentes vascos el impuesto a las grandes fortunas, el impuesto a los ricos. Tras el acuerdo de diciembre para transferir la exacción del impuesto a las haciendas vascas, ambos socios en el Gobierno vasco, diputaciones y ayuntamientos han acordado que es más justo que ese dinero no esté en posesión de sus actuales dueños y sí a disposición del gasto público.
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