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Josep Piqué Camps. 'In memoriam'
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Josep Piqué Camps. 'In memoriam'

Hombre de Estado, hombre de empresa, hombre de España. Descanse en paz

Foto: El exministro de Asuntos Exteriores Josep Piqué. (EFE/Archivo/Javier Cebollada)
El exministro de Asuntos Exteriores Josep Piqué. (EFE/Archivo/Javier Cebollada)

Quiero gritar "compañero", como Miguel Hernández a Ramón Sijé. Aunque mejor debiera decir "maestro, maestro del alma", pues eso fue Josep Piqué para mí, mentor, benefactor y modelo vital.

Se estrenaba como ministro de Industria y apenas yo como letrado de las Cortes, cuando en 1996 lo escuché por primera vez y quedé sacudido por su brillante razonar, su elocuencia y su templanza. Su eficaz gestión en Industria lo llevó a Exteriores y a la propia portavocía del Gobierno. Desde ambos puestos, fue decisivo para configurar la política del Gobierno de entonces. Era perfectamente consciente del desplazamiento geopolítico que ya a comienzos de este siglo el mundo experimentaba, hacia una Asia y en especial una China cada vez más determinantes. También de la necesidad de que Europa reforzase su flanco atlántico con un vínculo indestructible con los EEUU. Y cómo no, del papel que España debía desempeñar en todo ello. Nunca desde su mandato en Exteriores ha estado España tan cerca de desempeñar en el mundo el papel que a su peso económico, cultural y social le corresponde.

Foto: El exministro y economista Josep Piqué. (EFE/Chema Moya)
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Su condición catalana le llevó a las más altas responsabilidades de su partido en Cataluña. Y a la Cámara donde lo volví a encontrar, esta vez el Senado. Allí compartimos la tramitación en 2006 de la reforma del Estatut de autonomía de su comunidad, en la que me esperaba otra sorpresa de su enorme pundonor profesional: en el debate que se mantuvo en ponencia, que no está abierto al público y que, justo por ello, de ordinario se solventa con intervenciones de trámite, Josep Piqué expuso las posiciones de su partido con su habitual brillantez, en un discurso de una hora. Nada le importó que esas posiciones no fueran a tenerse en cuenta. Y menos aún que apenas unos pocos fuéramos entonces testigos de su actitud. Una actitud por lo demás abierta y tolerante, nada amiga de la creciente polarización del clima político catalán. Josep sufrió en sus carnes esa polarización y sobre todo el hecho de que no se quedara entre los políticos, sino que calara por entero la sociedad catalana. Repetía esto con frecuencia.

Coincidiríamos de nuevo en el mundo privado. Su apoyo y su confianza fueron entonces cruciales para algunas decisiones trascendentales de mi vida profesional.

El Marco Antonio de Shakespeare dijo no buscar el elogio al enterrar a César. Aunque no otra cosa que elogiar pudo en realidad hacer al despedir a un hombre tan grande. A mí me pasa lo mismo al despedir a Josep Piqué Camps, hombre de Estado, hombre de empresa, hombre de España. Descanse en paz.

*Pablo García Mexía. Letrado de las Cortes Generales. Consultor en Herbert Smith Freehills.

Quiero gritar "compañero", como Miguel Hernández a Ramón Sijé. Aunque mejor debiera decir "maestro, maestro del alma", pues eso fue Josep Piqué para mí, mentor, benefactor y modelo vital.

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