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El proyecto Feijóo en perspectiva
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Elena Pisonero

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El proyecto Feijóo en perspectiva

El balance de estos dos días de debate de investidura no es en absoluto tiempo perdido. Marcan un punto de altura, de profundidad y de perspectiva del PP como referente para construir un marco de convivencia

Foto: El candidato a la presidencia del Gobierno y líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (Reuters/Susana Vera)
El candidato a la presidencia del Gobierno y líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (Reuters/Susana Vera)

La democracia es más que pura aritmética de mayorías. Es o debería ir más allá. Es fondo (argumentos, propuestas, alianzas), pero también es forma. Son resultados, pero, sobre todo, es un proceso de toma de decisiones en pos del bien común.

No debe limitarse a una performance para la pandilla o para los followers y haters del contrario que solo se informan en redes. La política exige un ejercicio más sofisticado de comunicación integral: titulares con tirón, pero pedagógicos que resumen la esencia de los argumentos, ironía fina y educada en lugar de descalificaciones personales poco ejemplarizantes y sin sustancia. Mirar a los ojos y decir las cosas claras sobre lo relevante desde el respeto.

Foto: El presidente del PP y candidato a la investidura, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Daniel González) Opinión
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La política es táctica, pero, sobre todo, debe ser estrategia de fondo y con perspectiva. Ahora que empezamos a incorporar los conceptos vertebrales de resiliencia y sostenibilidad, apliquémoslos a la política: solo será sostenible y sólida aquella que dé respuesta a las necesidades inmediatas sin comprometer la capacidad de respuesta futura.

El balance de estos dos días de debate de investidura no es en absoluto tiempo perdido. Marcan un punto de altura, de profundidad y de perspectiva del PP como referente para construir un marco de convivencia. Un marco basado en reglas para todos que promuevan un progreso real desde la igualdad y la libertad, pero también desde el compromiso y la lealtad.

Foto: El candidato a la presidencia del Gobierno y líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Juan Carlos Hidalgo) Opinión
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Alberto Núñez Feijóo ha conseguido un difícil equilibrio entre objetivos diversos: aprovechar la iniciativa para censurar la premisa de viabilidad de la investidura alternativa, al tiempo que plantea un proyecto de país para una futura investidura. Y lo ha hecho con un estilo propio, el de aquel que está seguro de su identidad y decide asumir su responsabilidad.

Dicen sus críticos que era un discurso para acallar las tensiones internas, pero escuchado sin prejuicios hay que reconocer que hizo un discurso dirigido a los españoles en su conjunto. Y luego debatió y contestó a todos y cada uno de aquellos en el Congreso que quisieron participar en el ejercicio. Ha hecho un debate para demostrar su capacidad para ser presidente del Gobierno de España, perseverando en la búsqueda de los apoyos de los representantes electos como es preceptivo en el trámite parlamentario. Algunos de ellos le criticaron que mentía por decir y proponer cosas distintas a las de su programa electoral, en lugar de valorar que incorporara algunas de sus propuestas para recabar su apoyo, demostrando en la práctica su tolerancia y su capacidad de integración sin renunciar al mandato de sus votantes. Te presentas a las elecciones con un programa político, pero luego tienes que gobernar un país con un proyecto colectivo. Que se nos olvida.

Foto: Alberto Núñez Feijóo, durante su intervención, con Pedro Sánchez observando. (EFE/Kiko Huesca)

Hizo un discurso para todos o, mejor dicho, para una inmensa mayoría conformada por todos aquellos españoles que estamos orgullosos del trabajo colectivo de nuestra joven democracia, desde luego a los que votaron alguna vez PP, pero también a los socialistas y a los catalanes y vascos que no se ven representados en la actual amalgama alternativa. Quien no fue protagonista fue Vox, que apoyó sin estridencias defendiendo su posición. Otros, sin embargo, no estuvieron a la altura, despreciando a 11 millones de españoles que votaron diferente.

El líder del PP ha demostrado capacidad, responsabilidad, compromiso y lealtad para trabajar en la construcción de esa nueva mayoría política alternativa que necesita España. Esa que ambiciona un proyecto de país fuerte, que funcione, que, desde la moderación y el respeto, promueva un marco de entendimiento para un progreso real que dé respuesta a las necesidades de hoy sin comprometer el futuro. Que no esté condicionado por los nostálgicos del mundo de ayer.

En mi opinión, y yo estaba allí, el principal error que pudo cometer el PP de 1996 fue ceder el espacio político en el País Vasco y Cataluña a los socios de legislatura, el PNV y CIU; eso sí, para construir juntos un proyecto de país compartido basado en la modernidad que en aquel entonces era la economía española y, sin duda, Europa.

El PP de 1996 cedió espacio entonces desde la lealtad y el compromiso que hoy tanto PNV y Junts (heredera parcial de CIU) han quebrado no por no apoyar a Feijóo, sino por haber renunciado a contribuir al espacio común, al proyecto de España, en una huida desesperada a sus cuarteles de invierno locales asediados por independentistas radicales que les comen el terreno, pero con quienes comparten investidura.

Foto: El portavoz del PNV, Aitor Esteban. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Solo así se entiende que voten en el Parlamento español lo contrario que defienden y aplican en sus territorios. Pero ¿representan a sus votantes cuando respaldan la política económica que rechazan para su territorio?, ¿representan a sus votantes cuando acompañan a otros que no respetan las reglas del juego que exigen al resto de ciudadanos?, ¿consideran de verdad que es moderno y progresista defender para España el respeto al diferente por género que no aplican en su territorio por nacionalidad o idioma?

En 2023, con la perspectiva del pasado y con voluntad de futuro, Feijóo está convencido de la necesidad y oportunidad de construir un proyecto de país.

Foto: La portavoz de eh Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua, durante el debate de investidura del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Necesitamos un proyecto que articule nuestra posición y aportación a Europa, nuestro espacio de entendimiento natural y necesario. Una Europa azotada y desbordada de desafíos que debemos convertir en oportunidades. El nuevo (des)orden mundial desde una geopolítica asimétrica, con tensiones demográficas y sociales, medioambientales y tecnológicas que van mucho más deprisa que nuestras capacidades individuales y colectivas.

¿Marcará Feijóo la diferencia? ¿Podrá construir un marco de respeto a la identidad individual (ni un paso atrás) atractivo para avanzar juntos? ¿Canalizará toda esa energía diversa, rica en matices, para centrarnos en lo importante? Identidad como fortaleza y no como argumento excluyente. Contribuir juntos al bien común. Eso es democracia. Eso sí, liberal.

*Elena Pisonero. Economista.

La democracia es más que pura aritmética de mayorías. Es o debería ir más allá. Es fondo (argumentos, propuestas, alianzas), pero también es forma. Son resultados, pero, sobre todo, es un proceso de toma de decisiones en pos del bien común.

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