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El fantasma del bloqueo: Feijóo no lo tiene hecho
¿Volveremos a tensionar el "reloj de la democracia" dejando en manos de Felipe VI un escenario endiablado? ¿Acabaremos votando de nuevo en el último trimestre del año?
En España, se han repetido dos elecciones generales por falta de acuerdo político y nada nos asegura que no lo hagamos una tercera vez. ¿Acaso es descartable un nuevo escenario de bloqueo político en julio? Este país se empeña en tropezar sobre la misma piedra y podría volver a ocurrir a partir del próximo día 24.
¿Volveremos a tensionar el "reloj de la democracia" dejando en manos de Felipe VI un escenario endiablado? ¿Acabaremos votando de nuevo en el último trimestre del año? Las preguntas ya empiezan a estar sobre la mesa de un escenario hipotético que no podemos descartar. El PP no lo tiene todo hecho.
Desde el 28 de mayo, Alberto Núñez Feijóo parece predestinado a asumir la presidencia del Gobierno. Pero, desde que Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero se han echado la campaña a sus espaldas (multiplicando sus apariciones en radio, televisión, YouTube e incluso pódcast), el PSOE parece estar movilizando a una buena parte de sus electores de 2019, así como a potenciales abstencionistas que reniegan de los pactos con VOX. Porque las conversaciones entre los de Feijóo y Abascal, con los vaivenes en Extremadura, el entendimiento en la Comunidad Valenciana o Baleares o el conflicto abierto en Murcia, han introducido notable confusión y han dominado la agenda mediática, opacando titulares sobre Bildu o la okupación que tanto perjudicaron a los socialistas en mayo. No lo podemos descartar: hay partido hasta el final y un posible margen para la sorpresa.
En el mejor escenario para la derecha, el PP crece cinco puntos desde el 28-M y se asienta con alrededor de 140 escaños y un 33,6% de votos
La fidelización del voto en torno al PP, junto a la liquidación de Ciudadanos y el hecho de que no se presenten a las elecciones partidos como Foro Asturias o el PRC, facilita la concentración del electorado en Feijóo y le propiciará un considerable aumento de escaños. Pero está por ver que sean suficientes para obtener una mayoría absoluta junto a Vox. En el mejor escenario para la derecha, el PP crece cinco puntos desde el 28-M y se asienta con alrededor de 140 escaños y un 33,6% de votos. La contribución de Vox, que se mantiene en torno al 15%, le permitiría alcanzar la mayoría absoluta con un margen de unos siete escaños, traduciéndose en 180 o 182 diputados en el Congreso.
En política nada es seguro hasta que los votos estén contados. Y ahí reside la incertidumbre
Pero, en política, nada es seguro hasta que los votos están contados. Y ahí reside el elemento de incertidumbre. El margen de seguridad es muy estrecho y susceptible de fluctuaciones a medida que avanzan la campaña y la movilización del voto, jugándonos de nuevo la posibilidad de volver a un escenario de ingobernabilidad. Si el PP y Vox no alcanzan el mágico escaño 176, la izquierda podría entrar en un laberinto de alianzas complejas, y Sánchez tendría que buscar el apoyo en formaciones poco previsibles como Junts o la CUP, para luchar por una alternativa que le dé una investidura casi imposible.
Que voces de envergadura, como la de Felipe González, hayan comenzado a sugerir "alianzas de centralidad", apelando a permitir que el Gobierno recaiga en la lista más votada "cuando no existan otras salidas", es la muestra de que el fantasma de la ingobernabilidad también asoma.
Porque los socialistas mejoran posiciones y se sitúan en el entorno de los siete millones de votos —unos 800.000 electores más que en mayo—. Tampoco se puede descartar que Sumar pueda superar el umbral del 12% de los votos y entrar a competir directamente con Vox por la tercera posición en el tablero electoral, si bien una mayoría de encuestas aún la sitúan cuarta.
El PP emerge por ahora como el imán que atrae a los abstencionistas de 2019 a su bando. Hay algo en el aire, una sensación de triunfo, acompañada de un voto útil enarbolado como estandarte anti-Sánchez, que ha dado lugar a un escenario de movilización máxima en bloque de la derecha. Pero convendría en los análisis no minusvalorar que suceda lo mismo en la izquierda. Si examinamos los números en su totalidad, vemos en estos momentos una ola de alrededor de 1,6 millones de votos en dirección a PP-Vox, frente a los 950.000 abstencionistas recuperados por el tándem PSOE-Sumar. Pero esos 950.000 son muchísimos más que los que había tras el 28 de mayo.
El tablero está dispuesto y las piezas empiezan a moverse, pero aún nos queda por desvelar el último acto de esta partida: ¿será esta movilización masiva el catalizador suficiente para que uno de los dos bloques pueda formar un Gobierno con facilidad? ¿Podremos evitar que el temido "reloj de la Democracia" vuelva a tensarse al límite? En el teatro político, cada actuación importa, y los actos finales suelen ser los más reveladores y, a menudo, los momentos más tensos y decisivos. En la próxima escena, se decidirá no solo el destino de un bloque político, sino el futuro de una nación entera. Las apuestas están hechas. Que arranque la función.
*Francisco Jerez y Carles Salom son el socio fundador y el director de Comunicación Política de Estrategos
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