Tribuna
Por
La pelota no es mía
"La pelota no es mía" es la excusa perfecta que utilizamos para mirar hacia otro lado. Europa responde de esta manera ante el arribo de todos y cada uno de los 330.000 migrantes de 2023
-Oye, ¿puedo jugar?
-No lo sé, la pelota no es mía.
Muchos de nosotros nos recordaremos con pantalón corto y orejas de soplillo en el primer guion, en el segundo o en los dos de las líneas anteriores. Como si fueran los dos postes y el travesaño de una imaginaria portería diminuta. Bien formulando la pregunta o proporcionando esa misma respuesta.
Tiempos de colegio, público o privado, donde los balones se cruzaban entre nosotros, como las agujas de una brújula imantada en el Golfo de Adén, el lugar donde al parecer, además de los polos, giran sin parar.
Patios de colegio, situados en el tiempo entre la película española La niña del patio —Amando de Ossorio, 1967— y la serie Disney, La banda del patio —con los personajes TJ, Vince, Mikey, Spinelli, Gretchen y Gus como protagonistas, 1997-2001—. Patios de colegio con balones Mikasa de la EGB o Roteiro de la LOGSE. Patios tan grandes, pequeños, divertidos, crueles, arenosos, pavimentados, ruidosos o silenciosos como las sociedades en las que vivimos.
"La pelota no es mía" es la excusa perfecta que utilizamos desde entonces para mirar hacia otro lado, seguir viviendo —o malviviendo— y, al mismo tiempo, pensar que el problema no va con nosotros. La usa el casero que arrenda su piso —ante la petición de precio justo de la pareja alquilada— y la pronuncia el técnico de selección de la empresa de trabajo temporal a la pregunta del candidato sobre el posible incremento de la oferta económica presupuestada.
Toda Europa responde de esa manera ante el arribo de todos y cada uno de los 330.000 migrantes de 2023 según se les coloca —eso sí— la manta térmica correspondiente… 100.000 más que los empleados de Ikea, 150.000 más que los de Inditex y casi 200.000 más que la plantilla de Google a nivel mundial. Y qué decir de nuestro país, un continuo "la pelota no es mía" respecto a la reforma de la Ley de Extranjería, en un verano récord de altas temperaturas como de bajas expectativas de los menores no acompañados.
Esa también es la respuesta más habitual entre algunos de los servidores de la cosa pública, tanto funcionarios como políticos, ante cualquier reclamación ciudadana. La evasiva preferida de las energéticas al ser preguntadas sobre los motivos del incremento de los precios del gas y la electricidad y la contestación protocolaria de los grandes dirigentes mundiales cuando se les interroga en la COP 28 por su responsabilidad ante el cambio climático o en el G20 sobre la situación geopolítica global.
Patios tan grandes, pequeños, divertidos, crueles, arenosos, pavimentados, ruidosos o silenciosos como las sociedades en las que vivimos
Da igual el colectivo y la cuestión, el entorno y el motivo, la magnitud y las consecuencias… la respuesta fue, es y seguirá siendo similar. La fórmula que aprendimos sin apenas ser conscientes para no sentirnos culpables, a la vez que seguir disfrutando del juego sin apenas mirar la cara del posible nuevo jugador y continuar el tiempo de recreo como si nada.
Lo peor de todo es que realmente todavía ninguno creamos que la petición vaya con nosotros, que la condición de jugador o jugadora de la vida conlleva muchos más deberes que el de mantenerse intentando dar patadas a una pelota que viene y va —como la inflación y los intereses hipotecarios— casi sin control alguno, que sobrevuela las cabezas, que gira una y otra vez sobre sí misma hasta llegar a un "mayor" que, tras asirla con ambas manos, manos de poder mayor, le propina un voleón para así terminar con la tontería y empezar a correr, por otro lado.
*José Luis Sánchez, periodista y consultor de comunicación estratégica.
-Oye, ¿puedo jugar?
- El discurso de Sánchez contra la inmigración irregular enciende a sus socios: "Nos tendrá enfrente" Ana Belén Ramos
- Inmigración: pedradas de ida y vuelta PSOE-PP Antonio Casado
- La inmigración y el cinismo de los países ricos Carlos Sánchez