Es noticia
Hacia las cuartas elecciones
  1. España
  2. Una Cierta Mirada
Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

Por

Hacia las cuartas elecciones

O se le entrega el poder, o se le quita la llave o nos resignamos a que tras las terceras elecciones vengan las cuartas, que es lo que dicen que dice la encuesta del CIS

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. (Reuters)
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. (Reuters)

Si usted acude a votar en unas elecciones generales y pocos días después llaman a su puerta y le preguntan a qué partido votaría en unas elecciones generales, ¿cuál sería su respuesta más probable? Al mismo que voté la semana pasada, oiga.

Menudo revuelo se ha organizado a cuenta del barómetro de julio del CIS. Los medios nos han machacado a conciencia con la deprimente noticia de que si se repitieran las elecciones, España volvería a quedar bloqueada. Algunos partidos jalean la encuesta como si fuera un plebiscito y otros bucean en los datos a la búsqueda de algo favorable que los avale.

[Rivera dispara y saca a Rajoy de su madriguera]

Todo es excesivo y bastante ridículo. Las primeras entrevistas de esa encuesta se hicieron cuatro días después de la votación del 26-J. Entonces solo se sabía el resultado de las elecciones, no lo que sucedería a continuación.

Las primeras entrevistas de esa encuesta se hicieron cuatro días después del 26-J. Entonces solo se sabía el resultado, no lo que sucedería a continuación

El Parlamento no se había constituido.

El Rey no había designado a Mariano Rajoy como candidato a la investidura.

El comité federal del PSOE aún no había respaldado unánimemente la Estrategia de los Tres Noes formulada por su secretario general.

Ciudadanos no había anunciado su disposición a abstenerse en la segunda votación de la investidura ni había levantado el veto a Rajoy.

Podemos no había tomado la decisión de convertirse en un partido normal ni sus dirigentes se habían enclaustrado, lejos del mundanal ruido, para decidir qué quieren ser de mayores.

El partido que preside la Generalitat de Cataluña no se había disuelto ni el Parlament había aprobado el plan para poner a las instituciones de Cataluña fuera de la ley y para interrumpir por la vía de hecho la vigencia en ese territorio de la Constitución y del Estatuto.

[Rivera lanza un órdago y vende caro su sí para que Rajoy pueda ser presidente]

Y sobre todo, a nadie en su sano juicio se le pasaba por la cabeza la hipótesis de unas terceras elecciones. Así pues, cuando los encuestadores del CIS repetían rutinariamente la misma pregunta que llevan cuatro décadas haciendo (“suponiendo que mañana se celebrasen elecciones generales, ¿a qué partido votaría?”), lo que obtenían eran respuestas a beneficio de inventario. Gracias, no me pregunte qué quiero para cenar cuando acabo de cenar.

El tránsito a las terceras elecciones serviría para hacer pasar al PP de 123 a 140 escaños; para que los viejos partidos se recuperen, pasando de 213 escaños a 231

El hecho de que se llegaran a convocar esas terceras elecciones sería tan excepcional que es imposible predecir el clima emocional de la sociedad ante una agresión manifiesta de los partidos a la ciudadanía, una violación política y un desafío inaudito: una clase política que se rebela contra la voluntad popular y obliga a votar una y otra vez hasta que se haga a su satisfacción. Ya no importarían los programas, las ideologías ni los liderazgos: el único tema de la elección sería la elección misma. Quiénes, cómo y por qué nos han conducido a esa situación de locos. Desde luego, nada que pueda prever una encuesta realizada el 1 de julio.

Pero ya que nos empeñamos en tomar esta encuesta como una premonición, veamos qué Parlamento resultaría de la estimación del CIS. Presumiendo una distribución territorial del voto semejante a la del 26-J, el reparto de escaños quedaría así:

En los márgenes, algunos cambios interesantes. Si ese fuera el resultado, el tránsito de las primeras elecciones a las terceras habría servido para hacer pasar al PP de 123 a 140 escaños; para que los viejos partidos (PP y PSOE) se recuperen, pasando de 213 escaños a 231; para que las dos fuerzas emergentes, Podemos y Ciudadanos, declinen antes de emerger del todo. Y para que se consume el desempate en el nacionalismo catalán, con el 'sorpasso' definitivo de ERC sobre los restos de la extinta Convergència.

[Los sapos que Rajoy tiene que 'tragarse' si quiere gobernar]

Pero en lo sustancial, que es que España tenga un Gobierno, nada de nada. Como nuestros políticos son gente muy seria y consecuente que hace las cosas por razones poderosas, con convicciones profundas y siempre pensando en nuestro bien, hemos de suponer que el PP, tras su tercera victoria consecutiva, reclamaría aún con más fuerza su derecho a gobernar. Que los socialistas se mantendrían en sus trece: a todo que no, que es su nueva identidad corporativa. Que Ciudadanos seguiría culebreando, cada vez con menos votos y menos escaños, para gozar del sexo y preservar la virginidad al mismo tiempo, o que parezca que hacen pero sin hacer. Y que Iglesias y sus aliados tendrían más motivos para seguir buscando el momento en que su aventura pasó de 'Juego de tronos' a 'Al final de la escapada'.

Cuando quien tiene la llave de la gobernación decide echar el candado por dentro, el bloqueo es inexorable. Y no esperen ya la solución de ninguna conjura interna

El nuestro no es un problema de encuestas. Con ese Parlamento, en cualquier país europeo acostumbrado al multipartidismo se formaría Gobierno sin gran dificultad. Pero con cuatro fuerzas de ámbito nacional y dos partidos cuya apuesta independentista los excluye de cualquier mayoría de gobierno, lo decisivo no es quién gana, sino quién tiene la llave de los acuerdos viables y qué uso está dispuesto a hacer de ella.

Y la desgracia es la siguiente: el secretario general del Partido Socialista ha decidido firmemente que, mientras pueda y le dejen, con sus votos no permitirá un Gobierno que no lo tenga a él como presidente. Y el hecho es que sus correligionarios lo respaldan en el lugar en que se toman las decisiones en ese partido, aunque luego se vayan a los restaurantes a decir pestes. Por lo tanto, es el propio PSOE el que colectivamente ha asumido la estrategia de los noes encadenados que tiene paralizado al país.

Esta es la lógica implacable del multipartidismo que hemos elegido para España. Cuando quien tiene la llave de la gobernación decide echar el candado por dentro, el bloqueo es inexorable. Y no esperen ya la solución de ninguna conjura interna. La respuesta solo la tienen los ciudadanos: o se le entrega el poder, o se le quita la llave o nos resignamos a que tras las terceras elecciones vengan las cuartas, que es lo que dicen que dice la encuesta del CIS, esa que algunos han celebrado con tanto jolgorio.

Si usted acude a votar en unas elecciones generales y pocos días después llaman a su puerta y le preguntan a qué partido votaría en unas elecciones generales, ¿cuál sería su respuesta más probable? Al mismo que voté la semana pasada, oiga.

Mariano Rajoy Ciudadanos Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Parlamento de Cataluña