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Crónica de una jornada normal en una situación anormal
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Crónica de una jornada normal en una situación anormal

Lo de ayer en el Congreso se acerca bastante a lo que podría considerarse una sesión normal de constitución de la Cámara y elección de la Mesa

Foto: Miembros de la nueva Mesa del Congreso de los Diputados. (EFE)
Miembros de la nueva Mesa del Congreso de los Diputados. (EFE)

1. Nada de lo que está ocurriendo en la política española es clínicamente normal. Pero dentro de este síndrome malsano que amenaza cronificarse, lo de ayer en el Congreso se acerca bastante a lo que podría considerarse una sesión normal de constitución de la Cámara y elección de la Mesa.

No conviene exagerar el significado de esta votación ni verla como un anticipo de futuros pactos de gobierno. Es frecuente que los grupos parlamentarios -especialmente los medianos y pequeños- se comporten de forma distinta en uno y otro caso. De hecho, rara vez el presidente del Congreso tuvo los mismos votos que el del Gobierno.

Lo increíble es lo que ocurrió tras el 20-D: que el partido con más votos y más diputados ni siquiera presentó un candidato para presidir el Congreso y después su líder rehuyó comparecer a la investidura. Lo de ahora viene enrevesado, pero está resultando algo más natural.

2. Puestos a sacar punta política a la jornada, cedo la palabra a Carles Campuzano, portavoz adjunto de CDC, que ayer en la Cadena Ser decía:

“Que el PP y Ciudadanos tengan mayoría en la Cámara es fruto de la incapacidad del PSOE y de Podemos de ponerse de acuerdo. Si hubieran acordado una propuesta de Mesa y nos hubieran invitado a participar, nosotros estaríamos en esa alternativa.

Podemos se mueve en el ámbito parlamentario con muy poca habilidad. Ya pasó en enero, que intentó una operación parecida con Carolina Bescansa para marcarle un gol al PSOE, lo que facilitó que en la Mesa hubiese mayoría del PP y de Ciudadanos.

Tendrían que hacer las cosas de otra manera, no contándole al PSOE que querían apoyar a Patxi López y luego intentando vendernos a nosotros la candidatura de Xavi Domènech. Les falta 'finezza', y esas cosas terminan mal, por eso hoy el PP y C’s van a tener mayoría. Ese es el fracaso de la izquierda española”.

Iglesias quizá maquinó que esta votación podría servirle para demostrar su tesis de que “los números dan” partiendo la Cámara en dos bloques

Se puede explicar más alto, pero no más claro. Como para Iglesias cualquier instante es bueno para complotar, quizá maquinó que esta votación podría servirle para demostrar su tesis de que “los números dan” partiendo la Cámara en dos bloques: a un lado, el PP y Ciudadanos; al otro, todos los demás. Pero mostrando a la vez que en ese “todos los demás” él pesa más que Sánchez, porque es quien recluta a los nacionalistas.

Doble error. Primero, porque solo sirve para fortalecer a quienes dentro del PSOE previenen de cualquier matrimonio político con Iglesias, que nunca resiste la tentación de colocar a los socialistas en posición subalterna. Esa taimada intentona de que López y Domènech compitieran para luego apoyar todos al más votado es un buen ejemplo de lo que el profesor Iglesias llama “ser víctima de mi propia lucidez” y que en el lenguaje común consiste simplemente en que te has pasado de listo.

Y segundo, por creer que los independentistas catalanes -especialmente ERC- harían semejante obsequio al partido de Colau, que es quien les está comiendo la tostada en Cataluña. Patxi López no les estorba, Domènech sí.

Puesto que Iglesias y Errejón han decidido que Podemos sea un partido político normal, necesitan pasar por un curso intensivo de prácticas parlamentarias para ponerse al nivel de quienes llevan décadas actuando en ese escenario. Ya sé que Laclau y Gramsci no dedicaron gran atención a esa materia, pero es asignatura imprescindible para no seguir confundiendo el Congreso de los Diputados con una asamblea de facultad.

Iglesias y Errejón necesitan un curso intensivo de prácticas parlamentarias para ponerse al nivel de quienes llevan décadas actuando en ese escenario

3. Frente a la bisoñez parlamentaria de los podemitas, el oficio innegable de Rajoy. Hace años que piensa en Ana Pastor para la presidencia del Congreso: de hecho, ya fue la candidata del PP en 2008 frente a José Bono, e hizo su 'training' como vicepresidenta primera de la Cámara durante tres años.

Mariano regala a Rivera la ocasión de poner bola negra a dos nombres que sabe infumables, Cospedal y Fernández Díaz. Queda formalmente bien con ambos (“lo he peleado hasta el final, pero Rivera se ha puesto imposible, no quiero ni contarte las cosas que me ha dicho de ti”), pero los deja marcados con ceniza para el futuro. Rivera puede exhibir ante los suyos su poder de veto y filtrar que renunció a la presidencia del Congreso por mantener la pureza de las convicciones; y Rajoy coloca a la que siempre fue su primera candidata, alguien de su más estricta confianza, respetada por la oposición y sin enemigos notorios dentro del partido.

Por el camino, deja una puerta entreabierta con los convergentes por lo que pueda suceder, y les entrega como prenda el grupo parlamentario que necesitan desesperadamente para no verse en desventaja decisiva frente a Esquerra. Máxima economía de movimientos y máxima eficiencia en la ejecución, el trabajo de un profesional.

Entre el 20-D y el 26-J, el electorado giró hacia el centro derecha, y es natural que la gobernación del país se oriente en esa misma dirección

4. Sánchez empieza a pagar el precio de las segundas elecciones. Empezó perdiendo peso parlamentario y espacio negociador por la derecha y por la izquierda. Ayer perdió la presidencia del Congreso. Si no se aviva, está cerca de perder a su único socio político, Albert Rivera, que ha demostrado gran flexibilidad para poner y retirar vetos infranqueables. La Moncloa se ha alejado de su horizonte visible. Está en la tesitura de encontrar una vía decorosa para dar paso a la investidura de Rajoy o quedar señalado como el culpable de que haya que votar por tercera vez, con la consiguiente represalia fulminante en las urnas. Y su partido debe aclimatarse a la realidad de que ya no le pertenece el territorio de la izquierda, sino la mitad de ese territorio. Máximo derroche de movimientos para el resultado más ínfimo.

5. La sesión de ayer no da para más. En el Congreso hay una minoría mayoritaria, el PP, y una mayoría política natural de centro derecha que ha comenzado a operar. Gustará más o menos, pero lo cierto es que entre el 20-D y el 26-J, el electorado giró hacia el centro derecha, y es natural que la gobernación del país se oriente en esa misma dirección. Hasta que se normalice la situación, el camino será tortuoso, pero el punto de llegada está fijado.

6. El derecho de formar un grupo parlamentario no puede seguir siendo una mercancía que se compra o se vende a conveniencia. Que se establezca una norma clara y fija con requisitos no 'interpretables' y que se cumpla siempre, cualquiera que sea el partido afectado.

7. Una coda final: en la consigna que pasaron a los diputados de Podemos para adornar su “acato pero no acato” a la Constitución, figuraba esta errejonada, importada directamente del kirchnerismo: “¡Nunca más un país sin su gente!”. La cosa es petulante y cursi de vomitar pero, al menos, hoy sabemos que desde los visigodos hasta la aparición providencial de Podemos, España ha sido durante siglos un país sin su gente. Paciencia.

1. Nada de lo que está ocurriendo en la política española es clínicamente normal. Pero dentro de este síndrome malsano que amenaza cronificarse, lo de ayer en el Congreso se acerca bastante a lo que podría considerarse una sesión normal de constitución de la Cámara y elección de la Mesa.

Patxi López Pedro Sánchez Mariano Rajoy