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Los jóvenes españoles están atrapados en una educación desfasada
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Los jóvenes españoles están atrapados en una educación desfasada

El sistema educativo continúa preparando a los alumnos para un mundo que ya no existe. La falta de conocimiento financiero es un indicativo de que siguen sin las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos del presente

Foto:  Estudiantes a su llegada al primer día de Selectividad. (Europa Press)
Estudiantes a su llegada al primer día de Selectividad. (Europa Press)

Hace poco, conocimos los resultados del informe PISA. Seguro que lo habrán oído. Son unas pruebas internacionales que se hacen cada tres años a los alumnos de 15 años en los que miden diferentes disciplinas como las matemáticas, lengua o cuestiones más concretas como los conocimientos financieros.

Por desgracia, con mi experiencia en el mundo de la empresa y la inversión, no les puedo ofrecer buenas noticias acerca de la educación desfasada que impera en nuestro sistema, porque nos han tirado de las orejas y nos han advertido que "la educación en España prepara a los alumnos para un mundo que no existe".

Esto lo ha dicho el director educativo de la OCDE, Andreas Schleicher. Más allá de sus palabras, si vamos al informe, España obtiene 486 puntos en conocimientos financieros, seis menos que en la edición anterior y que lo sitúa en el puesto 12 de 20 países que han participado. ¿Pero cómo se traduce eso? Esos 486 puntos se trasladan en titulares como que cuatro de cada diez alumnos no saben interpretar una factura.

¿Eso es preocupante? Por supuesto. ¿Deberíamos culpar a nuestros jóvenes? Claro que no. Lo que debería ocupar nuestra reflexión es: ¿alguien está enseñando a las nuevas generaciones sobre finanzas personales? No creo que nada haya cambiado desde cuando yo era estudiante. Continúan enseñando la misma información teórica, sin utilidad práctica fuera de las cuatro paredes del aula. Por desgracia, lo que veía hace diez años sigue pasando ahora, aunque ahora utilicen una pizarra digital en sustitución de la tiza (al menos no se manchan las manos).

España obtiene 486 puntos en conocimientos financieros, seis menos que en la edición anterior y se sitúa en el puesto 12 de 20

El contenido, para que cale, debe aplicarse y el actual currículo en España tiene mucha amplitud y poco espesor. No hay un propósito, una practicabilidad, en lo que se está aprendiendo. Todo es pura información teórica fácil de recuperar en internet, pero con muy poca utilidad.

Una educación que aburre

Sin estimulación, no hay aprendizaje y cada vez los alumnos se aburren más y más con todo el estímulo e información más aplicada que pueden tener en la palma de su mano. Por ejemplo, un estudio sobre Conductas Saludables de Jóvenes Escolarizados, impulsado por la OMS, relata que el entusiasmo de los que deberían tener las pilas cargadas se desinfla a partir de Secundaria, donde la creatividad y la libertad se diluyen entre caminos marcados y pilas de libros. Se trata de preparar a los estudiantes para su futuro, no para nuestro pasado.

Asombra que, por una parte, el Informe Tendencias de RRHH 2024 elaborado por Randstad y la CEOE confirme que el 80% de las empresas no encuentra trabajadores cualificados y que, por otra, sepamos que España es el país de la Unión Europea con la mayor tasa de desempleo juvenil. No hace poco que ostenta el galardón, sino que ocupó el primer y el segundo puesto el 90% del tiempo desde 1986. Hasta que haya medidas similares a las que se adoptaron recientemente en Singapur, como la obligatoriedad de aprender inteligencia artificial, los alumnos deberán buscarse las habas si quieren encontrar una correlación entre su educación y el mercado laboral. Porque la clave para triunfar en un mercado laboral cada vez más automatizado y tecnológico es el aprendizaje continuo.

"Es esencial fomentar la formación profesional y el reciclaje laboral, enfocándose en habilidades que las máquinas no pueden replicar fácilmente"

Los jóvenes deben estar preparados para trabajar en diferentes empresas y en distintos roles a lo largo de su carrera profesional. No se trata solo de formarse para un trabajo específico, sino de desarrollar habilidades que no sean fácilmente reemplazables por máquinas. En este contexto, las soft skills, como la creatividad, la capacidad para trabajar en equipo, la comunicación efectiva y la empatía, son fundamentales.

Esto implica actualizar los sistemas educativos para incluir habilidades digitales, pensamiento crítico y creatividad desde una edad temprana. Además, es esencial fomentar la formación profesional y el reciclaje laboral, enfocándose en habilidades que las máquinas no pueden replicar fácilmente, como las socioemocionales.

Aunque suene extraño, se trata de volver a la esencia. Buscar, enseñar y aprender las competencias que nos hacen verdaderamente humanos y que las máquinas no pueden replicar.

*Adrián Sáenz es emprendedor e inversor apasionado por la divulgación financiera con una comunidad de más de tres millones de seguidores.

Hace poco, conocimos los resultados del informe PISA. Seguro que lo habrán oído. Son unas pruebas internacionales que se hacen cada tres años a los alumnos de 15 años en los que miden diferentes disciplinas como las matemáticas, lengua o cuestiones más concretas como los conocimientos financieros.

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