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Sánchez: el mismo truco en San Jerónimo y en Estrasburgo
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Ramón González Férriz

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Sánchez: el mismo truco en San Jerónimo y en Estrasburgo

Fundamentar todas y cada una de sus decisiones en el avance de la ultraderecha es el recurso de un político que se ha quedado sin más ideas

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su discurso en la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo. (EFE/EPA/Ronald Wittek)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su discurso en la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo. (EFE/EPA/Ronald Wittek)
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Este miércoles, en su discurso en la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo, Pedro Sánchez debía explicar los logros de la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea, que termina dentro de dos semanas. Sin embargo, tras los saludos protocolarios a la presidenta de la Cámara y sus diputados, ha tardado exactamente 187 palabras en decir “ultraderecha”. La Presidencia española ha sido exitosa, ha dicho, pero también atípica, por el hecho de que se celebraron elecciones generales al principio de esta —el 23 de julio— y, en consecuencia, la mayor parte de ella ha transcurrido con un Gobierno en funciones. Pero todo está bien. Porque él y sus socios derrotaron a la ultraderecha.

Pedro Sánchez es lo que en inglés se llama one trick pony. La expresión, que alude a los animales circenses que hacen siempre el mismo truco porque no saben hacer otro, se usa para referirse a las personas que siempre utilizan el mismo recurso, que siempre recurren al único talento que poseen, para intentar salirse con la suya. No es necesariamente una expresión despectiva. Muchos one trick ponies pueden conseguir un triunfo tras otro explotando siempre la misma jugada. Y ese es el caso de Sánchez. En lo que va de 2023, para explicar la convivencia en Cataluña, sus propuestas de campaña, sus planes fiscales, sus alianzas parlamentarias, su apoyo a las mujeres, su aprobación de la amnistía o su presidencia europea, siempre ha hecho lo mismo: decir que está luchando contra la ultraderecha.

Este miércoles ha llevado al extremo ese truco que tan buenos resultados le da. Después de que Manfred Weber, el alemán líder del Partido Popular europeo, le pidiera explicaciones por la amnistía, Sánchez ha dicho que, de no haber mediado esta, en España habría un Gobierno de la ultraderecha de Vox. “¿Sabe que están censurando conciertos, películas y obras de teatro, a la vez que están recuperando nombres para las calles de nuestras ciudades insignes de personas vinculadas al régimen franquista? —le ha reprochado—. ¿Ese sería también su plan para Alemania, señor Weber, devolverle a las calles y plazas de Berlín el nombre de los líderes del Tercer Reich?”. Una norma no escrita de la política europea dice que nunca hay que reprocharle a un alemán demócrata el pasado nazi de su nación. Pero a Sánchez le ha dado igual. Su truco lo requería.

No solo Sánchez

El constante recurso de Sánchez a Vox es tramposo porque, aunque el partido de Santiago Abascal siempre haya tenido una peligrosa ideología autoritaria y sea cada vez más lunático, y resulte muy deseable que nunca forme parte del Gobierno nacional, sus 33 diputados en el Congreso no sirven como excusa moral para todas las decisiones que toma el Ejecutivo. Pero ese no es el único rasgo disfuncional de la política española. Otro, que no solo muestra el presidente del Gobierno, sino también el PP, Junts y el resto de partidos españoles con representación en el Europarlamento, es convertir las instituciones europeas en una cámara de litigación de los conflictos internos españoles. Se trata de una tendencia que no solo distorsiona la política española, sino que genera en los votantes expectativas absurdas sobre lo que la UE puede o no puede hacer.

Foto: El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, en el debate en la Eurocámara. (EFE/EPA/Roland Wittek)

Permítanme que lo resuma: la Comisión Europea puede velar por la calidad del Estado de derecho en España, pero no puede frenar la amnistía. En ese sentido, es bueno que el PP haya dejado de transmitir que espera que lo haga, aunque quizá muchos españoles ya se lo han creído. El PSOE y Junts pueden pactar lo que quieran sobre el reconocimiento del catalán como lengua oficial de la UE, pero es una decisión que requiere la —muy improbable— unanimidad de todos los Estados miembros. Y tanto Puigdemont como Sánchez lo sabían cuando formalizaron su acuerdo de investidura. Tal como sucedió este martes, 100.000 españoles pueden hacer llegar un documento a Monika Hohlmeier, la presidenta de la Comisión de Control del Parlamento Europeo, pidiendo que este congele los fondos europeos a Sánchez por su “deriva totalitaria”, según decía la carta, pero eso no solo no va a suceder, sino que no puede suceder y la petición es una enorme pérdida de tiempo y de energías en un continente que demasiados problemas tiene ya.

El recurso de un político sin ideas

Sánchez ha dicho en Estrasburgo que el Gobierno español es un “gran aliado” del proyecto europeo. El presidente es sin duda un europeísta, como siempre lo ha sido el PSOE, lo cual es una bendición. Pero no todo su Gobierno lo es. No lo es una parte muy relevante de Sumar: al menos dos de sus ministros, Pablo Bustinduy y Sira Rego, han declarado en numerosas ocasiones su equidistancia entre la UE y la OTAN, por un lado, y la Rusia de Putin, por el otro. Y, sin duda, varios partidos de la coalición parlamentaria que sustenta al Gobierno, como Bildu, Esquerra y Junts, representan las posiciones identitarias, xenófobas y autoritarias que en el Parlamento Europeo suelen asignarse a la ultraderecha.

Pero, más allá de eso, es llamativo que Sánchez no solo piense que el truco que tanto le sirve en San Jerónimo le va a servir también en Estrasburgo o Bruselas. Sino que recurra a él en un discurso como el de este miércoles. Después de explicar a grandes rasgos la ortodoxa y correcta presidencia española del Consejo, ya cerca del final, Sánchez ha vuelto a la carga. “La verdadera amenaza en España y en Europa es el avance de la ultraderecha”. No podría estar más de acuerdo. Pero fundamentar todas y cada una de sus decisiones en ello es el recurso de un político que se ha quedado sin más ideas. De un one trick pony. Pero recuerden que estos, muchas veces, pueden salirse con la suya con solo repetir una y otra vez su truco.

Este miércoles, en su discurso en la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo, Pedro Sánchez debía explicar los logros de la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea, que termina dentro de dos semanas. Sin embargo, tras los saludos protocolarios a la presidenta de la Cámara y sus diputados, ha tardado exactamente 187 palabras en decir “ultraderecha”. La Presidencia española ha sido exitosa, ha dicho, pero también atípica, por el hecho de que se celebraron elecciones generales al principio de esta —el 23 de julio— y, en consecuencia, la mayor parte de ella ha transcurrido con un Gobierno en funciones. Pero todo está bien. Porque él y sus socios derrotaron a la ultraderecha.

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