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La inflación: lo que la historia nos dice

Para muchas personas, la inflación ha afectado a su capacidad para mantenerse a sí mismas y a sus familias

Foto: La bolsa española. (EFE/Altea Tejido)
La bolsa española. (EFE/Altea Tejido)

Aunque los últimos datos muestran que la tasa de inflación se está desacelerando en Europa y Estados Unidos, y algunas autoridades monetarias como la Fed y el BCE acaban de anunciar una pausa en el ritmo de subida de tipos de interés, cuidado con cantar victoria antes de tiempo. Aún no está claro que el episodio inflacionario en que nos encontramos termine de estar bajo control. El crecimiento de los precios en las economías avanzadas durante el pasado año fue el más alto en varias décadas. Si bien las drásticas medidas implementadas por los bancos centrales durante los últimos meses han logrado reducir a la mitad las tasas de inflación, desde cifras por encima del 11% hasta cifras en torno al 5%, la realidad es que la inflación sigue muy por encima del objetivo del 2%.

Para muchas personas, especialmente las más vulnerables, la inflación ha afectado a su capacidad para mantenerse a sí mismas y a sus familias, y por ello combatir la inflación viene siendo una prioridad política clave desde hace meses. Sin embargo, los gobiernos y las autoridades monetarias no lo están teniendo fácil. En muchos países la inflación subyacente se mantiene inesperadamente alta, la situación macroeconómica es más débil que tras la salida de la pandemia, y las subidas de tipos está tardando más de lo esperado en enfriar la economía. La cuestión, por tanto, es si solo cabe esperar que las medidas tomadas terminen de surtir efecto, o hay algo más que se pueda hacer.

Con la esperanza de encontrar lecciones del pasado que puedan ser de utilidad ahora, el FMI ha estudiado en detalle la experiencia histórica de la lucha contra la inflación, recopilando datos de los 100 shocks inflacionarios que han ocurrido en todo el mundo en los últimos cincuenta años. La mitad de esos episodios estuvieron ligados a las crisis petrolíferas de la década de los setenta y al posterior aumento repentino de los precios. En cierto modo, el origen de aquellos episodios se parece al shock actual provocado por la guerra de Ucrania y a su impacto en los precios de la energía y los alimentos, que están detrás del actual episodio inflacionario en Europa y Estados Unidos.

Del análisis histórico de los datos se pueden extraer tres conclusiones: la primera, que la inflación suele ser persistente; la segunda, que es fundamental no relajar las políticas antiinflacionarias de forma prematura, por mucho que haya disminuciones de la inflación a corto plazo —o sea, que los tipos de interés deberían mantenerse altos por más tiempo—, y la tercera, que si bien combatir la inflación implica sacrificios a corto plazo, estos son menores en comparación con el abultado coste económico que causaría una inflación persistentemente alta.

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (Europa Press/Rocío Ruz)

Que la inflación sea persistente significa que tarda años en resolverse. En el estudio del FMI, el 40% de los episodios inflacionarios seguían sin resolverse incluso cinco años después; y en el 60% restante se tardó un promedio de tres años en recuperar un crecimiento de los precios a niveles previos al shock.

Asimismo, la experiencia demuestra que el relajamiento prematuro de las políticas económicas —por muy tentador que sea— es el mayor peligro en la lucha contra la inflación, y de ahí que los bancos centrales no se cansen de advertir que aún queda trabajo por hacer, incluso cuando los datos recientes parezcan mostrar cierta moderación en el aumento de los precios. En casi todos los episodios de inflación no resueltos, la inflación disminuyó sustancialmente en el primer o segundo año después del shock inicial, para luego acelerarse de nuevo y/o asentarse a un nivel superior y por más tiempo.

La evidencia histórica muestra que los países que en el pasado resolvieron de manera efectiva sus episodios inflacionarios fueron aquellos que endurecieron sus políticas macroeconómicas de forma sustancial y duradera. Precisamente estos países implementaron cambios no solo en su política monetaria —que en la mayoría de los casos llevó el liderazgo de la lucha contra la inflación—, sino también en su política fiscal, que en los casos más exitosos consistió en mantener un tono restrictivo para reducir así la presión sobre los precios.

Foto: La alimentación en España se ha encarecido más que en Europa. (EFE/Andy Rain)

A veces, con una mirada de corto alcance, podría parecer que luchar contra la inflación no merece la pena, pero las series históricas demuestran lo contrario, ya que, en realidad, los réditos se acumulan a medio plazo. Por ejemplo, en los casos estudiados por el FMI, los países que resolvieron sus episodios inflacionarios experimentaron un menor crecimiento y un mayor desempleo durante los dos años posteriores al shock, en comparación con aquellos que fueron más laxos. No obstante, a los cinco años esa situación se había revertido y esos mismos países lograban crecer a mucho mayor ritmo que aquellos que habían dejado ir la inflación. Y eso fue así porque dejar el problema de la inflación sin resolver termina trayendo consigo inestabilidad macroeconómica e ineficiencias que dañan gravemente la economía a medio plazo.

En conclusión, dar por cerrado un episodio inflacionario de forma prematura podría conllevar pesados lastres sobre nuestro bienestar futuro. Por ello, es mejor ser precavidos y tomar nota de la lección que nos brinda la historia, que no es otra que en la lucha contra la inflación, solo cabe la perseverancia, la credibilidad y la coherencia a medio plazo.

*Carlos Mulas-Granados es subdirector de la Unidad de Estrategia del Fondo Monetario Internacional y profesor titular en excedencia de la Universidad Complutense de Madrid.

Aunque los últimos datos muestran que la tasa de inflación se está desacelerando en Europa y Estados Unidos, y algunas autoridades monetarias como la Fed y el BCE acaban de anunciar una pausa en el ritmo de subida de tipos de interés, cuidado con cantar victoria antes de tiempo. Aún no está claro que el episodio inflacionario en que nos encontramos termine de estar bajo control. El crecimiento de los precios en las economías avanzadas durante el pasado año fue el más alto en varias décadas. Si bien las drásticas medidas implementadas por los bancos centrales durante los últimos meses han logrado reducir a la mitad las tasas de inflación, desde cifras por encima del 11% hasta cifras en torno al 5%, la realidad es que la inflación sigue muy por encima del objetivo del 2%.

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