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Movilización febril del independentismo y mucha indecisión
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Movilización febril del independentismo y mucha indecisión

A la vista de estos datos, si yo fuera independentista tendría un expectante optimismo pero no sin incertidumbre. Y si fuera no independentista estaría preocupado pero en absoluto desesperado

Foto: Manifestación con motivo de la Diada de Cataluña. (Reuters)
Manifestación con motivo de la Diada de Cataluña. (Reuters)

Estas son unas elecciones muy extrañas y muy excepcionales: probablemente, únicas dentro de su especie.

Lo son por el espíritu de su convocatoria: formalmente son unas elecciones autonómicas, pero en ellas el objetivo de elegir un Parlamento y un Gobierno ha quedado arrumbado desde el primer momento y se ha impuesto el propósito de usarlas como un instrumento para provocar la quiebra de las mismas leyes e instituciones que dan amparo jurídico a la convocatoria y a los convocantes.

Unas elecciones autonómicas destinadas a acabar con la autonomía, convocadas por un órgano del Estado español con la intención declarada de romper ese mismo Estado: reconozcamos que algo así no se ve todos los días.

Son extrañas porque varias de las candidaturas que se presentan nunca antes habían concurrido con su composición actual a unas elecciones y lo más probable es que no vuelvan a hacerlo en el futuro. Hay un frente político de facto en el que se han juntado gobierno y oposición y la derecha conservadora comparte mesa y mantel con la extrema izquierda revolucionaria.

Esta votación ni tiene referentes válidos en el pasado ni será referente para las que se celebren en el futuro

Unas elecciones, pues, en las que no parece importar en absoluto la ideología de los partidos; y en consecuencia, se pide a los electores que prescindan también de su propia ideología a la hora de decidir su voto.

Y son extraordinarias también por la extrema presión emocional a la que están sometidos los que tienen que emitir su voto dentro de pocos días. Si España entera está en tensión, imagino lo que se estará viviendo en los hogares catalanes, en los centros de trabajo y en el interior de cada ciudadano consciente.

Es esta excepcionalidad la que hace tan compleja en este caso la tarea de quienes nos dedicamos al análisis electoral. Porque nuestra principal herramienta son las pautas marcadas por los precedentes de anteriores elecciones, pero esta votación del 27-S ni tiene referentes válidos en el pasado ni será referente para las que se celebren en el futuro, lo cual nos deja de alguna forma desasistidos y obligados a improvisar.

Un sondeo preelectoral como el que hoy publica El Confidencial ofrece datos de gran interés y da lugar a estimaciones de resultados. Pero ofrece también una impresión muy vívida del clima reinante en la sociedad. Es como si a través de los datos numéricos, que nacen de entrevistas persona a persona, los entrevistados nos transmitieran un estado de ánimo colectivo, el que domina el ambiente justo en los días del trabajo de campo (que, téngase en cuenta, han sido muy cercanamente posteriores a la celebración de la Diada).

Es esta segunda dimensión, la del estado de ánimo colectivo, la que más me llama la atención de esta encuesta y la que me interesa resaltar aquí.

Gran motivación, pues. Pero también gran indecisión. O quizá, quién sabe, muy pocas ganas de anunciar en voz alta la decisión de voto

La encuesta muestra una altísima atención de la sociedad ante las elecciones: no hay duda de que los catalanes están viviendo estos días previos a la decisión con una intensidad incomparable a la de cualquier momento anterior.

Por eso el 99% dice tener conocimiento del hecho electoral que se avecina; y por eso el 87% dice que “votará seguro” el día 27. No será así: la participación no será del 87%. Pero el hecho de que se produzca esta respuesta refleja una elevada disposición para votar y augura una gran participación, igual o incluso superior a la que se da en unas elecciones generales.

Gran motivación, pues. Pero también gran indecisión. O quizá, quién sabe, muy pocas ganas de anunciar en voz alta la decisión de voto.

En esta encuesta, preguntados los catalanes a quién votarán el 27-S sólo el 56% declara intención de voto a una candidatura concreta. El 44% restante no declara su voto y la inmensa mayoría de ellos se refugia en el consabido no sabe/no contesta.

Además, sólo el 52% dice que su voto está ya “totalmente decidido”. El 48% aún admite que su decisión no es definitiva o, directamente, se niega a contestar a la pregunta.

¿Es esto normal? Si faltaran varios meses para las elecciones, quizá sí. Pero a falta de 10 días y con la campaña en su apogeo no lo es en absoluto; y mucho menos cuando, como hemos visto, la sociedad tiene su atención completamente focalizada en la elección.

Este fenómeno de indecisión/ocultación afecta mucho más a una posición política que a la otra

Retengan, pues, este dato: 87% dicen que votarán seguro, pero sólo 56% dice a quién votará. La participación estará probablemente en un punto intermedio entre ambas cifras, por debajo del 87% pero claramente por encima del 56%. Así pues, lo que nos dice esta encuesta es que hay un importante número de ciudadanos de Cataluña que a diez días de las elecciones ya saben que van a ir a votar pero no saben o no quieren declarar el sentido de su voto.

¿Es indecisión o es ocultación? Probablemente ambas cosas, pero no es fácil determinar cuánto hay de una y cuánto de la otra. Lo que sí está claro es que este fenómeno de indecisión/ocultación afecta mucho más a una posición política que a la otra.

La encuesta muestra que en los días en que se hicieron las entrevistas reinaba un estado de febril movilización en el campo independentista. Los votantes de Junts pel Sí y de las CUP aparecen como los más dispuestos a ir a votar, los más proclives a declarar abiertamente su voto y los que se muestran más seguros de su decisión. Es más, el recuerdo de voto a estos partidos está muy por encima del voto que realmente obtuvieron en las últimas elecciones. (Esta desviación se corrige a la hora de hacer las estimaciones, pero la exageración del recuerdo es también un indicador del estado de ánimo colectivo: no sólo se declara mucho más fácilmente la intención de voto a los independentistas sino que gusta recordar haberlos votado incluso por encima de lo que realmente ocurrió)

Podría darse el caso de que el aumento de la participación se debiera sobre todo a una movilización masiva y aplastante del espacio independentista

La actitud más opuesta a esta “euforia electoral” de los independentistas es la que muestran los votantes del PSC de 2012: casi la mitad de ellos aún habita en el no sabe/no contesta y sólo el 48% dice tener su voto totalmente decidido. También es el partido con menor fidelidad de voto declarada de todo el arco político. Una vez más: ¿es indecisión, es ocultación o es directamente depresión? Sólo lo sabremos, y sólo parcialmente, con los resultados en la mano.

Sabemos, pues, que probablemente va a votar mucha más gente que en ninguna elección autonómica anterior. En el análisis estandarizado, se supone que ello debería favorecer a las candidaturas no independentistas (por aquello del cinturón de Barcelona, los castellanoparlantes que votan en las generales y no en las autonómicas, etc); pero la vida te da sorpresas y yo en este caso no estaría tan seguro de que se cumpla la ecuación. Porque podría darse el caso –y algún indicio hay en esta y en otras encuestas- de que el aumento de la participación se debiera sobre todo a una movilización masiva y aplastante del espacio independentista.

Sabemos también que entre el 14 y el 16 de septiembre (fechas de realización de la encuesta) el campo independentista estaba febrilmente movilizado y el no nacionalista más inhibido, al menos en lo que se refiere a declarar sus intenciones. Y hasta ahí les puedo contar, las porras corren de su cuenta.

A la vista de estos datos, si yo fuera independentista tendría un expectante optimismo pero no sin incertidumbre. Y si fuera no independentista –especialmente del PSC- estaría fundadamente preocupado pero en absoluto desesperado. Esta película aún tiene historia.

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Estas son unas elecciones muy extrañas y muy excepcionales: probablemente, únicas dentro de su especie.

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