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Ni las vascas ni las europeas: las catalanas son las únicas elecciones sistémicas
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Ramón González Férriz

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Ni las vascas ni las europeas: las catalanas son las únicas elecciones sistémicas

La política española ya es, en gran medida, un apéndice de la política catalana. Casi todo lo que sucede en la primera es consecuencia de la segunda. Era el viejo sueño del nacionalismo

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (EFE/David Borrat)
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (EFE/David Borrat)
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Empieza un ciclo electoral muy concentrado. En el transcurso de siete semanas, se votará tres veces. El 21 de abril lo harán los vascos. El 12 de mayo, los catalanes. El 9 de junio, todos los españoles en las europeas. Sin embargo, aunque las tres elecciones son importantes, solo las catalanas son sistémicas. Tras 14 años de 'procés', y seis en los que los partidos independentistas han estado implicados en la gobernación del país, la política española ya es, en gran medida, un apéndice de la política catalana. Casi todo lo que sucede en la primera es consecuencia de la segunda. Era el viejo sueño del nacionalismo.

Las vascas

De acuerdo con los sondeos, existe un empate en la intención de voto al PNV y Bildu. Es una situación nueva. Pero si Bildu queda en primer lugar, lo cual es muy posible, las consecuencias serán más psicológicas que de gobernanza. Supondrá un enorme golpe para el PNV, que sentirá que se cuestiona la que ha sido su creencia principal durante décadas, sino desde su fundación: que no es solo el partido más grande del País Vasco, sino el que encarna su naturaleza, representa de manera privilegiada sus necesidades y goza de una legitimidad extra. Y será, también, un 'shock' para muchos españoles conscientes de que Bildu, por mucho que haya llevado a cabo un relevo generacional y esté aprendiendo a hacer política institucional sin el fantasma de la violencia, sigue defendiendo uno de los episodios más oscuros de la democracia española, el terrorismo de ETA.

Pero más allá de esas dos sacudidas mentales, es muy probable que el nuevo 'lehendakari' vasco sea el candidato del PNV, Imanol Pradales, que tiene un perfil semejante al de Iñigo Urkullu. Que forme de nuevo una coalición con el PSE. Y que tanto Bildu como PNV sigan apoyando al Gobierno de Pedro Sánchez. ¿Hay novedades en el frente vasco? Sin duda. Pero no son trascendentales para toda España.

Europeas

En los últimos cinco años, después del estallido de la pandemia y la guerra de Ucrania, la población española ha conocido mejor la importancia que tienen en su vida las instituciones europeas. Y seguramente sea más consciente de la relevancia de las elecciones al Europarlamento. Pero debemos reconocer que estas siguen siendo elecciones de segundo orden. Los partidos y la ciudadanía aún las consideran secundarias. Los primeros suelen utilizarlas para encontrar un destino a políticos sin un encaje claro en la política nacional; los segundos, para castigar al Gobierno votando a la oposición o a partidos pequeños en los que no confiarían en unas generales. El PP le sacará por lo menos diez puntos al PSOE, que, sin embargo, no se despeñará. A Vox le irá bien, pero no espectacularmente. Si agregamos los resultados de Sumar y Podemos, tendrán más o menos el mismo que este último solo en 2019.

Foto: Imagen: EC Diseño.

Es posible que estemos en un momento especialmente importante para Europa. Esta se está tomando en serio su autonomía estratégica, aunque seguramente no sea viable. Y es posible que, tras estas elecciones, entre en crisis la alianza ideológica entre el centro-derecha, el centro-izquierda y los liberales, que ha guiado la UE durante décadas. La derecha moderada está cada vez más tentada a romperla y llegar a acuerdos puntuales con la derecha radical. ¿Es importante? Muchísimo. Pero su impacto en la política española será pequeño a corto plazo.

Y las catalanas

Lo que sí tendrá un impacto sistémico en la política española serán las elecciones catalanas. Soy escéptico con la capacidad que tienen las encuestas para capturar en este momento el efecto de la candidatura de Carles Puigdemont. Y todas las formas de gobernabilidad disponibles tras los comicios parecen entre muy difíciles y extraordinariamente inverosímiles. Pero podría suceder que Pedro Sánchez tuviera razón: imaginemos que la amnistía favorece al PSC, que queda en primer lugar; los partidos nacionalistas dejan de tener por primera vez en mucho tiempo la mayoría y el único Govern viable pasa por un pacto entre independentistas y no independentistas. Aunque sería una carnicería, pasaría por ser la reconciliación. O imaginemos lo contrario: los independentistas vuelven a sumar, incluso con Junts en primer lugar y, en consecuencia, con Carles Puigdemont como 'president'. Sería el fracaso absoluto de la estrategia basada en las cesiones, aunque el Gobierno lo presentaría como el regreso a la institucionalidad.

En cualquiera de los casos —gobierno híbrido, gobierno independentista o, también, repetición de elecciones— es probable que se deshilache o se rompa la coalición en el Congreso que permitió a Sánchez ser investido. Se hace muy difícil ver cómo podrían salir adelante nuevos proyectos legislativos. O, por supuesto, unos presupuestos. Dado que Sánchez no querrá abandonar el poder apenas empezada la legislatura, la política española quedará paralizada por el efecto que tiene sobre ella la catalana. Esta decidió la moción de censura; esta transformó al PSOE y esta ha condicionado toda la acción de gobierno de Sánchez, especialmente aquella que ha forzado más las convenciones y la separación de poderes y ha generado más traumas y polarización. Esta inició la legislatura actual y esta acabará con su margen de maniobra.

El catalanismo se halla en un paradójico estado de desorientación ideológica y de máxima capacidad para condicionar a España

El objetivo del catalanismo siempre fue influir en la política española. Incluso moldearla de acuerdo con los intereses de la élite nacionalista. Hoy, el catalanismo se halla en un paradójico estado de desorientación ideológica y de máxima capacidad para condicionar a España. La política catalana es, en cierto sentido, la verdadera política sistémica de España. Incluso cuando la derecha recupere el poder, lo hará gracias a ella.

Empieza un ciclo electoral muy concentrado. En el transcurso de siete semanas, se votará tres veces. El 21 de abril lo harán los vascos. El 12 de mayo, los catalanes. El 9 de junio, todos los españoles en las europeas. Sin embargo, aunque las tres elecciones son importantes, solo las catalanas son sistémicas. Tras 14 años de 'procés', y seis en los que los partidos independentistas han estado implicados en la gobernación del país, la política española ya es, en gran medida, un apéndice de la política catalana. Casi todo lo que sucede en la primera es consecuencia de la segunda. Era el viejo sueño del nacionalismo.

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