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Sánchez en Melilla o el empeño por pintar de rosa la relación con Marruecos
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Ignacio Cembrero

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Sánchez en Melilla o el empeño por pintar de rosa la relación con Marruecos

La resistencia del Gobierno a que viajen los Reyes a las ciudades autónomas y las trabas aduaneras y burocráticas para exportar o cruzar la frontera demuestran que la fluidez en la relación con Rabat desaparece cuando afloran litigios pendientes

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el acto de inauguración del Hospital Universitario de Melilla este 2 de junio. (Europa Press/Óscar Giménez Barrios)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el acto de inauguración del Hospital Universitario de Melilla este 2 de junio. (Europa Press/Óscar Giménez Barrios)
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El presidente Pedro Sánchez regresó a Melilla este lunes para inaugurar el nuevo Hospital Universitario, un viaje que no suscitará quejas de Marruecos y con el que el jefe del Gobierno ha intentado demostrar no sólo su interés por la ciudad autónoma sino la normalidad que ha logrado instaurar en la relación con el vecino marroquí. "Se garantiza el respeto mutuo y la integridad territorial de ambos países", anunció Sánchez hace ya tres años.

En realidad, el presidente, como le han recordado el PP y Vox, ha inaugurado un edificio que costó 150 millones de euros y debía haber abierto hace 21 meses, pero que aún carece de quirófanos, UCI y servicio de urgencias. Solo funcionará como un nuevo centro de salud que acogerá las consultas externas ubicadas hasta ahora en otro barrio, en la carretera de Alfonso XIII. De ahí el comunicado del Colegio Oficial de Médicos melillense tachando la “inauguración de acto vacío de contenido”.

La visita a Melilla se asemeja a la que ya hizo Sánchez a Ceuta, en febrero de 2023, adonde viajó para cortar la cinta de un nuevo centro de salud cuya construcción costó 5,6 millones de euros. En ambas ciudades autónomas la sanidad está en manos del Ejecutivo central, pero, aun así, la inauguración de ayer en Melilla y la de hace dos años a Ceuta son muy modestas para recaer sobre todo un presidente del Gobierno. Sánchez sólo estuvo en el hospital y no se reunió con nadie en una ciudad sumergida en problemas. Mañana miércoles, será Alberto Núñez Feijóo el que pondrá pie en Melilla.

Esa plena normalidad, incluso cordialidad, que Sánchez proclama haber alcanzado con Rabat con inauguraciones como la de Melilla, queda desmentida por otras visitas que no figuran en ninguna agenda: la de los reyes de España. Hace ya 18 años que don Juan Carlos y doña Sofía viajaron, por primera y última vez, a las dos ciudades, suscitando entonces el enfado del rey Mohamed VI que llamó a consultas a su embajador en Madrid.

Foto: El Rey recibe en audiencia a las confederaciones de empresarios de Ceuta y Melilla el pasado 6 de marzo. (Europa Press/Alberto Ortega)

Felipe VI y doña Letizia no han pisado Ceuta ni Melilla durante los once años de su reinado. Ni siquiera lo hicieron durante su gira del verano de 2020 por todas las CCAA al final de la pandemia del covid-19. Las autoridades locales y las fuerzas vivas de las ciudades anhelan su visita, como recalcaron los presidentes de las patronales ceutí y melillense que, en marzo pasado, fueron recibidos, por primera vez, en la Zarzuela.

"Quien prepara la agenda de Sus Majestades es el Gobierno de la Nación", recordó hace años la Asamblea de Ceuta, Kissy Chandiramani, la portavoz del PP. La Moncloa no osa, sin embargo, autorizarla por temor quizás a una airada reacción marroquí. Una visita de los reyes tiene más trascendencia que los 40 minutos de estancia de Sánchez este lunes en Melilla. Es una reafirmación de la soberanía española.

Foto: Sánchez, en su intervención en la Liga Árabe. (EFE)

Ese empeño en pintar de color de rosa la relación con Marruecos también lo tiene el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, como quedó claro el 5 de mayo en su comparecencia ante la comisión de Asuntos Exteriores del Congreso. Recordó, por ejemplo, una vez más el supuesto buen funcionamiento de las aduanas terrestres abiertas a principios de año en Ceuta y Melilla con Marruecos.

Aquella declaración de Albares fue, en opinión de Enrique Alcoba, presidente de la patronal melillense, una "broma" que "faltaba al respeto" a los vecinos de su ciudad. "No se puede llamar aduana comercial a lo que hay ahora", afirmó a la agencia EFE. En Melilla sí hubo una auténtica aduana comercial durante siglo y medio, que Rabat cerró unilateralmente en 2018. La recién estrenada ahora no guarda relación con la que existió ni con las que la UE mantiene con países terceros. De ahí que la patronal melillense pidiese por carta el lunes a Sánchez que “se recupere la aduana comercial”.

A esta nueva aduana de mínimos, de la que recelan los empresarios locales, se añaden otras trabas que afectan a los ciudadanos de a pie y que Albares omite en sus intervenciones. Cruzar la frontera es con frecuencia para los melillenses, y también para los ceutíes, un auténtico viacrucis porque la minuciosa burocrática marroquí hace que se demoren horas en la cola.

Foto: Finaliza el Ramadán 2025 en Madrid. (Europa Press) Opinión

Además, los aduaneros marroquíes no aplican, a diferencia de los españoles, el llamado régimen de viajeros que permite, por ejemplo, llevar regalos a familiares en Marruecos cuyo importe no exceda los 100 o, como mucho, 200 euros. A eso se añade una retahíla de documentos administrativos y sentencias judiciales que las autoridades marroquíes no reconocen porque han sido expedidos en las ciudades que ellas describen como "ocupadas".

Los marroquíes son conscientes de que, con Sánchez en el Gobierno, tienen la sartén por el mango en Ceuta y Melilla. "En su afán por reforzar su reivindicación sobre la soberanía territorial, Marruecos aspira a reconfigurar radicalmente los términos y condiciones del comercio con Ceuta y Melilla", escribió el martes pasado el diario Le Desk de Casablanca en un análisis sobre la visita de Sánchez a esta última ciudad. Su objetivo es "conservar el control sobre el ritmo y los términos de la reapertura aduanera", añadió. "(...) la reanudación del comercio a través de los enclaves dista aún de haber recuperado la antigua fluidez" que tuvo en Melilla, concluye.

La prensa marroquí no emplea la palabra "asfixia" para describir la situación de lo que llama "enclaves", pero es algo más sincera que el Gobierno español y reconoce por lo menos sus circunstancias no son halagüeñas.

El presidente Pedro Sánchez regresó a Melilla este lunes para inaugurar el nuevo Hospital Universitario, un viaje que no suscitará quejas de Marruecos y con el que el jefe del Gobierno ha intentado demostrar no sólo su interés por la ciudad autónoma sino la normalidad que ha logrado instaurar en la relación con el vecino marroquí. "Se garantiza el respeto mutuo y la integridad territorial de ambos países", anunció Sánchez hace ya tres años.

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