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En mayo Rajoy y Sánchez se juegan la vida
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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En mayo Rajoy y Sánchez se juegan la vida

Se acerca mayo. Despidamos a Izquierda Unida y UPyD, barajemos la posibilidad de unas generales sin Sánchez y Rajoy y analicemos la política de alianzas de Podemos y Ciudadanos tras los comicios

Foto: Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, durante la firma de su primer pacto de Estado. (Efe)
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, durante la firma de su primer pacto de Estado. (Efe)

Ya están aquí las elecciones municipales y autonómicas. En las próximas ocho semanas vamos a dar varias veces la vuelta a España y estaremos pendientes de la política de lugares que quizás no nos interesan especialmente por ningún otro concepto.

Dediquemos un párrafo de despedida a Izquierda Unida y UPyD.Hace doce meses se relamían ante el diluvio de votos que esperaban por el final del bipartidismo y ahora han quedado patéticamente excluidos de la competición antes de empezar. Y el caso es que no pueden echar la culpa a nadie: sus máximos dirigentes han sido los únicos responsables de su desgracia.

Las circunstancias han hecho que últimamente las municipales y autonómicas se celebren poco antes de las generales. Ello ha contribuido a que muchos las vean como una especie de ensayo general de la cita verdaderamente decisiva, que serían las elecciones legislativas de las que salen el Parlamento y el Gobierno de España.

No es así. No lo es, en primer lugar, por la muy diferente naturaleza de unas y otras elecciones. Una vez más –no me cansaré de decirlo–hay que ser muy cuidadosos con las extrapolaciones apresuradas. En mayo se mostrarán las grandes tendencias, pero poco más que eso. No es una elección, son muchas distintas aunque se hagan el mismo día.

La fortaleza futura de los grandes partidos depende en mayor medida de lo que ocurra el 25 de mayo que del resultado de las generales

Las elecciones territoriales no son en absoluto de segundo nivel para el PP y para el PSOE. Sus dirigentes más expertos y avisados (los que van quedando) saben bien que, en muchos aspectos, son las más importantes para la salud de sus organizaciones. La fortaleza futura de los grandes partidos depende en mayor medida de lo que ocurra el 24de mayo que del resultado de las generales.

Ambos partidos, el PSOE y el PP, han demostrado que pueden resistir una larga temporada en la oposición a nivel nacional. Lo que no resisten tan fácilmente es verse privados de todas o casi todas sus plataformas de poder territorial. Perder unas elecciones generales es un contratiempo transitorio siempre que se conserve una fuerza parlamentaria respetable; ser expulsado masivamente de las alcaldías y de los gobiernos autonómicos es un daño estructural mucho más difícil de reparar.

Muchos analistas se han preguntado por qué el PSOE no ha sido capaz, ni con Rubalcaba ni con Sánchez, de recuperarse y aprovechar el hundimiento del PP. La principal respuesta no está en el 20 de noviembre de 2011, sino en el 22 de mayo de ese mismo año. Aquel día los socialistas se quedaron con sólo 9 alcaldías de capitales de provincia o grandes ciudades y no ganaron ninguno de los gobiernos autonómicos en juego (aunque unos meses más tarde recuperaron Asturias). Esa fue la gran avería, el auténtico inicio de la travesía del desierto que tan penosamente siguen recorriendo aunque ahora se entusiasmen cuando una encuesta les da el 22% de intención de voto.

En las generales de 2000, el PSOE sufrió una derrota espectacular frente al PP, pero antes había aguantado dignamente en las municipales

En las generales de 2000 el PSOE de Almunia sufrió una derrota espectacular frente al PP, pero antes había aguantado dignamente en las municipales y autonómicas. Y en 2003 Aznar había cometido ya algunos de sus errores más memorables, lo que permitió al PSOE avanzar en las municipales y autonómicas de aquel año. De hecho, tuvo la Comunidad de Madrid en su mano y hubo que sobornar a dos diputados para impedirlo –¡cuántas cosas hubieran sido distintas sin aquella infamia!–. Sin esa base de poder territorial, el PSOE no hubiera podido ganar las generales de 2004, con atentado del 11-M o sin él.

Después el PP pasó dos legislaturas en la oposición nacional, pero siempre retuvo una poderosa armada de alcaldías y gobiernos autonómicos: en 2007 alcanzó las alcaldías de la mitad de las capitales de provincia y 8 de los 13 gobiernos autonómicos que se pusieron en juego. Eso le permitió mantenerse fuerte y aprovechar al máximo el desplome socialista de 2011.

Algo parecido puede decirse, en sus respectivos ámbitos, de CiU y PNV. Pasaron transitoriamente a la oposición en sus Comunidades Autónomas, pero resistieron con su sólida red de alcaldes y gracias a ello pudieron regresar después al gobierno. El ejemplo contrario es el PSC, partido de base municipalista donde los haya: con el deterioro de su poder local,su hundimiento se ha hecho inexorable.

Lo mismo ocurre con CiU y PNV. Cuando han pasado a la oposición en las autonómicas, lo han hecho resistiendo con su sólida red de alcaldes

¿Por qué ocurre eso? Porque los grandes partidos nacionales son estructuras que ya no saben actuar con eficiencia fuera de los espacios institucionales de poder. El PSOE y el PP se han acostumbrado a poner en práctica sus políticas desde las alcaldías, las concejalías, y las consejerías autonómicas, en las que se maneja cerca de la mitad del gasto público y se gobiernan los servicios más próximos a los ciudadanos. Desprovistos de esos instrumentos de gestión, se quedan políticamente inermes. Han perdido, si alguna vez la tuvieron, la capacidad de hacer política desde la calle y desde los movimientos sociales.

En las elecciones generales se eligen 350 diputados y 154 senadores. Pero el 24de mayo vamos a elegir 8.000 alcaldes, 67.000 concejales y más de 800 parlamentarios autonómicos. Un auténtico ejército de cargos públicos que es imprescindiblepara mantener con vida a grandes organizaciones políticas altamente institucionalizadas como el PSOE y el PP. Y en caso de derrota estrepitosa, un ejército de descontentos capaces de instalar el malestar interno y desestabilizar a cualquier dirección nacional.

Estas elecciones son también decisivas para los muy frágiles liderazgos nacionales de ambas formaciones. Imaginemos que el PSOE queda en tercera o cuarta posición en Madrid, segundo o tercero en la Comunidad Valenciana,cuarto o quinto en Cataluña, tercero o cuarto en el País Vasco y tercero en Galicia y, además, no gana ningún gobierno autonómico además de los dos que tiene. No digo que sea el escenario más probable pero, tal como están las cosas,es lo suficientemente verosímil para que considerarlo no sea un disparate.Es evidente que el liderazgo de Pedro Sánchez no resistiría un resultado semejante: el 25de mayo tendríamos de nuevo al PSOE buscando un Secretario General y un candidato para las generales.

PP y PSOE han perdido, si alguna vez la tuvieron, la capacidad de hacer política desde la calle y los movimientos sociales

Imaginemos que el PP pierde un gran número de sus actuales alcaldías en capitales y grandes ciudades y varios gobiernos autonómicos, entre ellos Madrid y la Comunidad Valenciana. También es verosímil, aunque no inevitable. ¿Seguiría el PP soportando a Rajoy después de eso? No lo sé, pero digo yo que todo en esta vida tiene un límite.

Está todo está tan abierto que de resultas de lo que suceda el 24de mayo podríamos llegar a encontrarnos ante unas elecciones generales sin Sánchez, sin Rajoy o sin ninguno de los dos. Insisto, esto no es un pronóstico, pero sí algo que entra en el mundo de lo posible.

Para Podemos y Ciudadanos la historia del 24de mayo es totalmente distinta. Para ellos, en realidad estas elecciones son un estorbo. No van a conseguir grandes alcaldías ni presidencias de gobiernos autonómicos; no van a poder medir con claridad sus fuerzas a nivel nacional porque enlas municipales no llegarán a presentar ni 1.000 listas de los 8.000 municipios y en las autonómicas el 45% del censo nacional (Cataluña, Andalucía, País Vasco y Galicia) no vota en esta ocasión; y se van a tener que exponer a una arriesgada política de alianzas que va a situarlos en muchos lugares ante un engorroso dilema: dar el gobierno al PP o al PSOE, o condenar a muchas instituciones a la ingobernabilidad.

Así que, en el enfoque de esta campaña difícil, hay dos perspectivas distintas. Rajoy y Sánchez están obligados a acertar si quieren seguir vivos. Iglesias y Rivera lo que tienen que hacer es no equivocarse.

Ya están aquí las elecciones municipales y autonómicas. En las próximas ocho semanas vamos a dar varias veces la vuelta a España y estaremos pendientes de la política de lugares que quizás no nos interesan especialmente por ningún otro concepto.

Mariano Rajoy Pedro Sánchez Ciudadanos Izquierda Unida UPyD