Es noticia
Corrupción, machismo y vivienda: tres golpes ¿definitivos? al Gobierno
  1. España
  2. Tribuna
Ramón González Férriz

Tribuna

Por

Corrupción, machismo y vivienda: tres golpes ¿definitivos? al Gobierno

Las cosas han cambiado a pesar de que sus votantes, los medios afines y los socios del Gobierno han aceptado la lógica polarizadora en la que un Ejecutivo de izquierdas bastante malo es preferible a cualquiera de derechas

Foto: Iñigo Errejón en el Congreso de los Diputados. (Europa Press)
Iñigo Errejón en el Congreso de los Diputados. (Europa Press)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Desde hace cuatro años, los analistas y los ciudadanos críticos con Pedro Sánchez se han preguntado una y otra vez qué tenía que pasar para que su coalición parlamentaria se debilitara, una parte significativa de los votantes fieles le abandonara y el entusiasmo de los medios progresistas se templara. ¿Sería la gestión de la pandemia, durante la cual, en 2020, se restringieron de manera inconstitucional algunas libertades básicas? ¿Tal vez los indultos de 2021? ¿La reforma del código penal y la ley del "sí es sí" de 2022? ¿El documento que firmó el PSOE en Bruselas con Carles Puigdemont y la amnistía para conseguir la investidura en 2023? ¿El concierto catalán de 2024? ¿La imposibilidad de aprobar unos presupuestos para 2025?

Quizá, pensaban algunos, el desencadenante no sería un acontecimiento concreto, sino la gradual degradación de las instituciones. Nombrar fiscal a la exministra de Justicia, dejar hacer a Tezanos al frente del CIS, una ridícula carta a la ciudadanía, designar gobernador del Banco de España a un ministro en ejercicio, tomar el control de RTVE, primero con una presidenta militante del partido y luego modificando la elección del Consejo.

La pregunta era lógica, pero también ingenua. Porque los miembros de la coalición estaban a favor de todas estas medidas y los votantes de izquierdas, y sus medios preferidos, transigían cómodamente con ellas. De hecho, ninguna iba en contra de un programa maximalista que incluía "pacificar" Cataluña por cualquier medio posible y disminuir la autonomía de las instituciones teóricamente neutrales, que se acompañaba con promesas no testadas sobre la reducción de la desigualdad económica y recordatorios de la amenaza fascista. Las encuestas han mostrado un lento declive de los partidos progresistas, pero quizá el mismo que tendría cualquier Gobierno tras seis años en ejercicio. La estrategia de Sánchez funcionaba.

Sin embargo, las cosas han cambiado. Sigo pensando que Sánchez agotará la legislatura. Sus socios se lo permitirán aunque le hagan sufrir, y sus votantes y los medios afines han aceptado la lógica de la polarización según la cual un Gobierno de izquierdas bastante malo es preferible a cualquiera de derechas. Pero ahora, la realidad ha impactado en tres puntos centrales de la identidad de ese Gobierno.

Corrupción, machismo, vivienda

Este llegó al poder blandiendo la lucha contra la corrupción. Hoy parece claro que una parte del Gobierno, y puede que incluso de la familia del presidente, incurrió en prácticas corruptas o éticamente cuestionables. El Gobierno escogió el feminismo como uno de sus principales puntos programáticos y comunicativos. Hoy, el portavoz parlamentario del socio menor de la coalición, e icono sentimental de una generación entera de izquierdistas, ha caído en desgracia por, aparentemente, abusar de numerosas mujeres.

El Gobierno insistió en que iba a revertir décadas de políticas neoliberales que habían generado desigualdad económica e impuesto una austeridad que empobreció a numerosas familias. Hoy, seis años después de llegar al poder, tiempo en el que ha tenido margen para impulsar su programa económico, el Gobierno ve cómo la vivienda se convierte en un bien inalcanzable para muchas de esas familias y, en especial, para sus votantes más fieles, los jóvenes.

Corrupción, abusos machistas y vivienda. Este Gobierno, que tan hábil ha sido gestionando crisis vinculadas a Cataluña, el Estado de derecho, la separación de poderes o la neutralidad institucional, no está preparado para gestionar estos tres golpes. Están demasiado vinculados a su identidad.

Un declive acelerado

Como digo, esto no supondrá ni una caída de la coalición ni una convocatoria de elecciones anticipadas. Pero sí, creo, inicia una nueva fase del declive del Gobierno. Este lleva meses a la defensiva, con la agenda legislativa prácticamente paralizada, y dedicando un esfuerzo cada vez mayor a asegurar su propia supervivencia mediante la propaganda y el victimismo. También ha entregado todo lo imaginable a socios parlamentarios inestables y vengativos como Junts y, de manera creciente, ERC, para poder seguir en pie y fingir normalidad. Pero a partir de ahora este estado de fragilidad e ira se agravará mucho más. Al Gobierno le resultará mucho más difícil sostener su relato, más allá de la sobreutilizada alerta sobre la amenaza de una derecha ultra.

En una ocasión, preguntaron al primer ministro británico Harold Macmillan qué resultaba más difícil para un gobernante. "Los acontecimientos, querido", respondió este. El Gobierno de Sánchez ha sabido gestionar en su propio beneficio muchos de los acontecimientos que se han sucedido en estos últimos años. Pero estos tres más recientes han impactado en sus principales rasgos de identidad y en los argumentos con los que se reviste de una legitimidad extra. Le va a costar mucho más manejarlos.

Así lo señalan ya la gestión comunicativa que ha hecho del caso Ábalos o las acciones de Begoña Gómez. La manera en que ha organizado un torpe plan de salvación ante las revelaciones sobre Errejón, o el hecho de que, ante la crisis de la vivienda, no se le haya ocurrido nada mejor que seguir prometiendo nuevas construcciones que nunca se producen, acudir a manifestaciones contra su propia gestión o culpar de todo a Ayuso. La suma de tres gestiones defectuosas será un golpe inmenso. El declive se convertirá en agonía.

Desde hace cuatro años, los analistas y los ciudadanos críticos con Pedro Sánchez se han preguntado una y otra vez qué tenía que pasar para que su coalición parlamentaria se debilitara, una parte significativa de los votantes fieles le abandonara y el entusiasmo de los medios progresistas se templara. ¿Sería la gestión de la pandemia, durante la cual, en 2020, se restringieron de manera inconstitucional algunas libertades básicas? ¿Tal vez los indultos de 2021? ¿La reforma del código penal y la ley del "sí es sí" de 2022? ¿El documento que firmó el PSOE en Bruselas con Carles Puigdemont y la amnistía para conseguir la investidura en 2023? ¿El concierto catalán de 2024? ¿La imposibilidad de aprobar unos presupuestos para 2025?

Íñigo Errejón Caso Koldo García Pedro Sánchez
El redactor recomienda